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Lo estábamos esperando. Muchos. Tantos como para llenar la explanada de los grandes escenarios del Primavera Sound, este año recubierta de césped artificial. Caía el sol de 's'horabaixa' y no eran los Strokes ni Dua Lipa, los que congregaban a la multitud. Eran los Antònia Font cumpliendo la promesa y el sueño de tanta gente: reunirse en un escenario casi diez años después de dejarlo (lee la entrevista aquí).
Habían cumplido ya la parte de entregar un nuevo disco, 'Un minut estreboscòpica' (2022) y que la operación regreso, por tanto, no fuera una operación nostálgica. Las nuevas canciones son tan buenas como las anteriores y en los últimos meses la gente se las ha hecho suyas, no chirrían en el repertorio y el público se queda afónico cantándolas. Es como si no se hubieran ido nunca.
Salieron en un escenario sobrio, como son ellos, adornado solo con antenas de televisión y proyecciones de fondo, y no se entretuvieron. 'Un minut estreboscòpica', 'Me sobren paraules', 'Darrera una revista', Love song'... Los mallorquines iban enlazando una canción con la otra casi sin pausa, como si tuvieran prisa por meter el máximo número de piezas en el repertorio.
Pau Debon, para quien no parecen pasar los años, agarró la actuación por los cuernos y, mientras sus compañeros se concentraban en la ejecución instrumental, él establecía una comunicación preciosa con un público entusiasmado por el hecho de revivir algo que no parecía que fuéramos a revivir nunca, al menos con esa frescura, con esa sensación de plena vigencia, quizás incluso de necesidad (y las razones pueden ser muchas y profundas).
A pesar de algún problema de sonido muy puntual –se acoplaban los graves en 'Robot'–, Joan Miquel Oliver y compañía sonaron tan compactos como si se tratara de un final de gira, más que el primero de una serie de conciertos después de diez años sin tocar. 'Oh la la' (otro riff de teclado coreado), 'Miquel Riera', 'Armando Rampas', 'Mecanismes', 'Dins d'aquest iglú', 'Alpinistes-samurais'... Las nuevas rivalizando con las clásicas y el gustazo de volver a escuchar las palabras de Oliver en la voz de Debon, que te hace viajar y sentirte en casa a la vez.
Sonó 'Alegria', la canción más popular del grupo, pero solo era un aviso. El clímax llegó después de 'Tots els motors' (aquel riff de guitarra estilo 'All along the watchtower'), con un 'Astronauta rimador' in crescendo en la que Debon dio lo mejor de sí mismo y con un final electrizante que desató la euforia del público.
Declaraciones de amor
La prueba de que el repertorio estaba bien secuenciado es que el grupo sabía que hacía falta una pausa después de la descarga de adrenalina. De ahí que Debon hiciera 'Cartes de Ramiro', de 'Vostè és aquí' (2012), a cappella, antes de atacar la etapa final de un concierto de hora y poco, pero donde se concentraron muchas emociones. 'Amants perfectes', 'Una daixona de pols' y 'Clint Eastwood' sirvieron para volver a coger impulso y soltar, por fin, el 'Wa yeah' que todo el mundo había estado esperando (incluso los cámaras bailaban).
Podían haberlo dejado aquí, pero aún hubo tiempo para la historia de amor sobre hielo de 'Calgary 88', y para un final insólito, un 'Venc amb tu' del último disco que no es un hit explosivo, pero con una línea que parecía irónica en el contexto del Primavera Sound ("Veig un guiri orellut amb es mòbil en sa mà") y un mensaje que podía ser una declaración de amor al público: "D'una sola cosa estic segur: venc amb tu, jo venc amb tu, venc amb tu, i venc amb tu..." Y se fueron, pero sabemos que ahora están con nosotros y que siempre lo han estado.