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“Acabamos de echar a 30 guiris”, así empieza el tuit que ha publicado una librería de Barcelona y que ya acumula más de 33.000 visualizaciones. La Librería Calders, en el número 9 del pasaje de Pere Calders, ha hecho público a través de su perfil en X un incidente con un grupo de turistas.
Según el tuit de la librería, el grupo de turistas llegó como si la librería fuera una parada más de un tour, y no un negocio ni un establecimiento del barrio. Para resolver la situación, Isabel se acercó a preguntar si “aquello era un tour” y les informó de que “ese no era un lugar turístico”.
Los visitantes le respondieron que, como era Sant Jordi, la librería era un punto de interés. Una respuesta que no convenció a la librera, quien finalmente los echó del local. La librería también asegura que dos de los clientes que “miraban libros tranquilamente” le dieron las gracias por haber echado al grupo de turistas.
Isabel también explica a Time Out Barcelona que “no es la primera vez que nos pasa” y que no es el tipo de público que les interesa.
La publicación de la librería ha generado cientos de reacciones y comentarios como “¡Bien hecho! ¡Gracias!” y “que entren de tres en tres y compren un libro cada uno”. Entre la oleada de comentarios positivos, también hay usuarios que acusan a los trabajadores de la librería de “creerse superiores” y de tratar mal a los visitantes.
Bueno, acabem de fer fora a 30 persones guiris: fotos, fotos, fotos, oh, beautiful...
— Llibreria Calders (@LaCalders) April 21, 2025
- És un tour, això?
- Sí.
- És que això no és un lloc turístic.
- Ja, però com que és Sant Jordi.
- Pues menos.
... i dos clients que miraven llibres tranquil·lament, ens han donat les gràcies.
Otras iniciativas de los negocios locales contra la masificación turística
La Calders, sin embargo, no es el único establecimiento barcelonés que ha llevado a cabo una iniciativa contra los grupos de turistas. En 2023, la tienda Queviures Múrria colgó un cartel en la entrada que decía: “Visit just looking (inside), 5 € x person, thank you”, obligando a los turistas que solo querían entrar a mirar a pagar cinco euros.
La iniciativa, sin embargo, funcionó. El director del negocio, Toni Merino, explicó que, aunque empezó como una broma, al final el cartel dio resultado y los turistas que entraban, además de llevarse una foto, también se llevaban algún producto de la tienda.