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El Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) acaba de estrenar Absis, un restaurante con una carta diseñada por el chef Albert Raurich, exjefe de cocina de elBulli y responsable de los restaurantes Dos Palillos –con una estrella Michelin– y Dos Pebrots. Como no podía ser de otra manera en un espacio institucional tan representativo, Absis apuesta por una cocina de tradición mediterránea, basada en el producto de temporada.

"No buscamos una cocina de vanguardia, sino platos que la gente reconozca y que sean buenos", explicó Raurich en la presentación del restaurante. La ubicación es, sin duda, uno de los grandes atractivos de un proyecto que anteriormente había estado en manos de Fina Puigdevall, bajo el nombre de Òleum: con una panorámica impresionante de Barcelona, Absis juega en la liga de restaurantes que son, al mismo tiempo, una atracción turística de primer orden.

En cuanto a la carta de Absis, Raurich ha dejado claro que su objetivo es mantener un discurso gastronómico honesto, sostenible y con productos de proximidad, siempre que sea posible. "Es un proyecto vivo, evolucionará con el tiempo según lo que nos pida el público", aseguró el chef.

Raurich, uno de los responsables de la influencia del sudeste asiático en elBulli, también es un estudioso de la historia de la cocina del arco mediterráneo. Y esta es la vertiente que desarrollará en Absis, que de entrada presenta algunos platos que remiten a sabores medievales y barrocos, como la caballa ahumada con menjar blanc o el pollo con vieira y melocotón de l'Ordal, inspirado en el del restaurante Cal Xim. Hay un menú ejecutivo por 35 euros y un menú degustación por 60, además de la carta y la posibilidad de pedir medias raciones.
La ejecución de la cocina corre a cargo de Vilaplana Catering, una empresa que también gestionará el resto de espacios gastronómicos del MNAC durante los próximos cinco años. Además del nuevo restaurante, la concesión incluye el Oval Cafè y la Terraza del MNAC, que incorporarán novedades como las creaciones dulces y saladas de Christian Escribà. Con esta apuesta, el MNAC no solo refuerza su oferta cultural, sino que también se posiciona como un destino gastronómico con personalidad propia.
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