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Una histórica biblioteca de Barcelona, ​​declarada Bien Cultural de Interés Nacional

El edificio se proyectó en 1874 y ha sido un asilo de gente mayor y las oficinas de la Guardia Urbana, entre otras funciones

Laia Jordà Sánchez
Redactora
Dipòsit de les Aigües
© Albert GifreuDipòsit de les Aigües
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La arquitectura de Barcelona es reconocida a nivel mundial y es uno de los puntos fuertes de la ciudad que atrae a miles de turistas cada año. Si levantáis la cabeza por la calle, seguro que descubriréis joyas arquitectónicas en las que nunca os habíais fijado y, si investigáis un poco más, encontraréis rincones maravillosos como el Dipòsit de les Aigües, convertido desde 1993 en la biblioteca del campus de Ciutadella de la universidad Pompeu Fabra. El edificio fue proyectado en 1874 y, desde entonces, se ha convertido en uno de los tesoros arquitectónicos de la ciudad y, ahora, el Gobierno lo ha declarado Bien Cultural de Interés Nacional, en la categoría de Monumento Histórico. Además, también se ha delimitado un entorno de protección en torno al edificio para garantizar una mejor preservación del espacio.

Pese a que lleva casi tres décadas funcionando como biblioteca universitaria, el Dipòsit de les Aigües no se construyó con esta intención, sino que debía satisfacer la demanda de agua que necesitaba el parque de la Ciutadella. Por este motivo, Josep Fontserè i Mestre proyectó el edificio en 1874 justo al lado del parque, donde ahora también está el Zoo de la ciudad. Un año después, el diseño de Fontserè i Mestre empezó a construirse mientras él era el director de las obras del parque de la Ciutadella, en el marco de la Exposición Universal de 1888. A pesar de que en aquella época ya era frecuente utilizar estructuras con pilares de fundición, Fontserè diseñó una estructura más clásica por el gran peso que debería soportar el depósito: utilizó una base de muros de carga con hileras paralelas de muros costaleros, perforados por arcos de medio punto de 14 metros de altura que todavía se conservan. En total, el depósito tiene 15.000 m³ de capacidad y se dice que el joven Gaudí participó también calculando la estructura, un trabajo que le valió para aprobar una asignatura de la universidad.

Con el paso de los años, el edificio recibió diferentes usos, como el de centro hospitalario y un plató cinematográfico, y las dos plantas bajo el depósito habían sido una sala de exposición de materiales de construcción, un asilo para personas mayores, un almacén de material del cuerpo de bomberos de la ciudad, un depósito de expedientes y las oficinas de la Guardia Urbana. Después de tantas vidas, el Ayuntamiento de Barcelona encargó a los arquitectos Lluís Clotet e Ignacio Paricio la recuperación arquitectónica del edificio en 1988. Unos años después, en 1993, el Depósito se rehabilitó para albergar la actual Biblioteca general de la Universidad Pompeu Fabra, que actualmente también acoge la sede del Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens i Vives.

Una de las bibliotecas más fotografiadas

La actual biblioteca de la UPF se ha convertido en una de las más conocidas y fotografiadas de la ciudad y cientos de estudiantes de diferentes universidades de Barcelona se acercan para intentar encontrar sitio para prepararse durante la temporada de exámenes. Para acceder, hay que bajar las escaleras que hay en el claustro central del campus de Ciutadella y recorrer un pasillo subterráneo que cruza la biblioteca nueva, un trayecto objeto de bromas entre los estudiantes de la Pompeu Fabra por su longitud. Las redes sociales también están llenas de memes sobre el frío que hace dentro, la complicación de encontrar un sitio para sentarse y de cómo mucha gente solo va para tomar una fotografía para Instagram y marcharse.

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