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“¡No te creo!”, suelta sorprendido Pedro Alonso (Vigo, 1971) cuando el periodista le explica que este es su segundo encuentro, muchísimos años después de una entrevista en los inicios de ambos. El motivo de entonces era hablar de la que fue la primera película del intérprete, Alma gitana (1996). “Yo empezaba, y venía de pasar dos años con La Fura dels Baus, que fue mi primera experiencia en el oficio. Nos podemos felicitar de estar vivos”, dice entre risas. Tras aquel debut con rol protagonista llegó la irregularidad, la falta de oportunidades hasta llegar a flirtear con tirar la toalla. No sería hasta 2008 cuando la serie gallega 'Padre Casares', primero, y 'Gran Hotel' (2011), después, le hicieron recuperar la fe en su oficio.
Tres décadas más tarde, y tras unos cuantos altibajos laborales, el actor gallego sigue aprovechando el radical cambio de vida, profesional pero también personal, que llegó con el fenómeno global de 'La Casa de Papel'. En el spin-off que Netflix estrenará el próximo 29 de diciembre, y que toma el nombre de su personaje, 'Berlín', Alonso sigue encabezando a una banda de ladrones, pero, en una precuela que viaja hacia atrás en el tiempo, nuestro hombre no es aún el sociópata que conocimos. En la nueva serie, lidera a un grupo de personajes dispuestos a desvalijar una casa de apuestas parisina que salvaguarda (o intenta salvaguardar) la colección de joyas más valiosas nunca vista. Con un tono mucho más ligero y sofisticado, 'Berlín' llegará a la plataforma dispuesta a repetir éxitos no tan pretéritos.
¿Qué hay de aquel Pedro Alonso de Alma gitana respecto al que tengo delante?
Pues mucho y nada. Cuando he vuelto a Vigo y me he encuentrado a gente conocida, amigos del instituto, y me dicen que estoy igual... ¡absolutamente no! Cada vez tengo más la impresión de que la vida son varias vidas. He cambiado en muchas cosas, sobre todo en términos de equilibrio energético y de atención, yo tenía algo como de ansiedad, tardé años en ajustar mi foco, porque no terminaba nada, pero sí es verdad, y lo digo con cuidado, que los últimos años siento que mis herramientas están más ubicadas, y me he reconciliado con la comunicación en todos sus frentes: estoy escribiendo en prensa, estoy terminando la posproducción de una serie documental que he escrito, he podido pintar... y unas cosas alimentan a las otras. Me he reconciliado con el pulso que tenía al principio, con aquella curiosidad desde un lugar más balanceado.
Esas ganas de comerse el mundo propias de la juventud...
Sí. Yo era una cabra. Será el titular, ya lo verás... [risas].
Es evidente que hay un momento en el que el fenómeno de 'La Casa de Papel' hace que tu vida cambie. Y quizás es mejor que te llegue pasados los 40 que a los 20 y tantos, como les pasó a algunos de tus compañeros...
Yo escribo mucha no ficción y lo he escrito todo, y ahí hay verdaderas bombas atómicas. Y he llegado a la conclusión de que no por ser más jóvenes lo van a gestionar peor, y que no por ser más cabal lo vas a hacer peor. Porque los síndromes que ese fenómeno ha desatado... Y he visto algunos que me han hecho llevarme algunas sorpresas increíbles. Hablar de mi propia salud mental siendo yo el interesado tiene su peligro, pero sí es verdad que eso me llegó en un momento vital en el que me estaba trabajando mucho. Enseguida sentí que tenía que poner distancia y, por decirlo de forma resumida, tuve claro que quería reconocerme una vez pasase el fenómeno. Y había tenido tiempo de ver que la velocidad es bestial: si tú crees que eres eso que te dicen, vas a morir. Si tomas decisiones porque te crees que puedes dar por sentado ciertas cosas, seguramente te vas a arrepentir. Entonces privilegié la desaceleración, mi propio crecimiento personal, y no niego que es una prueba, y puede ser una prueba fuerte, pero también es una oportunidad. Y yo he tomado esa oportunidad para producir una serie documental, he desaparecido un tiempo, he dicho “no” a muchas cosas, he escrito un libro, he publicado en prensa... He utilizado esa estabilidad para acceder a talento y a gente, y para seguir desarrollando mi propia búsqueda.
Si tú crees que eres eso que te dicen, vas a morir
Has tenido que decir que no viniendo de una larga trayectoria en la que, probablemente, tuviste que decir a demasiadas cosas que sí. Entre esos “no”, ¿alguno que nos pudiera dejar el culo torcido?
Mira, yo ya me había comprometido a rodar el documental. Y las piernas me temblaron, no volváis a hablarme nunca más de esto, cuando me ofrecieron algo que era ¡una barbaridad! Y luego se me cayó el documental, porque tardé un año más en levantarlo. Pero después, en ese proceso de búsqueda que te contaba, creo que, si encuentras tu velocidad, todo lo que pasa es porque tiene que pasar. Entonces procuro seguir cada vez más conectado con mi propio ritmo y estar más abierto para leer las señales. También estoy cada vez más tranquilo con respecto a eso. Yo no lo quiero hacer todo, ser el que más acopio haga de lo que sea. Solo quiero seguir mi propio camino. La vida me ha regalado esto, y yo lo tomo como una ola, y sigo surfeándola con atención en todos los frentes, pero no es la totalidad de mi vida, ni mucho menos. Pero sí, he vivivo momentos peores, desde luego.
Antes de 'La Casa de Papel' viviste momentos complicados. ¿Pensaste en abandonar?
Sí, yo recuerdo que, con 30 y tantos, cuando empecé a meditar, tuve un momento de reseteo absoluto. El software que tenía ya no me valía, no me llevó a un buen sitio. No me sentía bien. Sentí que se me había pasado el tren, estaba arruinado, con una hija de cuatro años... Me he comido momentos difíciles. Pero después he visto que ¿quién no? En el mundo de la comunicación, sea cual sea tu disciplina, ¿quién no ha tenido momentos guadiana? De repente todo colapsa, no puedes dar nada por sentado... Esta es una industria que puede ser muy desagradable a veces, y maravillosa otras.
Vayamos a 'Berlín'. Tiene poco que ver con 'La Casa de Papel', más allá de tu personaje...
Sí, es otra cosa. Más ligera, más feelgood. Es un ejercicio de estilo muy fino porque no podíamos desnaturalizar al personaje pero obviamente estamos en otra clave, más de comedia romántica. Y tienes que creerte la convención y conectar con una verdad, y el personaje entra de repente en momentos desatados de comedia y en la misma escena hay giros narrativos en los que no resulta sencillo controlar la frenada. Un motivo más para estar agradecido, porque cada vez que he tocado una tecla con el personaje me la quitaban en el siguiente ciclo: empezó siendo oscuro, se murió, perdí el presente de la acción que para mí fue dramático, en aquellos flashbacks. No solamente sigue vivo en esta precuela, sino que ahora le estamos robando la mitología romántica a los franceses, así que yo ya no doy nada por sentado, me lo creo todo. Berlín es un personaje de personajes. Me lo imagino entrando en Hamlet y me lo como. Entonces es un regalo, y si estilísticamente seguimos navegando géneros, como actor es fantástico. Lo que en algún momento ha tenido de duelo, me lo ha acabado compensando. ¿Sabéis que ahora Netflix está pensando en hacer la niñez de Berlín y que lo haga yo? ¿Te imaginas? (risas)
¿Crees que 'Berlín' puede reeditar el éxito de la serie madre?
Mi vértigo, sobre todo cuando empezábamos a buscarle el tono a la serie, era que el cambio no dejara al personaje en ni carne ni pescado. Fragua muy bien esa nueva configuración, esa evolución, y el personaje sigue bombeando. Yo siento que ha vuelto a aparecer un golpe de magia, me siento muy tranquilo. Ya competir con la estela de 'La Casa de Papel'... Recuerdo cuando a Messi lo pusieron a competir con Messi. Hace ocho o diez años decían que estaba muerto, pero demostró que era posible tener más de una vida, y se ha reinventado como jugador. No sé qué va a pasar, no depende de mí, pero siento que he reforzado mi compromiso con el personaje, y creo que ha valido la pena y que hemos honrado el fuego. La vibra es buena.
Siento que he reforzado mi compromiso con el personaje; la vibra es buena
Volviendo al fenómeno de 'La Casa de Papel', ¿te ha pasado alguna cosa marciana en algún país remoto?
Pues me persiguió el ministro de Cultura de Erdogan en un viaje a Turquía para presentar mi libro, quería que me reuniese con ellos en la Torre Gálata. ¿Pero qué es esto? ¿Qué está pasando? Y lo tengo filmado, porque ahí estábamos haciendo pruebas para el documental, y es una película que parecía la Gestapo. Era como estar en una cámara oculta, y de esas he vivido varias.
Nos has citado varias veces lo de tu documental. Háblanos de ello...
A mí siempre me ha gustado la no ficcion. En la literatura está más normalizado, pero el documental es un viaje de no ficción a propósito de mi relación con las medicinas ancestrales, que siempre he llevado de forma muy íntima, incluso para gente cercana. Entonces es una especie de versión del viaje de Ulises, pero por México y para dar las claves de lo que yo entiendo de ese tipo de conocimiento ancestral. No pretende pontificar ni decir que es la panacea de nada, pero sí mi aportación para sacar el foco a esa cosa mental que hace que la gente no duerma por las noches. La gente no duerme porque estamos muy desconectados del cuerpo, y yo he encontrado algo en la meditación, en la pintura o en el chamanismo, que es un universo con mucha riqueza, con sus sombras, con sus truculencias y sus vendehumos. También hablo de eso desde mi subjetividad. Es un ejercicio de exposición descomunal, porque yo celebro en cámara, pero o lo hacía de forma honesta o ¿para qué? Ya está rodado y montado, estamos en posproducción, y ahora estoy viendo cómo distribuir ese trabajo. Pasé mis vértigos pero estoy contento de haberme atrevido.
También hablabas de 'El libro de Filippo', que presentaste en Turquía, y que habla de una regresión a vidas pasadas... Otro asunto controvertido.
Vivimos una cultura, la occidental, que desde el Siglo de las Luces mira con condescendencia a todo lo que no sea prueba-error-prueba-error. Hay gente a la que le parece estrafalario que alguien medite, o que te vayas con los indios a la selva a celebrar ritos milenarios. En cualquier caso, a mí también me gusta la coartada académica, y voy de la mano de un neurólogo... Hay 20 universidades en todo el mundo estudiando los principios activos de sustancias como esta. Y si te pones a leer, descubres que Sócrates y Platón hacían prácticas de visión, que duraron doce siglos. ¿Dónde está esa información? Contado hoy, Platón equivale a la razón, y resulta que era un esotérico. El conocimiento ha sido editado por nuestra cultura, muchas veces de las bibliotecas. Y yo hago mi propia búsqueda, y habrá quién piense que es una locura, por eso procuro informarme, documentarme, más allá de la cosa 'flower power' o n'ew age'. Hay estudios muy contrastados, y es un tema que me interesa. De lo que no tengo duda es que hay mucha gente que no descansa por las noches, porque la cabeza no le para. Hay un grave problema de salud mental, y la gente tiene los cajones de las cocinas de sus casas llenas de medicinas. Yo he ido por la selva con un señor con un machete que cortaba plantas: esto es anticancerígeno, esto para el reúma; hay un tipo de saber, como de las abuelas, que a mí me mola. Luego es verdad que la parte visionaria es golosa, pero no es la que más me importa de todo esto. Me interesa lo de entenderse, lo de estar más equilibrado, menos disociado...
Hay un grave problema de salud mental, y la gente tiene los cajones de las cocinas de sus casas llenas de medicinas
Muy útil para gestionar un fenómeno como el que has vivido.
Sí, una cosa es la que te dice la gente, y otra es la que está pasando. Si aprendo a leerlo en mí, mi vida a lo mejor crece en salud. No para darle la charla a nadie, simplemente para no estar perdiendo el culo yendo detrás de una zanahoria con una insatisfacción total. El otro día leí algo... Una cosa es vivir bien y otra es vivir mejor. Yo quero vivir bien, y eso es todo un arte.