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"Mira, cuando me planteé la carta, lo primero que hice fue quitar las patatas bravas. Porque el Bar Vint-i-Quatre es una historia muy conceptual. Pero una cosa que no podía hacer era prescindir de las croquetas o los bikinis, que son dos elementos muy nuestros y que nos identifican", explica Carles Abellan.
Engullimos esa fina croqueta cargada con todo el sabor de un asado de pollo a la catalana, y esos triangulitos de jamón ibérico trufado con mozzarella y no podemos, sino darle la razón (con la boca llena). Carles Abellan está contento: acaba de inaugurar –como asesor gastronómico y diseñador de restaurantes– el Bar Vint-i-Quatre (Diagonal, 520. T. 938 58 93 29) el renacimiento del Tapas24 como "bar-restaurante, pese a que el cartel solo diga bar. Claret Serrahima, con quien hago los nombres, me convenció. Me dijo: 'no hace falta decirlo. ¡Hazlo!", explica entusiasmado.
Hay sitios a los que no puedes venir en camiseta. No es el caso
El Bar Vint-i-Quatre ocupa esa regia esquina de Diagonal con Tuset en la que estuvo Jose Luís, Tapas24 Diagonal y que es material sentimental para toda una generación: el Drugstore, Stork Club... La calle de marcha de la zona alta. "No queremos que sea del todo un restaurante, pese a que lo puede ser de dos a cuatro. Hay sitios en los que tienes que pensar si te vas a presentar con camiseta o americana y corbata. No es el caso, pero si te sientas a comer pondremos mantel. Si solo te tomas una caña, ensaladilla y croqueta, no".
Abellan, uno de los padres de la tapa gastronómica contemporánea en Barcelona, y un cocinero que ha tenido desde chiringuitos de playa a estrellas Michelin, ha regresado a lo grande y haciendo lo que mejor sabe hacer: platillos para compartir que en realidad son platazos, por el acierto de los sabores, producto tremendo y la ruptura de algún que otro convencionalismo (sin pasarse de disruptivo). ¿La diferencia con Tapas24? "Aquí todo son platillos a base de producto de temporada. Claro, hay alguna cosa compartida como el bikini o las croquetas, pero el espacio y la cocina ya dan un de por sí un contraste de personalidad muy marcado", cuenta.
¿Ejemplos? Unas exquisitas setas de otoño, salteadas y con yema de huevo de Calaf, un plato que por potencia organoléptica absoluta y sensata ausencia de artificio no necesita de nada más.
El chef vive la mitad del año en Formentera, y el Vint-i-Quatre se beneficia de recetas de su restaurante isleño, Casa Natalia. Aquí, un atún akami –el lomo de la parte interior– a la mantequilla negra, piñones y kizami wasabi, un plato goloso, goloso, que se te clava en la parte del placer del cerebro al primer mordisco. "Me hago mayor, y cuando un plato me gusta, me gusta mucho. A veces te inventas un plato porque el sitio te lo pide. Y en otros casos, la receta viaja igual de bien de un sitio a otro", valora.
Y no hace falta recordar que hay recetas en el mundo de la tapa fina imitadas a la saciedad y de las que él fue pionero. Como estos finísimos chipirones rebozados con mayonesa de cítricos.
Es un sitio para todas las horas: cada día de 8.30 a 24 h: desayunos de cuchillo y tenedor a base de huevos de Calaf y pan como dios manda, pasando por la hora del vermut y el tapeo clásico, y cocina de más empaque, con la que comer ligero –ese tartar de tomate marca de la casa– o cascarte unos macarrones del cardenal un sábado al mediodía, con vistas a la siesta. Y tiene una terraza amparada por arquitectura modernista que es de las más bonitas de la Diagonal.
Lo que no ha perdido es el espíritu de chascarrillo vintage. El espejo nos recuerda que si tu pareja llama al bar y pregunta por ti, las tarifas van desde los 9 euros ("se acaba de ir") a los 17,50 de "no lo conocemos". Haciendo el símil musical, Abellan es una banda clásica con un disco nuevo muy bueno y que también toca todos los grandes éxitos.
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