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¿Por fin, este año? Mercè March, propietaria de La Paloma (Tigre, 27), más que centenaria sala, nos acaba de explicar que la apertura de la mítica sala de bailes y conciertos del Raval está cerca. En un mundo donde se abusa y se vacía el significado del adjetivo 'mítico', La Paloma se lo merece plenamente. Estamos hablando de "la sala de baile más antigua de Europa", explica March con orgullo, "quizás no es el cabaret o el teatro más antiguo, creo que este sería el Moulin Rouge, pero sí que es el lugar más antiguo de Europa donde la gente viene a bailar". Casi nada.
La propietaria vaticina que ya está casi todo listo: "La insonorización ya está prácticamente terminada. Ahora estamos terminando cosas como poner neveras nuevas, los focos e insonorizar los aires acondicionados, que ya de paso que hacíamos obras los pusimos nuevos", explica.
Recemos para que no se escape ningún decibelio. Han pasado doce años desde el último baile de la Paloma, que fue la Nochevieja de 2006. El Ayuntamiento les suspendió la licencia por no cumplir la normativa municipal de sonido (aunque March matiza que no la han perdido nunca, la licencia). ¿Qué ha pasado en estos doce años?: "Pues yo he venido a trabajar aquí casi todos los días", cuenta.
El reto de la insonorización
La sala nunca ha negado la necesidad de contener el sonido, y efectuó las obras pertinentes. Querían reabrir. En 2010 un juez anuló la suspensión, y el Ayuntamiento recurrió. El problema, resume March, "es que a diferencia de otras salas no hemos tenido ninguna ayuda, y el Ayuntamiento no ha tenido en cuenta que no es lo mismo insonorizar una nave industrial de Poblenou que una sala de cien años". Además de la adecuación de la sala de baile y conciertos, surgió la necesidad de regularizar locales anexos y camerinos, caducaron fechas de ejecución de obra y con el paso de los años las normativas cambiaron y se tuvieron que volver a pedir permisos. Una pesadilla de 'work in progress' (March aprovecha para pedir "a ver si el Ayuntamiento nos echa una mano con alguna subvención").
Ha habido tantas aperturas de La Paloma en falso que prefiere no dar ninguna fecha. Porque, después de todo, "hemos estado doce años cerrados. Y las costumbres de la gente han cambiado mucho. Tú imagínate, el señor de 70 y pico, cuando cerramos, hoy tendrá unos 90. ¿Tú crees que podrá venir?", se pregunta. Así pues, hay que ser prudentes e ir paso a paso: "Empezaremos haciendo baile y conciertos, con la misma orientación que cuando cerramos. Haremos lo que podamos, porque doce años cerrados nos han desgastado mucho. No sabemos si podremos montar tantas sesiones de tarde como antes, pero tendremos una orquesta y queremos que la gente vuelva a bailar". No hay una fecha concreta, pero todo apunta a que este momento mágico en el que la música volverá a sonar en este precioso local del Raval será en otoño de este mismo año.
Objetivo: reapertura
Por un lado sacrificio. Por el otro, ilusión. Porque "a la gente le brillan los ojos cuando les hablas de la Paloma, y todo el mundo tiene un buen recuerdo. E imagínate nuestra ilusión, porque para aguantar doce años una sala cerrada hace mucho sacrificio y mucha ilusión", se emociona March.
Una cosa es segura: cuando reabra, los habituales os sentiréis como si el tiempo se hubiera detenido. Porque los panes de oro, el terciopelo rojo y los palcos –ahora con una barandilla añadida por seguridad– son los mismos de las noches que fuimos a ver a Sisa, Calexico –uno de los mejores conciertos de 2002!– y Super Furry Animals. Por fuerza: son un elemento patrimonial que se debe respetar. Esto impide que termine como su pariente Cibeles, del tío abuelo político de March: hoy, un CAP y un bloque de pisos.
