[title]
Cinco años después de comenzar los trabajos de restauración, Barcelona vuelve a abrir las puertas de una de sus iglesias barrocas más conocidas. La ciudad ha recuperado la iglesia de Sant Sever gracias a los trabajos de restauración realizados por el equipo de la catedral de Barcelona, que, según explican, han convertido de nuevo el templo “en un testimonio vivo del barroco catalán”. Para celebrar la finalización del proyecto y compartir el resultado con todos los barceloneses y barcelonesas, el templo ha anunciado una jornada de puertas abiertas durante tres días: el 11, 13 y 14 de febrero. La iniciativa busca que “todo el mundo aprecie la belleza de esta joya del barroco barcelonés, un estilo artístico que marcaba el paisaje y el carácter de los catalanes, y que ha llegado hasta hoy con pocos ejemplos tan bien conservados”, según han adelantado fuentes de la catedral de Barcelona.
Desde la catedral también han recordado que el proceso de restauración al que se ha sometido la iglesia de Sant Sever es una de las intervenciones más importantes en la recuperación del patrimonio cultural de Cataluña. Para poder llevarlo a cabo, han sido necesarios alrededor de cincuenta profesionales, quienes, durante la última fase del proceso de restauración, han descubierto y recuperado la policromía original de las figuras centrales del retablo mayor, una obra firmada por el escultor Pere Costa. Aunque esta última fase ha sido decisiva, los trabajos comenzaron varios años atrás, en 2019, con el objetivo de frenar el deterioro de la cubierta y otros elementos arquitectónicos afectados por la contaminación y una plaga de termitas.

A pesar de que las obras comenzaron en 2019, tuvieron que detenerse solo unos meses después debido a la llegada de la covid-19 y no se reanudaron hasta finales de 2020, con un enfoque en la consolidación del edificio contiguo, la fachada principal y la cubierta. Unos años más tarde, se dio inicio a la segunda parte del proyecto, centrada en el interior de la iglesia, donde destaca la restauración del retablo mayor. El equipo de conservación eliminó el exceso de polvo y humedad, además de solucionar el desprendimiento de pintura que sufría. Después de este largo proceso, se ha logrado devolver el aspecto original a las imágenes de Sant Sever y la Virgen María que aparecen en el retablo, dos figuras que ahora lucen colores más vivos y líneas más definidas.
Como es habitual en un proyecto de esta complejidad, durante el proceso se descubrieron otros aspectos del templo que hasta ahora se desconocían. Mientras los profesionales trabajaban bajo la cubierta de la iglesia, encontraron un conjunto de vigas de madera con restos de policromía que, aunque aún no se ha confirmado su datación exacta, podrían pertenecer al siglo XIV. Lo que sí se sabe es que estos elementos fueron colocados en el siglo XIX para reparar parte de la estructura de la iglesia.

Una iglesia del siglo XVII
Barcelona está llena de edificios religiosos que han sido testigos de la evolución de la ciudad, y la iglesia de Sant Sever no es una excepción. La obra de Jaume Arnaudies, continuada por su sucesor Joan Fiter, se construyó entre 1699 y 1704 junto a la catedral de Barcelona y fue propiedad de la Comunidad de Beneficiados de Sant Sever, un colectivo de sacerdotes que la convirtió en un lugar de culto abierto también a la ciudadanía.
La iglesia es una de las pocas que no sufrió daños durante las guerras y disturbios que tuvieron lugar en la ciudad en el siglo XX. De hecho, es una de las cuatro únicas iglesias de Ciutat Vella que no fueron incendiadas durante la guerra civil española, pero, a pesar de estar en perfecto estado, ha pasado por diferentes restauraciones. Además de la actual, la más significativa fue en 1911, llevada a cabo por el arquitecto Josep Maria Pericas, quien intervino en la fachada principal y en otros elementos interiores. Unos años después, en 1929, el arquitecto Pere Benavent también realizó una pequeña modificación: embelleció la pared lateral medianera como parte de la renovación urbanística de la zona.