Noticias

La gran casa de comidas de precios populares de Barcelona abre un segundo restaurante (¡80 años después!)

En la acera frente a la casa madre, ofrecen cocina catalana casera con platos entre 4 y 8 euros

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
Editor de Menjar i Beure, Time Out Barcelona
Migrat
Foto: Irene GalindoMigrat
Publicidad

No sé si este es el shakesperiano invierno de vuestro descontento, pero sí que hace un frío que pela. Estamos en los días más gélidos del año en Barcelona, ese puñado de jornadas en que la cuesta de enero agrava la caída del termómetro. Bien, os traemos un pequeño (pero nada despreciable) motivo de alegría: acaba de abrir sus puertas Migrat (Urgell, 92. De lunes a viernes, de 9 a 18 h), el segundo restaurante que la familia propietaria del Gelida, los Llopart, ha inaugurado tras tres generaciones dedicadas a la hostelería.

La terraza del Migrat
Foto: Irene GalindoLa terraza del Migrat

(Para los despistados: el Gelida es una casa de comidas en el Eixample que el próximo año cumplirá 80 años de vida. Se distingue por tener una carta con más de cuarenta platos de cocina catalana casera, con precios entre 4 y 8 euros: fideos a la cazuela, judías con patatas, bacalao a la llauna, capipota, fricandó, pescado fresco... Su flan de requesón tenía un club de fans en Facebook. Vamos, toda una institución popular de la cocina catalana y el desayuno de tenedor en Barcelona).

Este no es el primer 'spin-off' del Gelida –recordemos los muy recomendables Santornemi y Bo de Bernat, de cocineros formados en los fogones de la casa madre–, pero sí es la segunda producción propia de la familia Llopart en casi 80 años. A finales del pasado diciembre, Gerard Llopart cruzó la calle y abrió Migrat. Parece una broma: ¿una migración que consiste en cruzar un paso de peatones? No es un juego de palabras en absoluto. "Cuando abrieron el Gelida, en 1946, mis abuelos venían de una masía de Gelida, Can Migrat. Es un homenaje", explica Gerard, tercera generación de restauradores.

No hemos venido a hacer un Gelida prémium, solo a dar oxígeno al original

Migrat funciona "para dar un poco de oxígeno al Gelida y para dar cabida a la clientela de allí", dice. Quien nunca haya comido en el Gelida no entenderá el fenómeno: dan de comer a casi 500 personas cada día, desde la hora del desayuno hasta la comida; la terraza a veces se colapsa, y la gente hace cola gustosa durante 45 minutos, si hace falta, para conseguir mesa. Así pues, el Migrat es "una extensión. No hemos venido a hacer un Gelida prémium. Los clientes nos dicen: 'la comida es igual que en el otro', y con eso ya están muy contentos. No quería cambiar nada".

Es una extensión rejuvenecida y muy bien pensada, un Gelida de bolsillo. Misma carta, algo más reducida –pasamos de 40 platos a algo más de 30–, mismos precios, y una carta que, en lugar de ser una hoja mecanografiada y plastificada, está escrita en la cristalera de la entrada. Hay alguna novedad: la cerveza es excelente, cerveza de bodega que llega directamente del tanque del altillo, sin pasteurizar. Y han añadido barricas de vino tinto Priorat y blanco de Gandesa, para no perder el carácter bodeguil. Comemos: tortilla de alcachofas hecha al momento, capipota suculento e inconfundible, y una ensaladilla rusa clásica, bien hecha y de manual. El flan casero, buenísimo. Copa de Priorat, Coca-Cola, tarta de Santiago... El ticket apenas supera los veinte euros. Todo en orden. 

Precios populares y espíritu barcelonista en el Migrat.
Foto: Irene GalindoPrecios populares y espíritu barcelonista en el Migrat.

Migrat no es solo una ampliación, sino una consecuencia del relevo generacional; Albert Llopart, ingeniero industrial de formación, se ha jubilado recientemente. Gerard Llopart, también ingeniero industrial, regresó en 2016 de Perú para abandonar la carrera técnica y dedicarse a la hostelería. "De pequeño corría por aquí, claro, y ayudaba. Después de estudiar la carrera trabajé como ingeniero y no tenía intención de continuar con el negocio. Pero mis padres querían jubilarse y no sabían cómo darle una salida digna al tema. Digna en el sentido de mantener el negocio y que continuara igual. Si lo traspasas, eso ya no lo puedes sabes. No está en tus manos", reflexiona. Un escrúpulo, este, que en el mundo de la restauración es poco frecuente.

Es un negocio duro, pero gratificante. Todo el que viene sale contento

Tiene 45 años y ha visto mundo. Ahora su mundo, de lunes a viernes, es la esquina de Diputació con Urgell. ¿Echa de menos su vida anterior? "No. Este es un negocio duro, pero también muy gratificante. No es fácil gestionar tanto personal, pero soy feliz. Porque casi todo el que viene sale contento". Migrat también tiene una historia bonita detrás de su traspaso: "Era el Bar La Palmera, de Vicenç Bosch, un vecino muy cercano. Él es cliente nuestro, viene cada día, y siempre me decía que tenía que coger el local. Pues aquí estamos".

NO TE LO PIERDAS: Los mejores restaurantes de cocina catalana de Barcelona

¿Te interesa la gastronomía? Inscríbete en la newsletter mensual de Ricard Martín y recibirás contenido exclusivo sobre los mejores restaurantes y bares de Barcelona 

Más de Love Local

    Últimas noticias

      Publicidad