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Como su protagonista, "Misión: Imposible" se niega a envejecer. Mientras otras franquicias se hunden y James Bond va intubado, lo que en origen fue un folleto televisivo y "cutre" de la guerra fría cada vez se vuelve más hábil y enérgico. Lo hacen –y seguirán haciendo– mientras Tom Cruise sea capaz de correr, saltar o poner cara de chupar limones rodeado de mujeres misteriosas. Con la mano firme de Chistopher McQuarrie en la dirección, la séptima entrega no decepciona.
McQuarrie siempre ha sido un guionista sofisticado (ganó un Oscar por 'Sospechosos Habituales'), pero ahora se ha convertido en un director de acción de los buenos. Propulsado por la fornida banda sonora de Lorne Balfe, 'Sentencia mortal' es musculosa y operística. Con localizaciones espectaculares (Roma y Venecia), la Fuerza de Misiones Imposibles le pisa el juanete a James Bond y monta un apocalipsis tan caótico y gigantesco que por momentos temes que te haga saltar los implantes de la piñata.
Ayuda que Tom Cruise lo haga todo él solo –no hay dobles ni excesivo fondo digital– y que una cámara en espiral te acompañe en todo el viaje. Simon Pegg y Ving Rhames vuelven a los papeles de Benji y Luther, los agentes de réplica ingeniosa y cara de "¿de verdad estás a punto de hacer esto?".
Eleva el 'blockbuster' escapista al máximo nivel
Los primeros veinte minutos son chicle para el cerebro. Nos presentan un sótano ruso que aloja una inteligencia artificial maligna, un llavero que será el McGuffin, una terrible pérdida en el pasado de Ethan y el regreso del reptiliano OG Kittrridge (Henry Czerny) de la primera parte. Y a Ethan le dicen de nuevo: "elija un bando" ¡Algo complicado cuando hay tantos!
Una persecución de coches culmina en un tiroteo masivo en el que cuatro –¡CUATRO!– diferentes bandos van eyaculando balas. Hay mucho en juego, pero 'Sentencia mortal' no se olvida de reírse de sí misma (por ejemplo, el gag en que se quiere desenmascarar a gente que no lleva máscaras).
Los nuevos personajes encajan a la perfección. La excelente Hayley Atwell invoca a la Grace Kelly ladrona fina de 'Atrapar a un ladrón', que se ve abocada al mundo peligroso de 'Misión: Imposible' (aunque McQuarrie se esfuerza en que crepite el rollo Hitchcock en los momentos más íntimos).
Caballeroso y asexuado, Hunt se siente más cómodo demoliendo Roma en un Fiat 500 acorazado –como si fuera un Mr. Bean maníaco– que intimando con los personajes femeninos. Por suerte, el carismático malo Gabriel (Esai Morales) le pone sal y pimienta al asunto, con Pom Klementieff (Guardianes de la Galaxia) haciendo de esbirra ufanamente psicótica (pensad en Christopher Walken y Grace Jones en 'Panorama para matar').
Afable, gentil y despiadado, Gabriel es la encarnación de la inteligencia artificial, y tiene una habilidad casi divina para predecir el futuro inmediato. Una película debe tener mucha autoconfia para que el antagonista te explique lo que está a punto de pasar. Está claro que pocas franquicias tienen un ritmo así de equilibrado. El mejor 'blockbuster' escapista no puede afinarse mucho más que lo que veréis.
Misión: Imposible - Sentencia mortal, parte 1 se estrena el 12 de julio.
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