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Al final, la lluvia respetó la jornada inaugural del Cruïlla 2023, la del miércoles, que desde hace algunas ediciones se dedica al rap y las músicas urbanas. Triquell fue el encargado de la desagradecida labor de abrir el festival a las cinco de la tarde, mientras cientos de asistentes guardaban cola para acceder al recinto. Lástima, porque si la entrada hubiese sido más fluida, seguro que el de Sant Quirze del Vallès habría comenzado con más público. Sin embargo, el grupo –en todo momento se presentó como banda: "som Triquell"– se mostró contundente desde un inicio y la explanada se fue llenando paulatinamente, al ritmo de canciones como 'CBD i espardenyes' y 'Jugular', de su primer disco 'Entre fluids' (2023).
A la misma hora comenzaban los conciertos de la barcelonesa Lia Kali en la carpa, con un directo eléctrico y una voz portentosa y aflamencada que bascula entre la rumba y las nuevas músicas urbanas; y el del malagueño Delaossa, con canciones que tiran más hacia el pop con deje rumbero que al rap, pese a las bases electrónicas. Tanto su concierto como en el del canario Cruz Cafuné –más contundente, más rapero–, pecaron de monótonos, quizás porque no tienen una propuesta escénica adaptada a un espacio tan grande como el escenario principal del Cruïlla.
Mucho más vibrantes se mostraron Las Ninyas del Corro, dúo de Sant Adrià y el Bon Pastor con un hip-hop 'old school' inteligente y combativo que no escatima ganchos melódicos ni consignas políticas: "¿Dónde ha quedado el rap protesta? Si el rap era para hablar de esto, ¿no? De que no podemos vivir en Barcelona por culpa de los precios del alquiler". De momento, Felinna Vallejo y Laüra Bonsai tienen un disco, 'Onna Bugeisha' (2021), e insinuaron que ya era hora de sacar otro. Las seguiremos con atención por las buenas canciones y por el directo, contundente, para el que contaban con bailarines y bailarinas de breakdance e incluso trataron de organizar un pogo. También ofreció un buen show el gallego Sen Senra, un artista curioso, porque empezó su carrera haciendo garage rock y ha ido evolucionando hacia una música urbana suave y tranquila, un poco en la línea de Frank Ocean y que en directo se refuerza con un coro de cuatro voces.
Otras raperas que también ofrecieron muy buenos conciertos fueron la valenciana Tesa con su 'Rap d'arrel' (con el 'cantaor' de Alcúdia Joanatan Penalba), y la vallesana Santa Salut, con una potencia escénica formidable, de principio a fin. Ambas actuaban en la carpa, mientras que la condición de cabeza de cartel recaía sobre Nicki Nicole, argentina de 22 años que cuenta con millones de reproducciones de sus vídeos y canciones y que se erigió en el plato fuerte de la noche. Con un show pensado y coreografiado –ahora sí– para grandes escenarios, congregó a la mayor parte de los asistentes y les deleitó con hits como 'Dispara' y '8 AM', mientras algunos disidentes se divertían con el alocado 'show' de La Élite, el grupo de punk electrónico de Tàrrega que puso patas arriba el escenario del anfiteatro con ritmos desenfrenados, más pogos y gritos de 'Mata a tu jefe'.