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Adiós a los locales que permitían el uso de tabaco calentado, también a su uso en otros recintos. El gobierno español ha tomado una decisión trascendente contra este tipo de producto al ratificar un decreto que iguala la regulación del tabaco calentado con la de los cigarrillos tradicionales.
Se extiende además una prohibición a los productos tabaqueros con aromatizantes, imponiendo la obligación de detallar advertencias sobre los posibles riesgos para la salud en las etiquetas. La disposición normativa específica exclusivamente sobre el tabaco calentado, dejando a un lado los dispositivos de vapeo, que actualmente están bajo la atención del Ministerio de Sanidad para su propia regulación.
El decreto amplía las restricciones comerciales, prohibiendo la venta de productos del tabaco que contengan aromas característicos en cualquiera de sus componentes, como filtros, papeles para fumar, envases o cápsulas. También queda vetada cualquier técnica que pueda alterar el olor o sabor de los productos o intensificar el humo, y además, se especifica que los filtros, papeles y cápsulas no podrán contener tabaco ni nicotina.
Una nueva obligación para el tabaco calentado será la inclusión en el embalaje exterior de un mensaje informativo: "El humo del tabaco contiene más de 70 sustancias cancerígenas", acompañado de las fotografías pertinentes, como en los envases de tabaco tradicional.
El movimiento del ejecutivo central es una respuesta directa a una directiva europea, representando una transposición fidedigna de esta regulación. La nueva normativa entrará en vigor en un plazo de tres meses desde su inminente publicación oficial en el Boletín Oficial del Estado (BOE).