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'La jaula de las locas' vs. 'Els jocs florals de Canprosa'

Andreu Gomila
Escrito por
Andreu Gomila
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Quizás penséis que no tienen nada que ver, pero estos dos musicales, 'Els jocs florals de Canprosa' y 'La jaula de las locas' se parecen más de lo que cabría pensar. Ambos están levantando pasiones, entre público y crítica, aunque queda claro que la pieza que dirige y protagoniza Àngel Llàcer está destinada a ser el 'hit' de la temporada en Barcelona (la semana pasada recaudó más dinero que 'I puritani', la ópera del Liceu). Pero vamos a ponerlos cara a cara.

Contra las apariencias
'Els jocs florals de Canprosa': en los tiempos que corren, con presos políticos y represión a raudales, recuperar este texto de Rusiñol en que se ríe del catalanismo del quedar bien, es todo un desafío que el director, Jordi Prat i Coll, supera con nota. Nos dice que Cataluña es eso, un hacer ver que envía al anonimato quien no está de acuerdo con lo que dicen los que mandan, ya sean en Madrid... o en Barcelona.
'La jaula de las locas': lo que denuncia el musical, estrenado en Broadway en 1983, desgraciadamente no ha pasado de moda: cómo nos reprimimos para hacer ver lo que no somos, como la sociedad margina la diferencia, lo que no es como todo el mundo. ¿O me diréis que los gays o los negros, por poner dos ejemplos, tienen las mismas oportunidades que los hombres blancos heterosexuales?

Sin complejos
'Els jocs florals de Canprosa': Prat i Coll pisa el acelerador a fondo en muchos momentos del show, con un número final (¡atención, spoiler!) de bandera donde suenan 'Els segadors' con una melodía y una coreografía que nunca habíamos imaginado que oiríamos así. Son cosas que aquí no hacemos nunca y que en el West End y en Broadway no dudan ni un momento a la hora de llevarlo a cabo. ¡Bravo!
'La jaula de las locas': Llàcer no se corta un pelo a la hora de poner toda la pluma en la parrilla, todo el 'kitsch' del mundo. ¿Y qué demonios? Hace que nos lo pasemos en grande extremando situaciones, acercando la pieza al máximo a nuestros días... No sé, me imagino muy bien quién podría ser monsieur Dindon, líder del Partido por la Tradición, la Familia y la Moralidad. Vamos, que le pongo cara y todo. Ya me diréis cuales son sus conclusiones.

El momento político
'Els jocs florals de Canprosa': que esta obra se haga en el Nacional es una buena señal sobre la salud de nuestras instituciones, una gran producción que nos permite reflexionar sobre todo lo que ha pasado en los últimos años a partir de una pieza que tiene más de un siglo de vida. Saldremos del teatro con una larga sonrisa, pero con la cabeza llena de ideas.
'La jaula de las locas': el musical de Tivoli es, por el contrario, un divertimento, una fuga, que, aunque con intenciones políticas, nos sirve para evadirnos de todo, dejar de lado las rencillas y la triste realidad.


Valentía estética

'Els jocs florals de Canprosa': lo que ha hecho Prat i Coll es un trabajo de orfebrería, ya que ha adornado la obra de Rusiñol como si fuera un Sam Mendes a punto de desmontar los mitos británicos en el National Theatre londinense. O mejor: es un Marthaler riéndose del poder centroeuropeo. Todo está en su sitio, incluso el bingo que separa la primera de la segunda parte (¡regalan jamones de verdad!), la mezcla de clásicos casposos españoles y el cancionero popular catalán y el dibujo de los personajes.
'La jaula de las locas': Llàcer ha sido mucho más conservador (la producción privada no permite mucho riesgo), ya que ha optado por el trazo limpio. Podría haber llevado el musical hacia parajes más trasnochados: ha preferido 'Grease' a Calixto Bieito. Yo me imagino La cage aux Folles como un lugar mucho más rancio.

Los jóvenes
'Els jocs florals de Canprosa': uno de los grandes aciertos del director ha sido fichar a las Sey Sisters, aparte de hacer subir a Anna Moliner al lugar de gran diva. Ellas son las protagonistas de esta pieza.
'La jaula de las locas': el gran descubrimiento del musical de Tivoli es Víctor Gómez, que hace el papel de Jean-Michel, el hijo de Albin. Ya lo habíamos visto en 'Grease' y en otros lugares, pero este chico de 28 años demuestra que tiene mucho camino por recorrer.

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