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Este final de 2024 es para Enric Cambray. El actor, en el TNC, se pone en la piel del mítico príncipe de Dinamarca en el 'Hamlet 0.2' que Sergi Belbel ha escrito para él a partir del clásico de Shakespeare. Segunda parte de una serie que nació en marzo de 2022 casi de forma clandestina en la sala Dau al Sec y que tendrá continuidad en los próximos años. El desafío es interpretar los cinco actos de la tragedia en cinco obras distintas. Por ahora, tenemos dos. Pero la cosa no acaba aquí, ya que Cambray vuelve a llevar 'Les dones sàvies' al Maldà en octubre y se estrenará como director con el musical 'El dia de la marmota', en el Coliseum, alrededor de Navidad.
Hace diez años estuviste en el grupo de jóvenes actores que hizo 'El joc de l'amor i de l'atzar' con Josep Maria Flotats en el TNC y ahora estás haciendo una especie de 'Hamlet'. ¿Qué ha pasado?
Fue muy fuerte, porque Josep Maria quiso volver al teatro que había fundado para poner en valor a toda una generación de intérpretes, como hizo en su día con 'El despertar de la primavera'. Esto te da un impulso. Quizá el hecho de estar en ese espectáculo hace que le diera más valor a la institución, a lo que representa el Teatre Nacional. Y el hecho de volver, diez años después, como intérprete, como monologuista, en un espacio no convencional del propio teatro, es un honor, un privilegio y una responsabilidad. Además, vuelvo de la mano de otro director de este teatro: Sergi Belbel. Son gente que quiere mucho esta casa.
¿Es un regalo, ese 'Hamlet'?
Este 'Hamlet 0.2', como el 'Hamlet 0.1' y los que vendrán, son un regalo tanto para mí, como un regalo que Sergi hace a todos los amantes del teatro. Ha vertido toda su sabiduría y vierte todo el amor que tiene por el teatro y por el oficio de actor. Él es un hombre fascinado por lo que hacemos en el escenario. Deberías verlo en los ensayos, cómo se ríe, cómo se tira al suelo. Es un regalo por todos los lados. Es un regalo para los amantes de la lengua catalana, de la traducción, para los amantes de Shakespeare, para los detractores de Shakespeare también. Y poder verbalizarlo, ser el canal que transmite esos pensamientos, esas emociones, esas ideas de Shakespare, también es un regalo.
Esto es un proyecto largo, ¿verdad?
Todo nace un día en que le digo a Sergi: nadie me va a dar nunca un 'Hamlet'. Por edad o por lo que sea. Y él, que nunca había querido dirigir ninguno porque había visto el de Patrice Chéreau en el Palacio de los Papas de Aviñón, me dice que tenía ganas de entenderlo a través de la escritura... Un día me invita en su estudio y me presenta un proyecto que son cinco 'Hamlet', uno por cada acto...
¿Cuál es el reto?
El reto es no pasar por alto ninguna sílaba de 'Hamlet'. A veces, cuando la vemos representada, la obra va más rápida que nuestro cerebro, necesitamos parar, pensar en lo que acaba de decir. La primera réplica de Hamlet es: "A little more than kin, and less than kind". Y sería: "No es más pariente quien más lo aparenta". Dices: ¿un momento, ya empieza así este tío? Necesito parar. Y lo que hacemos es poner la pausa. Y, además, desde un punto de vista muy humorístico. De 'stand-up tragedy', como decimos. Esto conecta mucho con el espectador porque, lejos de ser algo muy pedante, que el personaje sí lo es, la obra habla de cosas elevadas pero a un nivel de tú a tú.
El segundo acto de 'Hamlet', que es el que versionáis, es el de la locura, donde el resto de personajes empiezan a tratar a Hamlet como si estuviera loco. Pero también entran Rosencratz y Guildersten, la compañía de teatro que le ayudará a saber la verdad sobre la muerte de su padre... ¿Dónde pone el foco?
Éste es un acto de transición que mucha gente se pule rápidamente. La primera escena, entre un criado y Polonio, no suele salir. De eso hablamos. Y es el primer acto donde el resto de personajes empieza a asumir esa presunta locura, o no, de Hamlet. Aquí ponemos mucho el foco, entre la intriga y el suspense que Shakespeare transmite a los espectadores, con lo que los espectadores saben cosas que los personajes todavía no conocen. Es un juego en el que Shakespeare pone el oficio de actor en el centro, es cuando llegan los cómicos y, en el tercer acto, harán una obra para desenmascarar la culpabilidad de su tío Claudio. Además, Shakespeare habla mucho de las nuevas hornadas de autores y actores que están apareciendo entonces y critican la tradición.
"'Hamlet' es un culebrón'
¿Por qué es importante para un actor hacer 'Hamlet'?
Por la fascinación que la obra ejerce en todos los actores desde el momento en que la conocemos. Y porque es un personaje muy complejo. Siempre intentas encontrar a personajes que no sean fáciles, que te generen retos. Y Hamlet te plantea un reto en cada palabra, en cada sílaba. Y las traducciones, en muchas ocasiones, son muy difíciles de hacer. Este "ser o no ser" tan famoso define muy bien al personaje. Y, además, nos define como sociedad y, especialmente, a la sociedad catalana. Lo del 'cagadubtes': lo tenemos a la vuelta de la esquina pero ahora no, 'ser o no ser'. El hecho de poder entenderlo o, al menos, intentar explicarlo desde un punto de vista, es el reto más bestia.
¿Qué Hamlet de los últimos años te ha impresionado más?
Todos son muy admirables, pero tuve la suerte de ver lo de Ostermaier en la Schaubühne de Berlín y poder hablar con el actor, con Lars Eidinger. Ese me gustó mucho porque tenía mucha comedia. Han llegado a esta comedia porque llevan muchos años haciéndolo. Tiene un punto desenfadado en el propio personaje que es lo que echo de menos cuando lo hacemos aquí. No creo que Hamlet se tome tan en serio a sí mismo. Él juega con la locura: puede que no esté loco, puede que le vaya bien para conseguir sus objetivos. Esto lo explicamos mucho en el 'Hamlet 0.2'.
Cuando acabes la serie, ¿te gustaría hacer la obra canónica?
Me encantaría hacer 'Hamlet' tal cual. Pero desde la opinión que le ha puesto Sergi, muy cómica, muy crítica consigo mismo. Para que el espectador salga de aquel spleen, esta tristeza congénita de los románticos: es un pobre joven al que le pasan cosas... En la primera escena, le avisan de que ha aparecido el fantasma de su padre, su tío se ha enrollado con su madre y ahora es el rey de Dinamarca... es un culebrón.
¿Un culebrón metafísico?
Sí.
Estrenasteis 'Hamlet 0.1' en Dau al Sec, hicisteis dos años de gira y el '0.2' llega al TNC. Es un gran salto, ¿no?
Nadie quiso acogernos y producimos la obra nosotros. Allí, en Dau al Sec, ocurrió algo. Teníamos previstas diez funciones y nos ocurrió algo muy curioso que nunca me había pasado: al día siguiente del estreno ya estaba todo agotado. Hice gira por el territorio, cosa que me encanta, y el año pasado nos acogió Oriol Broggi en la Biblioteca de Catalunya y fue muy bien... A Dau al Sec vino Carme Portaceli [directora del TNC] y me dio un abrazo. Y no es que tengamos mucha confianza, no nos conocemos demasiado. Me dije: le ha gustado, le ha tocado. Con este abrazo, Sergi y yo tuvimos la osadía de ir a verla y decirle que queríamos hacer el '0.2' en el Nacional. Y nos dijo que sí.
Y el resto de episodios, ¿los haréis en el Nacional?
No lo sabemos. Hasta que no estrenamos el espectáculo y vemos qué recorrido puede tener, si conecta o no, Sergi no escribe el siguiente. Y el siguiente puede ser un musical, teatro de gesto... Queremos darle un punto diferencial. En el '0.2' el punto diferencial es que el público está mucho más involucrado, de manera pasiva, y además hay una sorpresa, que puede que haya alguien más en el escenario, que este monólogo se convierta en un diálogo.
El 9 de octubre, sin embargo, ya estarás haciendo 'Les dones sàvies' en el Maldà... ¿No te provoca una sensación extraña?
Lo vivo de una forma muy orgánica, muy natural. Nuestro oficio es así. Un año estás en el Nacional, otro año estás en tu casa y el otro te vas al Maldà. Y nada tiene más importancia que otra, ni menos caché, mientras creas en lo que estás haciendo. Por suerte, tanto el 'Hamlet' como 'Les dones sàvies' son dos proyectos que nacen de mí y que han ido muy bien. Esto es una satisfacción. Así como con 'Hamlet' ha sido quizás un paso extraño pasar de Dau al Sec al Nacional, hará diez años que hacemos 'Les dones sàvies' y no ha habido forma de que ninguna otra sala la quiera. Y es un espectáculo que hemos hecho cada temporada en el Maldà y agotamos antes de empezar.
Y lleva más de 100 funciones...
Llevamos 150 bolos. A mí me gusta mucho girar... En el 'Hamlet 0.2' hay una parte en la que a Shakespeare se le critica que desde que tiene el Globe en Londres ya no lleva las obras de gira, que se ha aburguesado. ¡Que eres de provincias! Me gusta mucho llevar la cultura a otros sitios que no sean la capital.
Y dirigirás 'El dia de la marmota' en el Coliseum, alrededor de Navidad. ¿Cómo ha ido?
El motivo por el que lo estoy dirigiendo yo solo no es muy agradable y es porque Àngel [Llàcer] ha tenido una sacudida vital compleja. Al final, me lo tomo como un camino más o menos natural que incluso habíamos previsto con Ángel. Empecé a hacer ayudantías de dirección, fui su ayudante en 'El temps i els Conway', fui codirector de 'The producers'... Sabiendo cómo funciona todo, con el aprendizaje de cómo hacer un espectáculo de gran formato , he dirigido dos galas de los Goya, tres de los Gaudí, lo veo como algo muy orgánico.
¿Nos sorprenderás?
Creo que la historia va a sorprender. 'El dia de la marmota' o 'Atrapado en el tiempo' es una comedia romántica, pero la forma en que la han pasado a escena, amplía la dimensión de la propia película. Y tiene un humanismo y una emoción que no estamos acostumbrados a ver en espectáculos de gran formato... Es la primera vez que se hace en un idioma que no es el inglés y será el catalán.
¿Ya empiezas a aceptar invitaciones para dirigir otros espectáculos?
Sí, sí. De hecho, tengo una carpeta llena de proyectos como director. Me apetece mucho. Siempre había tenido la inclinación de dirigir y estoy encontrándome muy a gusto. El hecho de ser actor te da unos recursos y mecanismos que hacen que te hagas entender. En el epígrafe, ya podemos poner: actor y director.