[title]
Como vecino de Poblenou, me pasa a menudo: vas buscando un sitio para desayunar o tomar un café, y caes de cabeza en una cafetería o bar de diseño impecable, café de especialidad y bikinis a 6,30, donde una pequeña multitud de ''expats' (es decir, inmigrantes occidentales con dinero) bebe y mastica con entusiasmo. Ante la perspectiva de dejarte cuatro euros en una caña o seis en café-croissant, uno decide siempre buscar un bar manolo. Y mira, con lo que me topé fue con Henry's Bar (Llacuna, 92), una coctelería y bar de hamburguesas que, aunque parezca salido directamente de Brooklyn o el Bowery, es un negocio fundado por un hijo de Poblenou, Carles Vélez, y su pareja, la británica Sen Enver.
La pareja abrió Henry's Bar a finales del pasado verano, y es su versión del 'dive bar' de Estados Unidos, es decir, lo que aquí conocemos como bar de barrio o bar manolo, "un lugar de esos donde tanto te hacen un bocadillo como te ponen una cerveza o un cóctel", explica Vélez. Y de hecho, antes ya había un bar de toda la vida, del que han mantenido una preciosa barra de metal. El interior de Henry's es bonito y tiene un punto de acogedora sordidez que recuerda las series de David Simon (ya sabéis, 'The Wire' y 'Deuce'): sofás de cuero naranja, luz roja ténue, una bola de discoteca, sillas de fórmica...
La historia podría ser un buen argumento de comedia romántica: cuando tenían veinte años, Enver y Vélez se conocieron porque trabajaban en bares de Nueva York, uno frente del otro. Y pasaron una quincena de años viajando por Estados Unidos, trabajando en hostelería: bares, restaurantes y coctelerías. Y ahora han vuelto a casa para montar su bar: "Queremos que te sientas como en casa, que vengas, te sientes en la barra y hables con nosotros. Eso en Estados Unidos es normal, porque los pisos son pequeños, y la gente hace mucha más vida en el bar que en Barcelona", explica Vélez.
En Estados Unidos la gente pasa más rato en el bar que en casa, y queremos que te sientas como en casa
Enver se siente orgullosa de una carta de cócteles de autor donde el adorno de la copa es austero y muy dirigido hacia el sabor de creaciones como un Smoking Melon, un cruce ahumado y retro de Japón y México con licor de melón, mezcal, pepino, yuzu y limón. "Todos los infusionados y clarificados los hacemos nosotros", puntualiza la 'bartender', que es capaz de inventarse tragos maravillosos como un Tommy –versión en cóctel de la sopa Tom Yam vietnamita!– (pero si sales del curro y quieres un muy terrenal gin-tonic o dry martini te lo preparan, por supuesto).
Las cañas están bien tiradas (¡a 1,90!), hay 'happy hour' de cócteles de Spritz y frozen margaritas a 5 euros (de lunes a viernes de 16 a 20 h) y también cocinan unas smash burgers hechas con entraña bien picadita tremendas y bien de precio, que no pasan de nueve euros.
Todo ello los sitúa en una franja de barrio que corrobora su hermosa terracita con hamacas de playa (¡que se hicieron traer de Florida por correo!) y que los viernes por la tarde está a reventar. "Este es un sitio muy casero, y si te fijas tiene mucho que ver con lugares del barrio de toda la vida como el Bar Mónaco", dice contento Vélez.
Pues bienvenidos a vuestro nuevo bar favorito.
NO TE LO PIERDAS: Las mejores coctelerías de Barcelona