15 motivos para amar Barcelona ahora más que nunca

Tanto si te gusta el 'trencadís' de Gaudí como icono de Barcelona como si no, hay que reconocer que no es un mal símbolo para una ciudad que es una amalgama de procedencias, culturas, lenguas, religiones... Estamos orgullosos de la diversidad, tanto que incluso hacemos una fiesta, el Encuentro BCN Ciudad Diversa (8 de noviembre). Si fuera una persona, Barcelona hablaría unos 300 idiomas, tendría 180 nacionalidades, creería en 22 religiones, se identificaría en una gran diversidad sexual y sería culturalmente multimillonaria. De modo que... ¡viva el 'trencadís' de Barcelona!

Más allá de aplausos, habitamos una ciudad llena de acciones concretas dirigidas a quien más lo necesita. Entre cientos de iniciativas, destacamos Actúa Ayuda Alimenta, que reparte alimentos a profesionales de la cultura sin ingresos y quiere visibilizar la enorme precariedad de un sector "que necesita de todo porque se ha quedado sin nada", dice el portavoz Sergi Cochs. Hacen ahora una nueva entrega de cestas en Barcelona entre más de cien familias y organizan actos para concienciar sobre la seguridad de la cultura.

Nos quedamos con la actitud creativa de la definición de vanguardia y la identificamos en proyectos que desde Barcelona abren interrogantes e imaginan futuros: el Sónar, el Parque de Investigación Biomédica, el sincrotrón Alba, el Hangar y el Instituto de Arquitectura Avanzada. Y nos llama mucho la atención el trabajo de 300.000 km/s, un estudio que utiliza los datos para repensar la urbe; su colaboración con la exposición 'air/aria/aire' para la Bienal de Arquitectura 2021 en Venecia que estudia y cartografía el aire en Barcelona y apunta la necesidad de ciudades más sostenibles.

Muchos por fin tenemos la sensación de poder cruzar la ciudad en bici de forma segura y rápida, ya no hay que encomendarse a un poder superior pasando por Gran Vía / Balmes. Un hecho objetivo: antes de la Covid-19, Barcelona tenía 209 km de carril bici. Ahora, se desplegarán 21 más para minimizar los contagios y la contaminación. Pero queda mucho trabajo por hacer: no hay una tesis doctoral (aunque la de Francesc Baró, de la UAB, prueba que nuestra vegetación solo mejora el aire en menos de un 3%) para ver que Barcelona está muy atrás de ciudades verdes de verdad.

Los catalanes, de las piedras hacen panes, decían. Si hay algo que la crisis ha puesto encima de la mesa es la fuerza y el empuje de la pequeña empresa y el menestral barcelonés: un ejemplo es Can Boneta (Balmes, 139), un restaurante que en condiciones normales factura la mejor cocina con los mínimos recursos humanos, dos o tres personas. Cuando se permitió la comida para llevar, en mayo, Joan Boneta se lanzó a hacer arroces: su récord fue preparar y despachar sus cincuenta raciones. Él solo. Siempre recordará aquel mediodía.

Barcelona no es animalista, precisamente, por haber tenido el único gorila albino, pero sí por ser la primera ciudad de España en declararse antitaurina. De esto hace más de una década y por el camino se cerró el Canódromo, reconvertido en Parque de Investigación Creativa, y en 2018 se ratificó que el Zoo no tuviera ningún cetáceo en cautividad. Está prohibido abandonar, maltratar y agredir a cualquier animal y, con bozal, los perros pueden viajar en el metro. En muchas tiendas, bares y restaurantes los perros también son bienvenidos y sería ideal que pasara lo mismo en todos los parques y jardines.

¿Cuántas veces has oído aquello de "Barcelona es un pueblo, puedes ir andando a todas partes"? ¿Realidad o leyenda? Preguntémosle a Google. De punta a punta de la ciudad hay exactamente dos horas y veinte minutos a pie, que no es nada si lo comparamos con Londres o Madrid. La nuestra es la del bote pequeño que se ha sabido ubicar en el mapa sin ser un gigante. Y es que todavía resuena la esencia de los nueve municipios que se anexionaron en los siglos XIX y XX. Sants, Gràcia, Horta y tantos otros que aún respiran esa cosa de pueblo que hace de Barcelona una pequeña gran ciudad.

Somos una ciudad dulce. Seguimos al pie de la letra el calendario pastelero (y el orgullo interclasista se refleja en la gente que pasea los domingos, satisfecha, con el roscón en la mano). Desde Barcelona se han impulsado iniciativas de eco estatal, como el concurso del Mejor Croissant o el Mejor Panettone. Y si alguien personifica esa dulzura es Christian Escribà: el heredero del gran artesano del chocolate –la mona de Pascua moderna la esculpió su padre Antoni– ha aportado una visión global y una experimentación de lo dulce que lo convierten en nuestro embajador pastelero por todo el mundo.

Si decimos Criolla o Bodega Bohemia todavía retumban leyendas nocturnas entre calles húmedas. Y cuando pandemia aún sonaba a nombre de 'bataille' travesti, algunas de las últimas supervivientes del viejo Chino se dejaban caer a medianoche por el show de El Cangrejo: Gilda Love, 'on t'aime'. Flota incómodo el descaro más tronado entre mascarillas y toques de queda, pero 'c'est comme ça', y anhelamos que vuelva sin restricciones el fulgor de locales como el Freedonia, O'Barquiño, Madame Jasmine, La Federica, La Casa de la Pradera, Iósif y tantos otros. ¡Mientras tanto, prudencia y distancia, canallas!

¡Estás un tiempo sin pasar por una calle y parece otra! La ciudad cambia rápidamente y desvela sorpresas que demuestran que no la conocemos tanto como pensamos. Un 'hashtag' de calles donde abundan negocios franceses, un museo dedicado a la saga Alien que ha hecho un vecino de la Sagrera, el edificio de madera más alto de España, el museo más pequeño del mundo que juega al escondite por Gràcia, lugares llenos de leyendas que recupera la ciudad, como el Taller Masriera, y nuevos espacios verdes como los jardines del Doctor Pla y Armengol y los de las plazas de Dolores Piera e Isabel Vila, en Poblenou. ¡Explórala!

Somos ciudad de tradición fotográfica y costaría encontrar un ángulo inédito. Huimos de las postales que llenan las redes (podéis inspiraros en el fondo digital del Archivo Fotográfico de Barcelona) y volvemos a nuestras manías: la escultura de la Mercè que se aparece como una visión en la calle Carabassa; el cruce de caminos en la plaza del Pedró, con detalle románico (iglesia de Sant Llàtzer) y el monumento más antiguo de Barcelona (fuente de Santa Eulàlia); las arcadas y la colección de ladrillos en el Depósito de las Aguas, y las calles estrechas y en silencio, como la del Pistó en el Camp del Arpa.

Contra "la izquierda y la derecha están superadas", no es necesario recordar que las 40 horas se conquistaron aquí en 1919: el pasado agosto 2.525 trabajadores de la Nissan combatieron para ganar un buen acuerdo. Forzar viene de fuerza, y la fuerza viene de la unión. Tras jardines y equipamientos suele haber una lucha vecinal.

Flamenca en sentido estricto y en sentido figurado, porque Barcelona no es solo flamenca sino también rumbera, mirad si no conexiones como la de la Chana y Peret y pensad que los tablaos no son solo para turistas. ¿Sabías que, por ejemplo, en el Cordobés actuó Rosalía? ¡Pues ahora ya lo sabéis!

Imposible imaginarse Barcelona sin sus más de cuatro kilómetros y medio de playas. Qué sería de nosotros sin la Barceloneta, el takatá, las generaciones de pescadores, los arroces marineros con los pies en la arena, los vestigios que atesora el Museo Marítimo... Y la mirada en el Mediterráneo.

Ahora los humoristas no se pasan décadas en la misma sala como hacía el añorado Pepe Rubianes. Fiestas y sesiones de micro abierto como la novísima We Bitches, El soterrani, Feísmo Cool, las Riot Comedy Fem y el Barcelona Comedy Club dan voz –y micro– a las nuevas caras de la comedia.