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Una vez me encontré a Jarvis Cocker comprando camisetas de segunda mano en Portobello y pensé que estaba a pocos centímetros de la persona más 'cool' del planeta. Entonces, Pulp aún publicaban discos y estaban en la cúspide de su carrera. Debió de ser aproximadamente por la época en la que hicieron su primer Primavera Sound: en 2002 fueron los primeros grandes cabezas de cartel del festival. Ahora, Jarvis Cocker tiene 60 años y Pulp no ha sacado ningún disco nuevo desde 2001, pero por alguna razón, nadie ponía al grupo en el cajón de los regresos impulsados por la nostalgia de los 90, por alguna razón los seguimos colocando en el de los grupos plenamente vigentes, los que siguen grabando discos y siguen estando de actualidad.
Por lo que se pudo ver la noche del jueves en el Primavera Sound, es como si los de Sheffield nunca se hubieran ido. El mismo carisma, la misma elegancia, la misma intensidad. Jarvis y compañía regalaron a los espectadores un show impecable, con canciones antiguas, sí, pero por las que no parece haber pasado el tiempo, incluso puede que el tiempo les haya jugado a favor. Sí, Jarvis y Pulp han envejecido muy bien.
Un repertorio previsible, por tanto, pero perfectamente ejecutado, con el apoyo de una sección de cuerda y un sonido mucho mejor del que habían tenido antes Vampire Weekend y Amyl and the Sniffers (lo que hizo Beth Gibbons en el Cupra momentos antes fue muy distinto, otra liga). Una banda compacta, con los miembros de sus mejores años y la excepción del bajista Steve Mackey, fallecido en el 2023, para quien Cocker tuvo un recuerdo (también lo tuvo para Steve Albini).
Movimientos andróginos
Empezaron con canciones del 'Different class' (1995), atacando enseguida el hit 'Disco 2000' como diciendo que sería un set generoso, que no se dejarían nada en el tintero, sobre todo de sus tres últimos discos, los más conocidos. También sonaron piezas algo más antiguas, del 'His 'n' hers' (1994) como 'Pink glove', 'Do you remember the first time' y 'Babies', que funcionaron a la perfección entre las de 'This is hardcore' (1998) y 'We love life' (2001), con un Cocker fiel a su icónica flaca figura de grandes gafas y movimientos andróginos, que supo llevar el show hacia lugares interesantes sin que nunca decayera.
Hasta que estalló lo que todo el mundo estaba esperando, un 'Common people' que hizo cantar y saltar a una audiencia feliz de haberse reencontrado con un grupo que nunca se fue de la memoria colectiva de los aficionados de cierta edad, pero que estaba bastante desaparecido (hacía trece años del último concierto en Barcelona, también en el Primavera Sound), y que ejerció de excelente cabeza de cartel de la noche del jueves. "Qué bien le quedan los cuatro pelos que le quedan, al hijoputa", no paraba de gritar un fan admirado de la presencia escénica de este Jarvis que, por qué no, sigue siendo uno de los hombres más 'cool' del planeta.