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Barcelona no necesita excusas para abrir más restaurantes. Sobre todo si están en la calle Enric Granados, inagotable Xanadú de nuevas sensaciones gastronómicas y de interiorismos de alto copete. Bien, Enric Granados 86 tiene un nuevo vecino que grita "más y mejor y más difícil todavía" en italiano. Acaba de abrir puertas Gloria Osteria, el primer restaurante del Grupo Big Mamma en Barcelona, un grupo de hostelería nacido en París que desde 2015 ha abierto 28 trattorias por todo el mundo.
Atentos: divididos en dos plantas, y con una capacidad para 250 comensales, ocupa de 1.000 m² repartidos en dos niveles, columnas de espejo en forma de estrella de más de cuatro metros, alfombras a medida con estampado moiré, envoltorios de naranjas vintage y una lámpara de cristal de Murano de 400 kilos que preside la barra como si estuviéramos en un remake glam de La Dolce Vita a cargo de Baz Lurhmann (seguro que pasará). Studio Kiki ha mezclado sin miedo el exceso y la nostalgia. Todo muy conceptual. Porque claro, hace falta concepto para llenar uno de los restaurantes más grandes de Barcelona (los anteriores huéspedes fueron Bellavista del Jardín del Norte, aventura de Messi y los Hermanos Iglesias que quería reproducir el pueblo vacacional de tu infancia y Salvaje, un restaurante de sushi con sarao y un interiorismo propio de la casa de los tíos de Luke Skywalker en Tattoine).
¿Cómo se come en Gloria Osteria?
Tanto dispendio estético quedaría cojo si la carta y la comida no fuera igual de ambiciosas. El chef ejecutivo Danielle Tasso está al frente de un equipo de 100 personas, la mitad en cocina y en un 80 % de origen italiano. "Todo está hecho en casa, no tenemos ninguna cocina central. Esta es una de las señas de identidad de Big Mamma: que cada restaurante lo cocina todo en casa", me cuenta Tigrane Seydoux, fundador del grupo. Hasta el extremo de que la pasta fresca y la pasta seca, la pasta de las pizzas, los helados y el pan, todo, se elabora en Enric Granados, a las órdenes de la chef Elisa Consolo.
¿Qué pedir? Todo, también. Desde una pasta rellena–los casoncelli de bogavante con beurre blanc y tartar de gamba rozan la obscenidad–, pasando por los más conocidos espaguetis carbonara –con un toque de trufa y servidos en una rueda de Pecorino–, cada plato lleva el sello de la suculencia y el lujo impreso en su (impecable) preparación. Desde los más sencillos –los espaguetis a la norma, en su origen pasta con verduras– hasta un apartado de pizzas, cada una con retruécano gourmet. La que más, una pizza de carpaccio de gamba roja con esquirlas de pistacho.
Ojo a los postres: Tasso empezó de pastelero y ama su vocación; la tarta de limón –con una capa de merengue de 18 cm de altura– o la de chocolate –con caramelo salado y praliné crujiente de café, servida sobre un plato de nata montada–son deliciosas odas al exceso que hacen sentir a veteranos periodistas, curtidos en los mejores pesebres de prensa de España, como chavales en una boda.
¿Cuánto cuesta comer en Gloria Osteria?
"Intentamos que cada restaurante tenga una personalidad acorde con la ciudad, claro", explica Seydoux. La de Barcelona pasa por "ser un poquito más prémium y clásica que la de Madrid, porque en Barcelona la gente saber comer, valora el producto", prosigue, halagador, y a tal fin incorpora todo un apartado de pescado crudo a la italiana que no existe en Madrid. Proteína animal y verdura son de km 0; los embutidos y los quesos italianos, claro. También hay guiños a la gastronomía local, como una bomba a la italiana. Seydoux habla de un tiquet medio de unos 35 a 45 euros, algo que se queda corto si echamos un vistazo a los precios. Más bien estamos en el terreno de los 60-70. Pero con satisfacción garantizada: nadie se va a quedar con hambre en Gloria Osteria; salimos a Enrique Granados a un paso del tambaleante KO por satisfacción.
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