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Éste será el Grec de Sílvia Pérez Cruz. Ha actuado muchas veces en el festival, pero nunca lo había inaugurado, y lo hace con tres fechas seguidas (26, 27 y 28 de junio) y acompañada de una pléyade de artistas que forman parte de su universo. Natalia Lafourcade, Pepe Habichuela, Damien Rice, Carmen Linares, Salvador Sobral, Rita Payés, Nico Roig, Carme Canela, Judit Neddermann, Juan Quintero, Carles Denia y Celeste Alías son algunos de los músicos amigos que estarán con ella en el escenario del Teatre Grec, pero es que además lleva a salas como el Jamboree y La Paloma ruedas de cantautores, de flamenco, de nuevas voces y un concierto de Carme Canela y Celeste Alías. Y es que el artista de Palafrugell es mucho más que una cantante, es una estrella que a lo largo de su trayectoria ha tejido una constelación a su alrededor.
Este Grec es muy especial porque inauguras el festival y, además, en el programa hay una serie de espectáculos a tu alrededor.
Es como una constelación de mi vida, de la amistad, de los territorios a los que he viajado, familia, amigos... Muchas cosas confluyen. Y ese disco habla de una vida entera. 'Toda la vida, un día' habla de todas las etapas. Y una de las cosas que intento es reivindicar la belleza de todas las edades. Como ejemplo, pongo la vida de los artistas, todos necesitamos artistas que nos acompañen en la edad que tenemos. No es lo mismo escuchar a alguien que habla del miedo o de la muerte a los 20 que a los 30, a los 40, a los 50... Le propuse a Francesc [Casadesús, director del Grec]: Por qué no hacemos conciertos con gente joven, con gente contemporánea, con gente mayor? La idea era hacer más vivo el concierto, más sentido.
¿Cuánta gente habrá en los tres conciertos del Teatre Grec? Porque en tu último disco 'Toda la vida, un día' (2023) hay 90 músicos.
En el disco participan dos coros distintos y esto sube también la media. Pero el día de la inauguración hay un coro de unas 35 personas, hay cuatro saxofonistas, dos trombonistas, dos violas de gamba, la banda en si, que es un violonchelo, violín, un contrabajo, dos bailarines –Andrés Corchero y Karen Lugo–, y los invitados, que somos amigos, y me dijeron que sí. Juan Quintero, Natalia Lafourcade, Damien Rice... Me parece bastante increíble que todo el mundo pueda. Ahora empiezo a ser consciente de lo que significa, de decir: “uy, éste será un concierto importante en la vida”.
El hecho de inaugurarlo te hará sentir reivindicada.
Cuando Francesc contó todo lo que quería, los valores que quería cuidar en este último festival, yo estaba muy de acuerdo y me siento muy, muy agradecida. Es verdad que siempre me ha tenido muy en cuenta y me ha cuidado. Y me gusta que haya mucha gente de aquí. Hay algo también de la amistad, de los vínculos, de casa. Hablo de toda la escena de Barcelona, hay muchos músicos que están vivos ahora mismo, de muchas generaciones. Llamé a amigos del coro donde yo había empezado en Palafrugell y vendrán seis. Es esto, los territorios, la familia, los amigos. Claro, que venga Natalia [Lafourcade], que es de México y tenemos una amistad muy bonita; Juan Quintero, de Argentina; Role [Berrío], de Cuba; Damien [Rice] de Irlanda, que el año pasado me invitó a su gira... es muy bonito. ¿Sabes cuándo montas una cena y viene mucha gente? Y a la vez cuento cosas de la ciudad. Es una ciudad que está en un momento muy creativo, hay gente haciendo maravillas y hay vínculos con otros territorios que están vivos.
Es un orgullo haber sido una inspiración, un referente para voces tan bonitas
Tú siempre te has rodeado de gente con mucho talento. Hay otros artistas que no lo hacen, no sé si porque quizás quieren brillar más, pero tú nunca has tenido miedo de rodearte de gente y tu carrera también se ha alimentado de estas colaboraciones.
Bueno, tiene que ser gente que esté un poco en la misma sintonía. Yo necesito que tengamos un mismo lenguaje, no me gusta tener gente que me acompaña, me gusta compartir la música en el escenario. Y deben ser músicos buenos, por supuesto, pero valientes y generosos. Y sobre todo tener las ganas de cuidarte y no tener miedo al error. Es que para mí el escenario es como una pequeña sociedad, debe haber todos los valores que a mí me gustan. Por eso, si siento que alguien solo me está acompañando, muero de pena. Me preocupa, no quiero, porque desde pequeña hago música, porque he estado siempre rodeada de músicos. Yo necesito oír que formo parte de la fiesta, de la conversación.
Esto se ve muy bien en el disco con Marco Mezquida, el directo ‘MA. Live in Tokyo’ (2020), que es como si os dejaseis caer por un tobogán, ¿verdad?
Porque con el dúo puede quedar más patente, deben ponerse de acuerdo sólo dos personas. Entonces, el silencio es mucho más evidente, es como si hubiera una especie de ola, no sé cómo decírtelo, como cosas que no tienes que decidir, como si hubiera un latido del planeta. Físicamente, algo que te empuja a saber cuándo debes entrar, sin contar, te dice adónde tienes que ir.
¿Es como la confianza ciega de los trapecistas en el circo? ¿Qué te sueltas porque sabes que te cogerán?
Esto no lo había pensado, claro, es el extremo. Yo debo sentir esto. Y quiero que sientan esto los que están conmigo. Que siempre les cuidaré. Nunca los dejaré solos. Y los errores forman parte de la belleza del camino. Me encanta hacer brillar a la gente. Me encanta sacarles lo mejor. Y por eso deben estar cómodos y sentir que no son cualquier persona. Yo quiero sentir que me estoy realizando, pero que cada persona que me acompaña también. Y si esa persona está feliz, la belleza se multiplicará.
En el disco coqueteas con el autotune y quería saber cómo te relacionas con este instrumento.
Fue casualidad. He grabado el disco en varios estudios y en ese momento estábamos en el estudio Sol de Sants con Alberto Pérez. Allí graba también mucha gente del trap y me hablaban del autotune y digo “hostia, nunca la he probado”. Y lo hicimos con 'El poeta es un fingidor'. Es una canción que habla de la dualidad, de la persona y su máscara, y de cómo la máscara también le define: "El poeta es un fingidor, finge tan completamente, que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente ".
Pessoa, ¿verdad?
Pessoa. Es en esta canción. ¿Y qué hay en la canción? Hay una voz en directo en Madrid y una voz en autotune, que son como los dos extremos, y por eso me gustaba lo que contaba. Lo que está pasando con el autotune es que se puede utilizar de muchas formas. Como efecto lo entiendo perfectamente y te vas acostumbrando. Lo que veo es que para mucha gente ya es su voz, por lo que sólo cantan con él. Siempre. Gente que graba con todo el montaje, ese efecto, el otro... Y creo que piensan que es su voz. Puedo entender que te guste y que quieras utilizarlo, pero me da un poco de miedo que te aleje de la voz que tienes. Es un trabajo muy distinto al que yo hago y con el arte, a veces, veo como oficios diferentes. Pero para mí, el arte es libertad. Antes había cosas que me afectaban, hasta que entendí que lo importante es que es libertad y que lo que uno debe saber es lo que viene a cuidar. Y yo he entendido que lo que hago es cuidar la belleza de la vulnerabilidad. La belleza y la fortaleza de la vulnerabilidad, esa parte humana.
Supongo que la sensación física de cuándo cantas debe ser muy diferente cuando no pasa por determinados efectos. Tú eres la caja de resonancia, el efecto.
Es otro oficio. Imagínate la sensación de que todo se puede romper y la sensación de que nada se puede romper. Son caminos opuestos, con resultados distintos.
Como con mi padre no hablábamos mucho, creo que aprendí a decirle las cosas cantando
¿Cuándo descubriste que tenías un don para cantar?
De hecho, en el directo que hacemos ahora también reivindico el oficio del músico. Es algo artesanal de muchas horas. Lo que me pides lo detecto a los 12. A los 12 años detecto la vocación. Cuando veo que existe como un trance, una necesidad. Y que aquí me quedaba sin cuerpo, sin tiempo y conectaba con todos mis valores y existía toda la libertad. No sé, es muy difícil de explicar. Que me decían que cantaba bien o tenía facilidad, desde muy pequeña. Porque empecé a los 3 años en una escuela y sabía que tenía oído, que tenía facilidad por la música. Bueno, no lo sabía, me lo fueron diciendo. Es que saber cómo es uno es complicado.
¿Te vas entendiendo sobre la marcha?
Y por comparación, vas viendo lo que va pasando y dices: "Ah, yo era así". Pero la vocación, eso de decir "hoy ha pasado algo especial", fue a los 12 años, después de cantar 'La bella Lola' con mi padre en la taberna donde él cantaba.
¿Todo viene de las habaneras? ¿Todo viene de tu padre?
No, de mi madre.
Tu madre escribía letras, ¿es la parte de la poesía?
Mi madre es historiadora del arte y tiene una escuela de arte. Escribió la letra [de 'Vestida de nit'], mis padres hicieron dos canciones juntos. Mi padre trabajaba en una fábrica y su pasión eran las habaneras e ir a buscar canciones anónimas a Cuba. Hacía arreglos y tocaba. Y en la taberna, la mesita, después de comer, beber y cantar, aquello era su felicidad. Era un ritual que yo vi desde pequeña y que se ensayaba en casa. Pero la sensibilidad por el arte me la ha dado mi madre, que es quien me ha criado. Enseñar a mirar, a cuidar las emociones. En su escuela había pintura, cerámica, cursos de cine, todas las artes. Pero el directo lo conocí con mi padre. Y como no hablábamos mucho, creo que aprendí a decirle las cosas cantando. Y que se emocionara todo lo que no podía hablar. Creo que hay algo de aprender a transmitir emociones por esta voluntad de que supiera qué sentía. No sé, nunca lo había dicho.
Cuidas mucho las letras. No sé si te cuesta mucho o no, pero hay imágenes muy potentes en el disco.
Sí, creo que en este disco están las mejores letras que he escrito. Mi madre sí tiene mucho don de palabra. Así como tengo muchos recursos con la música, no sabía cómo se hacía la letra. Y lo primero que escribí era el disco '11 de novembre' (2012), que era mi primer disco en solitario. Era sobre la muerte de mi padre y pensaba "la forma no la conozco, pero la emoción es verdadera, algo tendrá". Y después de conocer poetas, leerlos o cantar canciones que me gustan fui entendiendo un poco el lenguaje escrito. En realidad fue con mi primera conexión con el teatro, con Joan Oller. Y con Joan Oller estaba enamorada de Espriu y decía mucho las palabras. Y ahí empecé a entender la fuerza de la palabra porque con la música las palabras me quedaban pequeñas. Y ahora no, ahora siento igual la fuerza de la palabra y de la música. Y este disco lo he escrito sin pensar. Me salía y no borraba. Estoy más suelta escribiendo, pero es algo de estos últimos tres años.
Ahora hay muchas más voces como la tuya, que parten del folklore para hacer música contemporánea, pero cuando empezabas tenías menos referentes. ¿Crees que has creado escuela?
Soy consciente de ello porque me lo han ido contando mucho. Al principio no lo entendía y ahora digo, "sí, ¿verdad?" Tenía el gran referente de Carme Canela como cantante, una persona muy conectada con la emoción; a mi madre y, de otra generación, estaba Maria del Mar Bonet. Pero habían pasado muchos años.
Ya saltabas de generación.
La edad de mi madre. No era lo que yo vivía. Lo que yo hacía era raro, por lo que me han dicho, tenía una manera de cantar más...
¿Melismática?
Sí, que es mucho de la península, pero que quizás aquí estaba un poco en desuso, porque seguro que todas las abuelas... No sé, hay una manera de cantar que es verdad que hubo muchas personas que me decían, "ostras, mira, me recuerda a ti", y alguna vez había pensado que era yo misma.
¿Te ha pasado esto?
¡Sí!
¿No puedes decir con quién?
¡No!
¿La conoceríamos?
Sí [ríe]. Lo cierto es que ahora me emociona mucho. Al principio me costaba entender, porque uno hace su vida y es cómo... puedes sentir que los espacios se cruzan. Pero con el tiempo estoy muy orgullosa. Es como si les hubiera abierto una puerta en el canto y con la voz y, en lo que a creación se refiere, no había tantas cantautoras, ahora hay muchísimas mujeres que crean. Y tampoco había mujeres instrumentistas.
Yo pienso en Rosalía, Maria Arnal... hay muchas más, pero estoy seguro de que has sido un referente para ellas.
Sí, me lo han dicho. Ahora ya puedo decirlo, porque lo he hablado con ellas y lo sé. Y sí que fue una puerta y entonces tuvieron que hacer su trabajo para liberarse. Hay personas que te ayudan, te sientes en resonancia y entras en ese camino, y entonces hay una voluntad y una necesidad individual de decir: "ahora quiero terminar de definir mi voz". Y es un orgullo haber sido una inspiración, un referente para voces tan bonitas. Es fuerte, si miro atrás. Porque ahora, de hablarlo con gente, sé que son unas cuantas. Y me emociona, qué bien, que haya más voces libres, que se encuentren ellas mismas, y más mujeres creadoras. Me encanta. Y más mujeres músicos madres. Me sentía muy sola en muchas cosas y no lo sabía. Qué momento me tocó. Pero fue para mí muy natural.