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"Es una cena entre amigos en mi cocina". Así presenta Manucho Arévalo la idea de Yuku Barcelona, un 'omakase' secreto –la dirección de la cita solo se facilita tras hacer la reserva– y que en apenas un año ha conseguido hacerse un nombre entre los amantes de la cocina japonesa en la ciudad.
Natural de Argentina y autodidacta, los viajes a Japón y las ganas de aprender han conseguido otorgar a la propuesta de Arévalo un gran nivel, nos atreveríamos a decir que a la altura de las mejores barras niponas de la ciudad. Él mismo trae ingredientes y herramientas de Japón. De hecho, al llegar posiblemente lo encontraremos rallando el wasabi fresco, o con el cepillo para conseguir las láminas 'katsuobushi' que utiliza en los platos. Ambos de excelente calidad, muy lejos de lo que se ofrece en la mayoría de restaurantes.
Una barra exquisita y con dedicación artesana para ocho comensales
Con espacio para hasta ocho comensales y servicio solo por las noches, el formato es de menú degustación que queda en manos del chef y va variando casi cada semana. O, dependiendo del pescado del mercado, a diario. Tras la barra, Clara Furmento completa este pequeño equipo, tan ágil como sigiloso que va elegantemente deslizando cada plato de la larga secuencia que compone el 'omakase'.
El precio único de 120 euros por persona (con un sake de bienvenida, pero sin bebidas) supone una buena pista del nivel con el que se trabaja aquí. También de los ingredientes que manejan (hay caviar, bogavante, pez limón traído de Japón...), pero sobre todo esa parte artesanal y de dedicación casi en exclusiva a cada comensal.
Aunque parte de las elaboraciones se adelantan en otra cocina donde también preparan sushi para servir a domicilio, frente al cliente se rematan todos los platos, y se preparan los nigiris, que se van sirviendo uno a uno. El arroz tibio, suelto, condimentado sin restos de dulzor, es, como siempre, la mejor pista para medir la calidad de una barra de sushi como esta.
A la hora de beber, se puede optar por un maridaje con diferentes sakes o una pequeña carta de vinos. No obstante, muchos clientes optan por llevar sus propias botellas que, por un pequeño precio de descorche, se pueden sumar a la cena.
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