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El Heliogàbal de Gràcia podría cerrar definitivamente si no le dejan ampliar el horario de los conciertos

Barcelona podría perder uno de sus epicentros culturales más vibrantes de los últimos 30 años. Hablamos con su director Albert Pijuan

Borja Duñó
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Borja Duñó
Head of Editors, Barcelona
Julieta, Heliogàbal
Foto: Carla EscolàJulieta, Heliogàbal
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Barcelona nunca ha acabado de encontrar la forma de cuidar los pequeños escenarios de música en directo. El Heliogàbal, el bar de Gràcia que quizás más ha hecho por esta escena en los últimos 30 años, vuelve a estar en la cuerda floja por culpa de una normativa que le asfixia. Y esto sucede solo un año después de inaugurar el nuevo escenario que le ha permitido ampliar aforo y mejorar las condiciones de sonido. Ahora no les permiten mantener esta capacidad más allá de las once de la noche y eso les obliga a echar a 120 personas después del concierto (en caso de sold-out) y quedarse solo con 33, medida que no solo es "antipática", según el director del bar Albert Pijuan, sino que "se carga el pulmón económico de la programación cultural".

Este miércoles 17 de abril sus responsables tienen una reunión con el Icub donde pedirán resolver este problema o el Heliogàbal podría verse abocado a prescindir de una de las programaciones culturales más interesantes de Barcelona, e incluso a cerrar. "Los conciertos de pequeño formato son deficitarios, precisamente por el poco aforo con el que trabajamos", explica Pijuan. "Generamos poca taquilla, que no da ni para un caché digno, y se la damos a los músicos. ¿Entonces nosotros de qué vivimos? Les cobramos un alquiler de sala de 200 euros y con eso pagamos el técnico. Pero detrás de una programación hay mucho trabajo, para hacer las cosas bien como las hacemos en Helio hay un equipo de gente trabajando, y eso al año son 120.000 euros, y estos sueldos los paga el bar, porque la programación cultural es deficitaria", añade.

Tenemos el reconocimiento de todos desde hace 30 años, pero el distrito de Gràcia nunca nos ha querido reconocer

A ello, se añade el gasto que realizaron para mejorar el local. "Para llegar a ser Espai de Cultura Viva nos han hecho hacer tantas instalaciones (rampa de acceso, sostenibilidad energética, aislamiento acústico, etc) que nos cuestan 50.000 euros al año de préstamos durante cinco años, y eso un bar de 33 metros cuadrados no puede soportarlo", explica. Con la licencia actual, de bar-cafetería, el Heliogàbal está obligado a respetar una capacidad de una persona por metro cuadrado, mientras que en los bares musicales y discotecas es de dos personas y en las salas de conciertos, de cuatro. "Lo que no tiene sentido es lo que ha hecho el Ayuntamiento de limitar los espacios de Cultura Viva a horario diurno –continúa Pijuan–, nosotros no somos una librería, somos una sala de conciertos, y tenemos el reconocimiento de todos desde hace 30 años, pero el distrito de Gràcia nunca nos ha querido reconocer, hay un exceso de celo y así estamos ahora, al no tener el marco legal adecuado, está prohibido bailar a partir de las once de la noche. Es una ley anacrónica", dice Pijuan.

Con el gasto de una sala de conciertos y los ingresos de un bar-cafetería de 33 metros, porque les hacen cerrar el nuevo espacio a las doce de la noche, el director del Heliogàbal asegura que la programación cultural es inviable. Los ingresos del bar son los que financian la actividad cultural: "Sólo un 5% son ayudas del Ayuntamiento, el resto viene de la barra", explica. "Solo que nos dejaran alargar este horario con el mismo aforo de cualquier bar musical que esa hora está abierto, sería la mitad del aforo permitido en un concierto y no tendríamos que echar a 150 personas el día que hacemos sold-out", propone.

Hace 30 años que no hay forma, parece que el Heliogàbal sea el enemigo público número 1

"Desde que inauguramos el escenario nuevo no echábamos a nadie, pero ahora nos han cortado las alas y han dicho 'no, no, 33', pero podemos llegar al punto medio, que serían 72. No nos dejan hacer como cualquier bar musical de Gràcia, y hace 30 años que no hay forma, parece que el Heliogàbal sea el enemigo público número 1". Pijuan quiere que les reconozcan de una vez la actividad, pero también critica que los Espacios de Cultura Viva tengan que funcionar en horario diurno ("¿de qué tenemos que vivir?"), se pregunta. "Y si en Gràcia hay mucho ambiente por la noche, ¿por qué el Ayuntamiento no pone pacificadores en las zonas más tensionadas? ¿O pone en marcha ayudas para los vecinos que quieran poner doble cristal?" También apela a la educación de la gente que pasa por la calle: "Los que hacen ruido son la gente y no nosotros, nosotros ya tenemos a dos personas fuera controlando".

¿Ocio nocturno cultural o barrio dormitorio?

"Si se van cargando la vida, al final será un barrio dormitorio", dice Pijuan, que reconoce el derecho de los vecinos al descanso, pero que también reivindica el derecho a un ocio nocturno cultural. "Nos olvidamos muy rápido de que hemos sido jóvenes y que nos gusta salir y relacionarnos. El Helio proporciona poder disfrutar del ocio nocturno culturalmente, y la gente que quiere disfrutar de la cultura durante el ocio nocturno también merece respeto, también hay una parte bonita, una parte cultural. Claro que se debe controlar, pero no matarlo. Nos hacen cerrar las instalaciones a las doce, pero ¿no es mejor que la gente esté en un local insonorizado y disfrutando de la música y bailando?", se pregunta. De momento, el Heliogàbal está pendiente de cómo resolver la cuestión con el Icub, o Barcelona podría perder uno de sus epicentros culturales más vibrantes de los últimos 30 años.

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