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Miki Esparbé y Ángela Cervantes iluminan el cine catalán de 2025 con dos estrenos sobre experiencias traumáticas

Reunimos a dos talentos que estrenan película: 'La furia', un relato desbordante sobre los efectos de la violencia sexual, y 'Wolfgang', una feelgood movie para toda la familia

Àlex Montoya
Escrito por
Àlex Montoya
Editor de cine
Ángela Cervantes & Miki Esparbé
Foto: Iván Moreno / Time Out Barcelona | Ángela Cervantes & Miki Esparbé
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Solo habían coincidido profesionalmente en el set de la divertidísima Donde caben dos (2021), pero Ángela Cervantes y Miki Esparbé tienen infinidad de vínculos y amistades comunes, empezando por el hermano de ella, Álvaro, que está a punto de estrenar Sorda: “Nos cruzamos hace unos días en Madrid, él volvía de la Berlinale, muy contento con la recepción de la película. Me han dicho que es estupenda. Estoy muy contento por él, se lo merece mucho”, dice Esparbé. “Él está muy feliz, tenía ganas de un proyecto así, más íntimo, tan bonito. Y la película me encanta, ya la he visto dos veces y me atravesó”, responde Cervantes.

Se abrazan con complicidad cuando se encuentran y charlan un rato antes de empezar la sesión de fotos que Time Out les ha propuesto compartir, aprovechando la coyuntura de que son dos de los intérpretes más reconocidos del país y que viven un momento magnífico, al menos aparentemente, porque a veces no es oro todo lo que reluce. Este mes estrenan película: él llega con Wolfgang (14 de marzo), la feelgood movie basada en la exitosa novela juvenil homónima de Laia Aguilar que ha dirigido Javier Ruiz Caldera, sobre un niño con espectro autista y altas capacidades, que trata de gestionar la muerte repentina de su madre y la aparición de un padre ausente al que ni siquiera conocía, el personaje de Miki. Ángela, por su parte, se deja la piel en la ópera prima de Gemma Blasco, La furia (28 de marzo), donde una joven superviviente de una violación debe transitar las oscurísimas sombras y el trauma de los días y meses posteriores a la agresión, gestionando, además, la testosterónica y muy inadecuada respuesta de un hermano que no sabe acompañarla en este camino.

Ángela Cervantes & Miki Esparbé
Foto: Iván Moreno / Time Out BarcelonaÁngela Cervantes & Miki Esparbé

Ambas obras son magníficas muestras de la buena salud del cine catalán y en catalán, y, aunque no tengan de entrada el mismo público objetivo (Wolfgang tiene una evidente vocación mainstream, mientras que La furia encaja en un cine más de autor; de hecho, inaugurará el festival D'A), ambas ejemplifican la enorme diversidad, tanto de sensibilidades como de talentos, de nuestra cinematografía. Esparbé y Cervantes juegan con el vestuario de COSTUMEbcn, un showroom dedicado al alquiler de ropa para publicidad y cine, el espacio elegido para nuestra sesión fotográfica, por la casualidad de que los personajes de ambos son, curiosamente, actores en la ficción.

Decíamos que no es oro todo lo que reluce, o que las apariencias engañan, porque a veces los timings en el audiovisual provocan que el resultado de un par de años de trabajo nos llegue de golpe. “Hay un poco de efecto espejismo”, apunta un Esparbé instalado en Madrid, donde representa la obra Los nuestros, que en unos meses llegará al Teatre Nacional de Catalunya. El actor presenta Wolfgang, sí, pero lo acabamos de ver en series como La chica de nieve, Invisible y Asuntos internos. Y en otoño estrenará Frontera, otra de las grandes apuestas del cine catalán de 2025, y Mi amiga Eva, la nueva película de Cesc Gay (“solo tengo un par de secuencias, pero he entrado en su filmografía por la puerta grande, sentado alrededor de una mesa hablando de desamores”, dice entre risas). Además, está a punto de convertirse en el rey Juan Carlos I en Anatomía de un instante, que lleva a la pantalla la novela de Javier Cercas sobre el 23-F.

"Tuve una bajada anímica fuerte y puedes llegar a desencantarte de la profesión"

En cuanto a Cervantes, más allá de La furia, tiene listo otro largometraje de una directora debutante, Lo que queda de ti, de Gala Gracia, y el estreno de la serie El mal invisible, que veremos en TV3 y que coprotagoniza junto a David Verdaguer. Y no hace falta decir que todavía seguimos bajo el impacto de Jauría, el montaje sobre el caso de La Manada que representó hasta hace unos meses.

Una de las cosas que tienen en común Wolfgang y La furia tiene que ver con la salud mental y los efectos de una experiencia traumática, respectivamente la muerte de una madre y una agresión sexual. Y, de alguna manera, esto se relaciona con los picos de trabajo que los protagonistas de nuestra portada han vivido últimamente. “Si no tienes tiempo para vivir, no tienes mucho que contar. A veces necesitas parar la máquina”, dice Miki. Y eso es justamente lo que está haciendo Ángela: “He tenido que dejar de trabajar, después de dos años encadenando proyectos. Y si además tocas material sensible, con procesos tan intensos y agotadores como los de La furia y Jauría, en los que lo pasas mal, llegas a la conclusión de que necesitas cuidarte. Tuve una bajada anímica fuerte. Y puedes llegar a desencantarte de la profesión. Es peligroso cuando incluso empiezas a plantearte, y me ha pasado, dedicarte a otra cosa que también te haga feliz y no sea tan agotadora”, confiesa la actriz.

Ángela Cervantes & Miki Esparbé
Foto: Iván Moreno / Time Out BarcelonaÁngela Cervantes & Miki Esparbé

Pasa en otros trabajos, pero da la sensación de que en vuestra profesión tenéis que estar constantemente en el escaparate, eso de no desaprovechar el momento, de no desaparecer del mapa...

Miki: Cada caso es muy singular y, en mi caso, eso es algo más asociado al principio de mi carrera. Cuando empiezas a trabajar, lo que quieres es que la gente te vea, que te ubiquen y te puedan dar trabajo, porque esta es una industria muy salvaje.

Ángela: Esta profesión invita a la ansiedad, a vivirlo todo desde la competitividad, la necesidad de trabajar, de estar en el punto de mira. Hay más cosas, la vida no es solo el trabajo. Tienes que estar bien, tener un núcleo que te sostenga y no identificarte tanto con la profesión, no llegar a eso de "si no trabajo, ¿quién soy?". A mí me ha venido muy bien esta revisión, vivir las cosas desde otro lugar sin tanta ansiedad y reflexionar sobre cómo quiero vivir la profesión.

Miki: Creo que tenemos que darle la vuelta a esa competitividad y normalizarla, porque es obvio que siempre hay más candidatos para el personaje al que te postulas. Las variables de esta industria son muy cabronas, y hay tantísimo que no depende de ti... Ahora bien, cuidemos las cosas que sí dependen de nosotros. Y mi objetivo es estar preparado cuando llegue una oportunidad, y también ser un poco más autocompasivo: si el día de la prueba no has estado fino, hay que entender que esto no es una ciencia exacta y que no somos robots, y que a veces sale como sale.

Vamos por partes. La furia es un grito. Pocas películas están tan bien tituladas, porque es una película furiosa, rabiosa.

Ángela: Sí, y Gemma lo tenía muy claro. Quería que fuera sucia, cruda, la sangre... Mientras la estábamos haciendo, a veces tienes dudas. ¿No será demasiado? ¿No generará rechazo? Pero esa era la apuesta, hacer una película incómoda. Yo ya me había comprometido a hacerla con Gemma, somos amigas desde el instituto y ya contaba conmigo cuando aún no había hecho nada como actriz. Entonces llegó el casting y la posibilidad de hacer Jauría, y sabía que se encadenarían, pero no podía decir que no a ninguna de las dos. Y todo ha sido más duro de lo que esperaba.

¿Construiste los personajes de forma similar o diferente?

Ángela: Fue interesante porque los trabajé mucho desde el cuerpo. En La furia, todo se situaba en el tronco superior, algo muy desde la espalda. Creo que tiene que ver con el ataque desde atrás que sufre el personaje, con cómo es la violación y con el hecho de no saber quién es el agresor y tenerlo aquí (se señala la espalda). Siempre que había algún momento en el que teníamos que recurrir a esa sensación, me venía como del cuello y la espalda. Y después, cuando empecé con Jauría, pensaba: "Ostras, ¿y ahora cómo se hace esto?". Y es curioso, aquí todo se situaba en otro lugar totalmente distinto, en el tronco inferior. Cuando descubrí esta diferencia, me sentí aliviada: son proyectos diferentes, mujeres diferentes, historias diferentes. De repente, no tenían nada que ver. Los viajes y los procesos han sido muy distintos.

En el caso de Wolfgang, los temas que trata la película...

Miki: Abrirse, verbalizar los sentimientos, habla del duelo y de cómo afrontarlo, también de las segundas oportunidades...

¿Esas temáticas son una motivación a la hora de aceptar un trabajo?

Miki: Evidentemente. Ya venía con el aval de la novela, destinada a un público joven pero que también llega a los padres, que pueden ser cómplices, y ojalá vengan al cine con los niños y luego puedan hacer un pequeño cinefórum. Es verdad que estamos en la nueva era de la salud mental, y hay que abordar el tema sin prejuicios. Aquí hablamos de un niño autista con Asperger y altas capacidades, un caso muy singular pero con puntos de conexión con todo el espectro autista. Es muy poderoso mostrarlo en una película en pleno 2025, con este mensaje: la única manera de superar una situación excepcional, en una familia o en un entorno concreto, es la empatía, el amor, la escucha y la paciencia.

En ambas películas se apunta al poder sanador del arte. ¿Creéis en ello?

Miki: Muchísimo. El arte es una herramienta muy sanadora, terapéutica, incluso. En cualquier disciplina, el arte tiene un efecto muy liberador y un apoyo muy poderoso.

Ángela: Estoy de acuerdo, creo mucho en ese poder sanador, y también en llegar a un lugar de mucha autoconciencia, de estar con los ojos abiertos. Creo mucho en que los personajes te llegan por algo. Es muy curioso analizar por qué te llegan y qué te pueden aportar. Y también en que pueden resultarte sanadores.

Miki: Te ayudan a colocar cosas y a descubrirte un poquito más. Da rabia porque suena a tópico, pero es verdad: dedicarme a lo que me dedico me ayuda a conocerme. Yo, a veces, hablo de los personajes que hago con mi terapeuta (ríe).

Tanto La furia como Wolfgang mantienen la buena salud del cine catalán y en catalán, después del año histórico de Casa en flames y El 47. ¿Cómo lo veis desde dentro?

Miki: Yo estoy feliz de la vida. He rodado dos películas con buenos presupuestos, Wolfgang y Frontera. Se están haciendo las cosas bien, con buenas ayudas y buenas inversiones, y contribuir con dos películas tan diferentes, una feelgood movie y un drama histórico, y demostrar que somos capaces de hacer un cine de muy buena calidad y fácilmente exportable... ¿Dónde hay que firmar para que esto siga así?

Ángela: Venimos de un año muy bueno, y creo que esta situación ha llegado para quedarse. Se están invirtiendo más dinero, hay una mayor apuesta... Se ha visto que el cine de aquí funciona y llega lejos. El Oso de Oro de Alcarràs en la Berlinale puso el cine catalán en el punto de mira, y creo que eso movió cosas. Y cuando abres el abanico y das la opción de contar sus historias a más creadores, la industria se enriquece. Queda camino por recorrer, pero se están moviendo cosas. Y desde dentro hay esa sensación de que se están haciendo buenas películas y de que llegan al público, que al final es lo más importante.

Miki: He rodado Frontera con Judith Colell, que es la presidenta de la Acadèmia del Cinema Català y la mujer más entusiasta de la historia, y hemos hablado de este tema. Ella tiene los pies en el suelo y sabe perfectamente cuál es la salud del cine catalán que tenemos. Lo pasan canutas en muchos aspectos, las cosas no son fáciles, pero confío en que tenemos historias muy poderosas que contar, hay una enorme diversidad de géneros, hay un cine independiente pero también películas que aspiran a llegar a un gran público. Lo estamos haciendo muy bien, muy bien. Tenemos que estar contentos y con ilusión y ganas de ver qué vendrá en el futuro.

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