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Si paseáis por el centro de Barcelona esta Navidad, seguramente veréis algunos cambios en una de las decoraciones navideñas más emblemáticas (y polémicas) de la ciudad: el pesebre de la plaza Sant Jaume. En una entrevista con en el programa de radio El món a RAC1, Jaume Collboni ha asegurado que "habrá cambios importantes" en este pesebre y, pese a que el tema principal de la entrevista ha sido la Copa América de vela, el alcalde también ha avanzado que "el pesebre tradicional barroco maravilloso que hasta ahora se exponía en el Museu Marès (...) lo llevaremos dentro del Ayuntamiento".
Collboni ha aclarado que esta Navidad todo el mundo podrá visitar el interior del edificio del Ayuntamiento decorado, donde también se encontrará el belén. El traslado irá a cargo de la Asociación de Pesebristas de Cataluña, una organización que, en palabras del alcalde, hace "un trabajo excelente por la conservación del patrimonio y mantener las raíces vinculadas a la Navidad". Para concluir el tema, Collboni también ha asegurado que en la plaza Sant Jaume "pasarán cosas" y, pese a la insistencia del periodista, el alcalde no ha avanzado ninguna información más sobre las futuras decoraciones en esta zona.
Un pesebre que siempre genera debate
El de plaza Sant Jaume siempre es uno de los pesebres que genera más polémica cuando llega Navidad, una diana de críticas, y el del año pasado no fue la excepción. El de 2023 homenajeaba a la tradición del pesebre napolitano con una configuración 100% barcelonesa a cargo del escenógrafo Ignasi Cristià. Una vez montado, por su forma circular el belén parecía un pequeño teatro de siete metros de altura y hecho de material reciclable. Los personajes se representaron en forma de figuras recortables, entre los que se encontraban unos setenta personajes representativos de Barcelona. Pero lo que más llamó la atención fue que, en lugar de un caganer, había una caganera que leía un libro.
Sin embargo, si hablamos de los más polémicos, el de la edición de 2022 polarizó a la población de la ciudad entre los que aplaudían la modernidad y los que la rechazaban por completo. El belén de hace dos años apostó por la tecnología y tuvo un carácter de proyección 100% virtual e interactivo. La escenografía se representó a través de un 'mapping' en la fachada del Ayuntamiento y todo el mundo podía modificar las acciones que aparecían en el pesebre con sus teléfonos móviles.