En Barcelona ciudad se hace vino. Hacia 2006 probé un tinto de los viñedos de Collserola (idea de Joan Clos): ¡digno de ir con gaseosa! Esto ya no es así desde 2010, cuando la Cooperativa l'Olivera –de Vallbona de las Monges– asumió la producción (¡que hasta entonces era de Parques y Jardines!). Hacen dos vinos tintos, el Vinyes de Barcelona y el Vinyes de Collserola (syrah más garnacha), con la chispa y la acidez del vino joven y la complejidad de un año en barrica de roble.
No solo eso: la mayoría de los trabajadores de la masía de Can Calopa –y de Vallbona– son personas con discapacidad psíquica, una veintena de jóvenes de entre 18 y 32 años que además "son gente desprotegida, de estructura familiar rota", explica la directora del proyecto, María Dolores Llonch. L'Olivera llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento. "Os hacéis cargo de la finca de Can Calopa y nosotros nos quedaremos el vino", recuerda Llonch.
Pero no bebían suficiente para hacer descender toda la producción; y se llegó al pacto que el consistorio se quedaría con cien botellas de cada tinto para eventos, y el resto las vendería l'Olivera. Hoy en día hablamos de 8.000 botellas al año –25.000 en total si añadimos la producción de Vallbona–. Los beneficios, claro, repercuten en este proyecto de viticultura social, que ahora también incluye la Masía de Can Calopa como singular destino enoturístico: sorprende encontrar un pedazo del Penedès en Collserola.
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