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La pandemia nos ha cambiado la vida de arriba a bajo, ha girado del revés nuestras rutinas y ha sido un frenazo de las que hacen ruido. Los libros de historia explicarán causas, las cifras de contagios, también de muertos, pero seguro que se dejan por el camino los cosas buenas. Sí, porque cualquier cambio es una puerta abierta a nuevas sensaciones, hábitos y retos para alcanzar. Durante el confinamiento descubrimos que llevábamos un cocinero dentro, que nos podíamos cuidar sin salir de casa o que a los balcones de Barcelona se concentraban más ritmo y gogos que una noche de Apolo.
2 meses en semi-cuarentena fueron suficientes para descubrir (y sufrir) otra forma de vivir. Andrea Nutini, profesora de yoga y 'coach' motivacional, también se vio, como la mayoría de gente, afectada por las restricciones y las medidas de seguridad. Ella, sin embargo, puso en práctica aquello tan fácil de decir y tan difícil de hacer: "adaptarse a los nuevos tiempos". Ella encontró solución al problema de no poder reunir gente, de núcleos familiares distintos, en un mismo espacio cerrado. "Decidí llevarme el yoga a la calle a primera hora del día y así poder aprovechar el silencio, la energia y la calma de la ciudad", resume en una frase su impulso para no quedarse quieta y enfrentarse a las nuevas costumbres. Más adelante decidió retransmitir las sesiones a través de su cuenta de Instagram y es, justo allí, donde multiplicó por tres los yoguis madrugadores que la querían seguir.
La primera "clase exdoor" en la pintoresca y simbólica plaza Sant Felip Neri se hizo a mediados de abril a las 6.30 de la madrugada. El saludo al sol fue literal y, sin darse cuenta, un grupo de 6 personas acababan de darle otra utilidad a un espacio más pensado, equivocadamente, por los turistas que por los mismos vecinos del barrio. ¡Nada más y todo a la vez!
Asanes y ni un turista
Pronto hará tres meses de aquella primera experiencia. "Es increíble sentir la energía que se respira en un lugar tan lleno de belleza y al mismo de tragedia", refiriéndose a los niños muertos por la metralla durante los bombardeos de la Guerra Civil. Los hoyos de las paredes, Sant Felipe Neri y las palomas son testigos de sus sesiones llenas de posturas imposibles y asanas. Ningún turista, por cierto. Andrea solo ha hecho que sumar practicantes en unas sesiones que han ido alternando 2 espacios muy especiales del Gótico: Sant Felipe Neri y la plaza de la Catedral de Barcelona. "En septiembre queremos probar en otros espacios como la plaza de delante del MNAC, en el parque de la España Industrial o en lo alto del MACBA", nos cuenta Andrea Nutini. Este mismo miércoles 12 de agosto ha organizado otro encuentro 'yogui' en la plaza Sant Felip Neri (7 euros) de 6.30 a 7.30 h.
Andrea tiene muy claro que "Barcelona vive un verano excepcional pero, con turistas o sin ellos, la ciudad está llena de lugares de paz si sabes encontrarlos e ir en el momento indicado", dice Nutini mientras se despide, un miércoles más, de sus compañeros yoguis después de la sesión en Sant Felipe Neri. Namasté!