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Hace unas semanas, la Academia de Hollywood anunciaba la 'short list' con las quince películas de las que saldrán las nominadas a Mejor Documental en los próximos Oscar. Y una de ellas es 'La memoria infinita', la conmovedora, y envidiable, historia de amor de Augusto Góngora y Paulina Urrutia, reconocidas figuras chilenas, sobre todo en entornos de izquierda. Ella es actriz y fue ministra de Cultura de la administración de Michelle Bachelet. Él fue un relevante periodista y opositor al régimen de Pinochet que ejerció su profesión en la clandestinidad durante la dictadura, en la revista 'Solidaridad' y en el noticiero televisivo 'Teleanálisis'. Después, ya en democracia, se encargó del área cultural de la Televisión Nacional de Chile, dirigiendo y presentando programas sobre cine y literatura.
En 2018, Góngora hizo público el alzheimer que le habían diagnosticado cuatro años atrás. Poco después, la cineasta Maite Alberdi ('El agente topo') cruzó sus pasos con los de la pareja. “Yo estaba dando clases en la universidad y Paulina trabajaba allí. Me sorprendió ver cómo ella integraba a Augusto. Me llamó mucho la atención porque yo venía de hacer varias películas donde las personas dependientes, o con demencia, están aisladas socialmente, y acá vi todo lo contrario. Lo habitual es apartar al enfermo y que la propia cuidadora también se aísle, y aquí hacían lo contrario, y todos tenían que andar a otro ritmo. Ese fue mi primer acercamiento e instintivamente les propuse hacer la película”, nos explica.
El resultado, 'La memoria infinita', es una dura, pero también muy luminosa, historia de amor, que nos invita a penetrar en la intimidad de un matrimonio marcado por la enfermedad, sí, pero sobre todo por un cariño a prueba de bombas. Sobrecoge ver las miradas de Augusto y Paulina, su complicidad, esa conexión que pervive pese a la crueldad del devastador alzheimer.
Creo que conseguiste hacer la película porque Augusto insistió, mientras Paulina no lo tenía nada claro.
Tal cual. Paulina es actriz, y tiene mucha consciencia de la cámara, y dio las mismas razones que probablemente hubiera dado yo. Pero Augusto enseguida dijo que sí quería hacerla. Él me contaba que como periodista había filmado tanta fragilidad en su vida, y que las víctimas de la dictadura le habían abierto las puertas de su casa para filmar tanto dolor, que ¿cómo no iba él a hacer lo mismo para mostrar su propio dolor? Creo que fue el gran acto de consecuencia de su vida. La Paulina dice que él me eligió, pero yo creo que en realidad, más que escogerme a mí, lo que eligió fue hacer un documental como forma de comunicar una última parte de su vida.
Eso dice mucho del compromiso que ya había demostrado en su carrera periodística...
Entre otras imágenes de época, en la película recuperamos una entrevista que le hicieron hace unos 15 años. Y Augusto cuenta que le tocó hacer dos crónicas en su vida: la de 'Teleanálisis', el noticiero clandestino, sobre la muerte que conlleva la vida en un país en dictadura. Y ya en democracia, cuando le tocó hacer la crónica de los creadores chilenos en los programas culturales que presentó. Yo creo que 'La memoria infinita' es su tercera crónica, la de la fragilidad, y desde una manera muy valiente. Él decidió que ese registro tenía que existir.
Hay que tener el corazón de piedra para no emocionarse con la película, pero también tiene muchísima luz. ¿Te lo encontraste durante el proceso o tenías claro que iba a ser así?
Creo que siempre supe que sería una película luminosa, porque esa era la sensación que Augusto y Paulina me generaban a mí. Yo nunca, nunca, nunca fui a filmarles y me angustié. Jamás. Sobre el papel piensas que es una historia terrible, pero yo nunca viví lo terrible. Incluso mucho tiempo después, ya cerca de la muerte de Augusto, vi a una pareja que se quería, que asumía el deterioro como parte de la vida, con cariño, con amor e incluso optimismo. Eso siento que me marcaba el tono de la película, porque ellos lo afrontaban así. La primera escena es muy clara en ese sentido. Un hombre que se despierta en la mitad de la noche, perdido. Y la mujer, cuando él no reconoce nada, no sabe nada, en vez de desesperarse y decirle “ay, pero ¿cómo no sabes?”, lo que hace es morirse de la risa, y decirle que llevan 20 años casados. “¿20, en serio?” En un buen 'mood', muy especial y creo que eso se mantiene y se refleja.
Vi a una pareja que se quería, que asumía el deterioro como parte de la vida, con cariño, con amor e incluso optimismo
Pese a la crueldad del Alzheimer...
En el camino me di cuenta de que el Alzheimer es un contexto, pero lo que estamos contando es una historia de amor que dura 25 años. Para mí, lo desgarrador de la película no tiene que ver con la enfermedad. En el proceso de montaje, donde yo me emocioné, fue al unir una escena de hoy con un momento de sus grabaciones caseras de hace dos décadas, y ahí me di cuenta de que se miraban exactamente igual, que mantenían el mismo tipo de relación y que esa relación se cuidó y permaneció intacta al punto que a Paulina le dieron ganas de cuidarle de esa manera. Eso fue lo impresionante, no es solo la enfermedad, es la permanencia del amor. Y para mí esta es la historia, definitivamente. Es como un 'Boyhood', pero real, ¿sabes?
Más allá de la historia de amor, la gran singularidad del film está en el efecto espejo entre la pérdida de memoria de Augusto y la necesidad de que la memoria histórica de Chile perdure.
Eso sí fue inesperado. Creía que hablaríamos del olvido, pero me di cuenta de que Augusto recordaba los dolores de la dictadura. No podía decirte la fecha del golpe de estado, pero su cuerpo sí recordaba ese dolor. Hay un momento en la película en la que Paulina lee la dedicatoria que él le hizo en el libro que él publicó, Chile, la memoria prohibida. Augusto le escribía que los que tienen coraje tienen memoria; y le decía que ella los tenía. Cuando estábamos en pleno montaje del film aparecieron unas imágenes de archivo de la presentación del mismo libro, 30 años antes, a inicios de la democracia. Y el discurso de Augusto en aquel acto, reivindicando reconstruir nuestra memoria emocional para, desde ahí, vivir el duelo, es una gran lección sobre memoria histórica. En estos tiempos de negacionismo extremo, de unas derechas radicales que manipulan la información, lo que no pueden es manipular el dolor. Porque el dolor permanece, se hereda, sigue ahí. Y eso es lo que demuestra Augusto en la película. Ni la enfermedad puede con la memoria afectiva.
En estos tiempos de negacionismo extremo, de unas derechas radicales que manipulan la información, lo que no pueden es manipular el dolor
Películas como la tuya, o tan distintas como la también chilena 'El Conde', de Pablo Larraín, son fundamentales para combatir esa tergiversación de la historia que promueve la ultraderecha.
Exacto, tal cual. Las nuevas generaciones viven cierta falta de información y, al mismo tiempo, se da un fenómeno mundial de negar la historia, y de manipular la realidad. Es preocupante y lo único que nos queda como cineastas es revolver, poner los hechos sobre la mesa, cada uno desde su lugar o desde su trinchera tiene que visibilizarlos. 'El Conde' me parece una obra maestra, es una película increíble, y habla desde un lugar muy distinto al de 'La memoria infinita': desde la sátira del mal permanente, eso que queda ahí y no se borra, de la inmortalidad del mal... Pero, cada uno desde su lugar, estamos hablando de lo mismo.
Sí, y seguramente son mensajes mucho más eficaces desde la sátira de Larraín o desde una película de amor, como la tuya, que no...
... desde los libros de Historia. Sí, sí, totalmente. Porque la gente necesita emociones. Eso es lo que tenemos que hacer los cineastas, que no vamos a cambiar la ley, ni la historia, pero sí podemos poner imágenes a lo que es teórico. Y lo que ha pasado con 'La memoria infinita' es que hemos tenido proyecciones con gente de derechas y de izquierdas, y hay un consenso en esos puntos históricos y en la emoción que finalmente les une. El mensaje es colectivo y unificador.
Termino preguntándote por los Oscar. De momento 'La memoria infinita' está en la 'short list' y con aspiraciones serias a la nominación...
¡Ojalá llegue! Llevamos un año haciendo un trabajo muy minucioso, muy de hormiga, con el equipo de MTV y Paramount (sus distribuidoras internacionales) haciendo campaña desde enero de año pasado. No estamos en la 'short list' solo porque 'La memoria infinita' sea una buena película. Es una locura haber llegado hasta aquí, porque hablamos de una película ultraindependiente, que empezamos sin presupuesto, y porque el contexto para ganar el Oscar aún no está construido. Es distinto al de la categoría de Mejor Película Internacional, porque ahí los votantes ya asumen que están viendo films en otro idioma. Pero en la categoría de Mejor Documental, que ya es un género marginado por la academia, e incluso más si es en español, pues siento que ya hemos llegado lejísimos.
'La memoria infinita' se estrena en cines el viernes 12 de octubre