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Dos personajes fuera de los cánones habituales
La mayoría de nosotros pasamos por la vida, la nuestra y la de los demás, de una manera discreta, normal, con escasos incidentes, unas cuantas alegrías y también un puñado de penas. Hacemos lo que podemos para ganarnos un sueldo, amar y ser amados, y ayudar y ser ayudados. Formamos parte de un gran montón, somos una pieza más del Universo, el relevo de nuestros antepasados, y seremos relevados por nuestros descendientes. Pero hay personajes que pasan por la vida para cambiarla, para dejar su marca y personalidad, y para ser queridos mucho muchísimo y ser odiados mucho muchísimo. Se convierten en famosos más o menos pronto, y un día reciben piropos y otro son insultados. Con sus particularidades y discurso, influyen en miles y millones de ciudadanos (y no estoy hablando de Arrimadas). Cada una de sus palabras es examinada con lupa, cada una de sus frases es susceptible de ser sacada de contexto y manipulada. Una vez, Diego Armando Maradona dijo: “Veo bien que también se me insulte. Si no, todo sería muy fácil”. El mítico jugador de fútbol es la estrella de un documental que se estrena esta semana en las salas. Y, a principios de julio, la plataforma Filmin presentó, dentro del Atlàntida Film Fest, otro documental sobre un personaje fuera de lo común: el peluquero Pascual Iranzo. Hablemos, pues, un poco de ‘Diego Maradona’, de Asif Kapadia, y de ‘Qué tal Pascual’, de Bárbara Brailovsky.
Dieguito, su madre, la mafia y la droga
Después de mostrarnos las riquezas y las miserias, físicas y espirituales, de los ya desaparecidos Amy Winehouse (1983-2011) y Ayrton Senna (1960-1994), el londinense Kapadia tiene que intentar mantener nuestra atención durante dos horas con la historia de un niño pobre que llegó a ser poderoso, un Dios según sus fanáticos. Quizá dos horas son demasiadas para captar, sin desfallecer ni perder el ritmo, al público futbolero y, a su vez, retener al espectador ajeno a los encantos de este deporte-espectáculo-negocio. ¿La fórmula? Darle a la peli la estructura de thriller, de investigación, con gotas de retrato familiar, unos cuantos ingredientes de análisis social y económico, y unas buenas dosis de emociones. Y empezar con alegrías y mensajes positivos (el argentino llega a Nápoles, huyendo de Barcelona) para rematar la jugada con una tragedia: Diego Armando es un drogadicto que ha sido amadísimo por los italianos, y, ahora, es sólo un delincuente. Por allí desfilan la Camorra, un hijo ilegítimo, periodistas, directivos del mundo del fútbol, seguidores del ídolo y... su madre. Si en ‘Bohemian rhapsody’ y ‘Rocketman’ se habla mucho de los fríos y distantes padres de Freddie Mercury y de Elton John, en ‘Diego Maradona’ aparece a menudo la madre del astro. Al padre también se le ve, ¿eh? Nos lo justifica el propio protagonista: “Yo era muy mamero”. Algunos de los participantes del relato se cagan en el chico. Y los hay que manifiestan una admiración grandiosa por el crack: “(En él) ningún músculo importó más que el cerebro”.
El Día del Orgullo Pascual
Pascual Iranzo no necesita que nadie le ría las gracias, ni que le defiendan o le alaben en público. Él es su abogado, él es su fiscal. Sabe que es único, incomparable, y no le va nada la humildad. Busca, examina y compara, y no encuentra a seres como Pascual Iranzo. El film de Brailovsky, surgido del máster Documental Creativo de la Universidad de Barcelona, dura la mitad que el de Kapadia, pero aprovecha bien cada segundo de metraje. “Yo voy sobrado de argumentos”, explica este barcelonés nacido en 1930 (el mismo año que Clint Eastwood) y que dispara más frases inspiradas que balas mortales disparaba Harry el Sucio: “Estamos rodeados de cadáveres que respiran”. Súper arreglado dentro de su peluquería/salón de estética o en chándal en casa, es un duro juez de todo aquello que le rodea: “El mal gusto de la gente es importante. Yo no estoy en paz conmigo mismo. Todo se puede mejorar”. Critica la pereza y tiene unas maravillosas conversaciones con su coctelero de referencia, Ginés. “Yo sé que soy un tío raro. Es que ser normal es muy aburrido para mí”.
Una cita (muy) pendiente
“En la peluquería masculina lo he inventado todo”. Venga, que no decaiga el ánimo. Pensándolo bien, quizá le convendría al eterno pibe de Buenos Aires volver a Barcelona y pasar una temporada con este incansable innovador, para que le desordene la mata de pelo y, de paso, le dé seguridad, le recomiende un buen sastre (buenísima, la visita de Iranzo al Santa Eulalia del Paseo de Gracia) y le descubra unos cuantos trucos para recuperar la confianza. ¡Ojalá se reunieran!