La icónica Casa Gomis de La Ricarda se convertirá en un centro cultural abierto al público

La adquisición ha sido por un valor de 7.249.077,26 euros, según ha anunciado el ministro de Cultura. El Estado la ha comprado a la misma familia Gomis, que hasta ahora seguía siendo la propietaria, aunque hacía años que nadie vivía en ella debido al ruido de los aviones del aeropuerto que sobrevuelan el edificio casi de manera ininterrumpida.

Hasta ahora, el futuro de la casa y del entorno de La Ricarda era motivo de debate, ya que diversas entidades vecinales y ecologistas se oponen a la ampliación de la pista del Aeropuerto del Prat sobre esta laguna, un ecosistema catalogado y protegido por la red europea Natura 2000. 

El patrimonio natural de La Ricarda sigue amenazado, pero por el momento la noticia del Ministerio de Cultura confirma que la Casa Gomis no desaparecerá: Urtasun ha explicado que, en un futuro, podrán realizarse encuentros y visitas guiadas en ella, y que la vivienda tendrá un papel destacado en la programación de Barcelona como Capital Mundial de la Arquitectura en 2026 y en el Congreso Mundial de Arquitectura de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), que también acogerá la capital catalana.

La Casa Gomis, una joya racionalista rodeada de naturaleza

Este singular edificio, declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 2021, es obra del arquitecto Antoni Bonet, quien recibió el encargo del ingeniero y empresario Ricardo Gomis y su pareja, Inés Bertrand, para construir su casa de verano, muy cerca del mar Mediterráneo.

La casa mira hacia la laguna de La Ricarda y al mar Mediterráneo, y está rodeada de un pinar, un espacio natural protegido rodeado de infraestructuras de todo tipo y muy cerca del Aeropuerto del Prat. Sin embargo, en el año de su inauguración, 1963, suponía un diálogo único entre naturaleza y arquitectura.

Tal vez el elemento más reconocible de la casa es su techo, una cubierta formada por sucesivas bóvedas catalanas construidas con cerámica vidriada, que imitan las dunas de la playa. En su interior se conservan obras de arte de alto nivel, como un mural textil de Magda Bolumar, grabados de Antoni Tàpies, cerámicas de Chiara Camoni o fotografías de Carlos Pérez Siquier. Además, la casa también tiene un valor histórico: durante la dictadura y la transición, se convirtió en un espacio de creación y encuentro de la vanguardia cultural.