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El Teatre Lliure ha puesto en marcha una línea de programación digital a distancia, pero los grandes teatros han renunciado a programar en vivo hasta la próxima temporada. La excepción será la Sala Beckett que "abrirá lo antes posible", confirma su director Toni Casares: "A falta de ajustar los protocolos sanitarios, nuestra idea es aprovechar nuestra condición -espacio privado de pequeño formato y con ayuda pública-, y asumir el deber como una de las pocas salas que nos lo podemos permitir. Seremos un banco de pruebas para ver cómo debe funcionar la reapertura de todo el sector".
La intención para empezar será retomar las funciones de ''La morta' de Pompeu Crehuet', obra suspendida hace un mes y medio, que podría ser el primer montaje que se vea en el camino de la "nueva normalidad". Apostará también por la continuidad de las producciones propias de la sala, según Casares porque "hemos tomado el compromiso de mantener los proyectos que ya estaban en marcha". Todavía no hay fechas cerradas a la espera de saber cómo evolucionan las fases, aunque la intención es abrir ya sea con limitaciones a 1/3 del inicio de la desescalada o al 50% de la ocupación prevista para finales de junio.
Entre la necesidad, las cifras y las medidas de prevención
El Festival Grec ha decidido continuar adelante con la edición 2020, como adelantó hace unos días su director Francesc Casadesús, aunque no se sabe en qué formato. Mientras se estudian fórmulas para materializarlo, las salas privadas permanecerán cerradas mínimo hasta septiembre, así lo decidió en asamblea esta semana la patronal de los teatros privados, ADETCA. Isabel Vidal, su presidenta y también gerente del Grupo Focus, asegura que sin ayudas públicas concretas los teatros no pueden abrir ni a 1/3 ni al 50% de ocupación: "el sector deberá mantenerse hibernado. No podemos desnaturalizar una actividad que es esencialmente presencial y social".
Sin alternativas
La disyuntiva sobre si abrir o no ni siquiera se plantea en las salas más pequeñas y con otras condiciones de financiación. Como reconoce Ferran Murillo, director del Tantaranta, espacio con 100 localidades, "sin un plan de activación del consumo cultural abrir es inviable económicamente. Con la previsión de ingresos que se esperan en estos momentos sería insuficiente tanto para las compañías como para el espacio, no cubriríamos unos mínimos".
¿Cómo abrir?
"Como empresa, nos dicen que la solución son los créditos, pero olvidan que no sabremos si luego los podremos pagar", se queja Semolina Tomic del Antic Teatre, sala off ya en peligro antes de la crisis, que también se plantea retomar la actividad tan pronto como se pueda. Una incertidumbre que también sufre su bar con terraza, fuente de financiación del espacio: "No sabemos qué tipo de medidas sanitarias debemos tomar, no sabemos cómo abrir", concluye Tomic.
Proteger a espectadores y también a trabajadores
Las medidas sanitarias que deberán adoptar los espacios, aún por definir, tendrán que proteger a los espectadores pero también a intérpretes, técnicos y demás trabajadores de los teatros, un coste inasumible sin un plan de ayudas públicas sobre la mesa. Vidal desde ADETCA asegura que se debe hacer "lo imposible por volver", y se remarca el agravio comparativo que se aplica en la normativa, por ejemplo, a las iglesias que admitirán de entrada en la desescalada ocupaciones del 50%.
De momento, para mitigar el impacto inmediato, desde ADETCA se apuesta por llevar espectáculos de productoras privadas a salas y teatros públicos, de Barcelona y otros municipios, espacios que puedan asumir los porcentajes de ocupación reducidos y los costes de la implantación de medidas sanitarias. También apuestan por una normativa de rango de aforo, que flexibilice el empleo sobre todo en los espacios pequeños: "No es lo mismo la concentración de espectadores en una sala de 1.000 localidades que en una de 100", concluye Vidal.