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Hasta el domingo 2 de junio, Barcelona vuelve a celebrar la festividad del Corpus con procesiones, alfombras florales, actividades tradicionales y, cómo no, 'l'ou com balla'. Sin embargo, este año, debido al contexto de excepcionalidad por sequía, esta tradición en la que se hace bailar un huevo en los surtidores de claustros, patios y jardines de la ciudad, se ha tenido que adaptar.
Las distintas entidades que año tras año participan en esta peculiar actividad han buscado diversas soluciones, según las posibilidades de cada espacio, para preservar la celebración de la fiesta. Y es que, si bien Barcelona ya no se encuentra en fase de emergencia por sequía, solo las fuentes que funcionan con un circuito cerrado y, por tanto, el agua se puede reciclar para regar, pueden hacer bailar el huevo con agua. Los lugares que no cumplen con este requisito se han visto obligados a adornar con flores las fuentes secas o encontrar otros sistemas para hacer bailar el huevo, como suspenderlo por un hilo o con aire.
Los espacios que sí han podido adaptarse a las condiciones y, por tanto, hacen bailar el huevo sobre el agua son seis: el Ateneu Barcelonès, la Catedral de Barcelona, el patio del Museo Marítimo, el Claustro de la Basílica de la Purísima Concepción, el colegio Escolapias de Llúria y el oratorio de Sant Felip Neri de Gràcia.
En cuanto a las entidades que han adaptado la tradición a la tecnología actual y al ingenio encontramos el Centre Cívic Can Deu y la Torre de la Sagrera, donde el huevo no baila sobre agua, sino sobre aire, y el Claustro del Monasterio de Pedralbes, que ha optado por colgar el elemento con un hilo.
Los espacios que han descartado sumarse a la tradición este año son el Arxiu Històric de la Ciutat, el Museo Frederic Marès, la parroquia del Sant Àngel Custodi, el Taller Sant Camil (que realizará talleres relacionados con la tradición, pero no hará bailar el huevo) y la parroquia de Santa Maria del Taulat.
Las otras entidades que normalmente participan en la tradición, como la Masía de Can Cadena, los jardines de Rubió y Lluch o el parque de Sant Martí, entre otras, no se han pronunciado, por lo que todavía no sabemos si harán bailar el huevo, sea de la forma que sea.