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L'aranya no solo nos permite recuperar un magnífico texto de Àngel Guimerà en el TNC que el director, Jordi Prat i Coll, ha llevado a su terreno, sino que también nos da la oportunidad de disfrutar en un mismo escenario a dos actrices fundamentales de la escena contemporánea: Mima Riera y Paula Malia. Riera es la protagonista, Rosa, la tendera. Y Malia interpreta a Isabel, un personaje secundario pero con mucho peso. Aunque ambas coincidieron en la serie Valeria (Netflix), nunca antes habían participado juntas en una obra de teatro.
Más allá de Valeria, no habéis trabajado mucho juntas, ¿verdad?
Paula Malia: Hemos coincidido en proyectos, pero no hemos tenido escenas juntas.
Mima Riera: Nunca nos mezclan. Estuvimos en Valeria, donde ella es una de las protagonistas de la serie y yo tengo un personaje en la tercera y cuarta temporada, pero casi ni nos cruzamos.
P.M.: Y aquí tampoco nos cruzamos mucho.
M.R.: Tenemos una escena.
¡Y además, Isabel intentará quitarle el marido a Rosa!
M.R.: Ya ves... La verdad es que me lo pone difícil, la tía.
¿Cuál ha sido el reto de interpretar una obra de Guimerà?
M.R.: Hace muchos años hice Terra baixa, como casi todo el mundo, creo. Para mí, esta obra, L'aranya, es muy especial porque el primer papel que interpreté siendo consciente de que quería ser actriz fue el de Nuri en Terra baixa, cuando tenía 13 años. El deseo de ser actriz nació en este teatro, además: en una función de Magda Puyo en la Sala Tallers. Después, fui al grupo teatral de Sentfores a interpretar a Nuri en Terra baixa. Volver a Guimerà tantos años después es brutal, y hacerlo en esta sala es, emocionalmente, muy fuerte.
El primer papel que interpreté siendo consciente de que quería ser actriz fue el de Nuri en 'Terra baixa', cuando tenía 13 años
P.M.: Yo nunca había hecho una obra de Guimerà. Es un honor hacer una, porque es un clásico y, al final, son textos que están muy bien escritos y prácticamente se interpretan solos. Pero siento más que estoy haciendo un Prat i Coll, lo cual es genial y es algo que, como actriz, tenía muchas ganas de hacer. Es como un check en la lista. Para mí, Jordi, como autor, director y creador, impregna mucho todos sus proyectos, en el mejor sentido. Todos los personajes son muy particulares y él tiene una manera muy creativa de trabajar.
¡Y a ti, además, te hace cantar en francés!
P.M.: ¡Sí!
M.R.: Revisitar los clásicos es también revisitar nuestro patrimonio cultural. Estamos muy acostumbrados a valorar lo que viene de fuera, autores maravillosos de fuera, pero a veces conocemos poco lo que tenemos en casa. De Guimerà conocemos muchas obras como Terra baixa y La filla del mar, pero dar a conocer al gran público una obra desconocida de este autor, que fue internacional y maravilloso, es una tarea que debemos hacer también.
¿Qué significa L'aranya para vosotras?
M.R.: Para mí es una gran oportunidad de interpretar un personaje protagonista en una sala como esta. También es un gran acto de amor. Siento que estamos haciendo una de las obras más personales de Prat i Coll, que, como él bien ha explicado, dedica a su familia y habla de sus orígenes. Está siendo algo muy especial... Cuando estás en medio de un proceso es difícil entender qué estás haciendo. Tal vez dentro de un tiempo pueda decirte “L'aranya para mí ha sido no sé qué”. Ahora mismo, para mí, es un acto de amor inmenso al teatro, a este oficio, a su familia y a sus raíces. Es increíble poder formar parte de este momento.
P.M.: Como obra, como artefacto, comienza de una manera y termina de otra muy distinta. La pieza es un drama. Lo que pasa es que, pasado por el filtro de Prat i Coll, empieza siendo bastante una comedia.
M.R.: Él te dirá que es un drama costumbrista.
P.M.: Todo sucede en una tienda de barrio. Hay un punto de nostalgia muy grande, porque la acción está situada en 1968 y hemos tenido que familiarizarnos con cómo se vendía y compraba en esa época: qué es una libra de queso o de jamón…
De entrada, te echas las manos a la cabeza, pero no es un comportamiento tan extraño, ni tan machista
M.R.: También el comportamiento de la época, porque muchas cosas las miramos desde el prisma actual, pero han cambiado y evolucionado mucho.
P.M.: De entrada, te echas las manos a la cabeza, pero no es un comportamiento tan extraño, ni tan machista.
M.R.: Como actor, desde dentro, no tienes que juzgar los comportamientos con la mirada de hoy, sino con la de 1968.
P.M.: Es un poco como 13 Rue del Percebe, porque dentro de esa tienda están los vecinos del barrio que vienen a comprar, y todos son bastante particulares. También tenemos una compañía maravillosa. Y poco a poco, La araña empieza a entrar en juego. Todo se va oscureciendo.
¿Habéis trabajado directamente la versión de Prat i Coll, o leísteis primero la obra original de Guimerà?
M.R.: Nos pasó primero el original y luego su versión. Pero no conocía esta obra hasta que nos llamó.
P.M.: Yo tampoco.
¿Qué sensaciones tenéis?
M.R.: Me parece muy interesante la versión que ha hecho.
P.M.: Es más lúdica.
M.R.: Sí, es más lúdica y tiene mucho sentido. Al final, le ha quitado el polvo, la ha acercado...
P.M.: No diremos qué, pero su final hace que la obra sea más contemporánea.
Prat i Coll cambia la localización de la obra: de Barcelona a Girona. Y hace que los personajes hablen en un cerrado gironés. ¿Esto también ha sido un reto?
M.R.: Un reto y, al principio, una gran dificultad. Porque cuando buscas la verdad del personaje, te expresas de una manera. Ahora pienso que al final se convierte en una herramienta que construye al personaje, como el vestuario o la caracterización... Nos ha costado sentirnos cómodos con esta manera de hablar.
P.M.: Yo me he librado, porque mi personaje es el único que es de Barcelona. Y yo soy de Barcelona... He aprendido muchas cosas, como el “mama, pessiga”, que significa que la comida quema. O “anar conill” (ir desnudo). Usamos muchas expresiones.
M.R.: Está haciendo un retrato de una sociedad concreta.
Mima, ¿quién es Rosa?
M.R.: Rosa es el personaje principal, una mujer que trabaja en esta tienda de ultramarinos y no puede tener hijos. El matrimonio protagonista tiene este problema: llevan años intentándolo, pero no lo consiguen. Entonces, deben luchar contra esta imposibilidad en una sociedad donde eso era prácticamente un fracaso.
Pero es más su marido quien quiere tener hijos, quien tiene el mayor deseo, mucho más que ella...
M.R.: Sí, y eso es algo nuevo, porque normalmente asociamos más este deseo a las mujeres. Y en esta obra, quien más lo anhela es él. Ella casi ni se lo plantea. En la versión de Jordi, lo más interesante llega hacia el final, cuando ella se pregunta si realmente quiere eso o no, si la vida que tiene es la que desea.
¿Isabel es un poco la antagonista?
P.M.: Es una mujer que viene de Barcelona, es una outsider en el mundo de Girona. Es moderna, se habla de que es libre, pero también está atrapada en las convenciones de su tiempo. Es muy amiga de Grimau, el propietario de la tienda. Salen mucho en el 600, van al cine... Ella es muy informal. Poco a poco, con Grimau, van tejiendo esta telaraña.
M.R.: Sería como el Yago de Otelo.
¿Otelo de Shakespeare es una referencia, verdad?
P.M.: Hay muchos paralelismos, sobre todo en cuanto a los celos.
M.R.: A los celos que los personajes van sembrando. La desconfianza...
P.M.: También hay algo similar a Terra baixa: la sensación de que, al acercarnos a la ciudad, todo se corrompe. El personaje de Miquel, el marido de Rosa, tiene algo de Manelic. Es un personaje muy puro que, poco a poco, se va manchando. Viene del pueblo, llega a la ciudad...
M.R.: ¡Y se corrompe!
Paula, L'aranya es tu segunda Sala Gran esta temporada, después de Ànima. ¿Cómo lo llevas?
P.M.: Muy feliz. Me siento muy afortunada. Como actriz, no siempre tienes la oportunidad de trabajar en un teatro así, en una sala así, con un equipo así. Aunque este es un proyecto muy diferente al de Ànima, es un lujo.
Y tú, Mima, este es tu primer papel protagonista en la Sala Gran...
M.R.: Es la bomba. Es un gran reto. Pero estoy muy contenta y me lo estoy pasando muy bien. Hay una responsabilidad, también, porque es una obra tan personal de Jordi... Al final, se la está dedicando a su madre, que vendrá el día del estreno. La he conocido. Con todo el amor y todo el corazón, se trata de poner el alma y todo lo que tienes a tu alcance para contar esta historia.