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Entre una tienda de iluminación vintage y un taller de reparación de lámparas se encuentra este peculiar ático cerca del parque Joan Miró, que también es el hogar de María y Martin. Picado en el timbre y escuchamos los ladridos de Dee Dee, un pequeño perrito bautizado en honor al bajista de Ramones, que nos huele mientras la pareja nos hace pasar al comedor. Nos sentamos en una mesa y observamos la librería de acero donde los nombres de Terenci Moix, Fernando Pessoa, Bram Stocker y Mary Shelley hacen compañía a catálogos de diseño de todo el mundo. Hay un 'arcade' antiguo y, sobre la mesa, una lámpara esférica de color rojo. "Es una primera edición de una Martinelli Cobra", nos explica Martin. Nos confirma que estamos en el sitio indicado. Durante la pandemia, él y María empezaron a reparar luces vintage y a venderlas por Instagram. Ahora se dedican a ello.
El comedor es una muestra de su gusto por el 'retro'. Pero lo mejor del piso es la habitación que han destinado, únicamente, a las lámparas que han ido acumulando. Me explican, entre pantallas y cables de colores, que ahora “van muy buscadas las luces rojizas, sobre todo aquellas que tienen forma de seta”. De tantas lámparas que hay, no podemos contarlas. “Vamos a buscarlas a ferias de Francia y de Italia”, indica María, “y Martin las repara”.
Esto nos lleva a una tercera estancia, el taller de Martin. Una sala pequeña y ordenada meticulosamente. Destornilladores, alicates, clavos e interruptores: todo tiene su sitio y es fácil de encontrar. "Incluso hay un cajón solo lleno de enchufes", me enseña Martin. Reparar las luces en casa permite abaratar sus costes, pero es todo un reto. A veces deben desmontar lámparas enteras para poder aprovechar sus componentes (¡como si fueran donantes de órganos!) y han llegado a pedir a México alguna pieza que les faltaba.
Su filosofía es ofrecer lámparas vintage asequibles. “Siempre nos encontrábamos que, para conseguir un objeto especial para nuestra casa, todo era extremadamente caro”. El modelo de tienda online les permite ser más flexibles con los precios, lo que ha hecho que por su casa hayan pasado personajes de todo tipo. “Recibimos a gente del mundo del arte, usuarios que nos han descubierto por Instagram, gente mayor que quiere recuperar los modelos de su época y turistas que buscan luces que quepan en la maleta!”, ríe María.
'Retropickers' nació en plena pandemia, cuando sus circunstancias laborales cambiaron. “Pensamos: ¿por qué no hacemos algo que realmente nos guste?”, dice María. El trabajo les permite dar valor al diseño español y darlo a conocer. “Tenemos un problema, ¡en España se lanzaron muchos objetos!”, alerta Martin. “Tengo clientes que me dicen: ostras, esta luz la tenía mi abuela en casa, ¡y la hemos tirado!”, añade. Un ejemplo de esto lo tienen en su casa. Las estanterías modulares Multi Strux, de los años 60. Aunque llenaron muchos hogares en su momento, ahora son difíciles de encontrar. Ese desconocimiento general, a veces, les juega a favor: “Buscando por Wallapop hemos llegado a encontrar objetos de alto valor por 40 euros”, explican.
Las modas van cambiando, pero el vintage es de por vida y, además, es una opción sostenible. Además, María tiene claro que las luces retro son una buena inversión: "La gente conserva muy poco mobiliario entre mudanzas, pero una lámpara te la podrás llevar a todas partes". En cuanto a los precios, hay desde pequeñas luces flexibles por 60 euros a primeras ediciones de entre 600 o 700. “La media sería de 150 euros la pieza”, añaden, “un precio muy competitivo si se compara con el de una tienda de antigüedades”. Venga, el último dato: para hacerles una visita es necesario escribirles un mensaje directo por Instagram a @retropickersbarcelona o contactar con ellos a través de su página web.
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