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No han pasado ni tres meses desde que cerró L’Hortet y sus emblemáticas contraventanas de madera ya vuelven a lucir abiertas en la calle Pintor Fortuny, 32. Ahora el local acoge el nuevo Pötstot del Raval, un restaurante que encaja muy bien con lo que ofrecía el antiguo establecimiento (y con este tramo de calle, ya que en el número 25 está el Biocenter). Si L’Hortet fue pionero de la cocina vegetariana en la ciudad y la sirvió durante 35 años (de 1990 a 2025), Pötstot es directamente vegano y sin gluten, para que todo el mundo pueda comer y nadie quede excluido.
La otra diferencia es que L’Hortet tenía menú de mediodía y Pötstot no, pero "aquí puedes comer por menos de 20 euros", asegura Manel Forés, propietario del restaurante junto con Quim Viñas, un tándem que con este ya suma tres establecimientos, contando el Pötstot del Eixample y Casa Àngela en Sagrada Familia. "Buscábamos local y nos habría encantado estar al lado de L’Hortet, porque nos encantaba", confiesa Viñas. Pero las circunstancias llevaron al cierre de L’Hortet y a que el local quedara disponible para que ellos pudieran conservar parte de su espíritu.

Esencia renovada
No son solo las contraventanas ni la apuesta por la cocina vegetal y saludable lo que se ha conservado. Han restaurado las mesas de madera y el espacio respira un ambiente acogedor parecido al de antes, pero más luminoso, y con una pequeña sala al fondo, casi un reservado, que invita a la intimidad. Encontraréis los platos de la carta en las pizarras exteriores: es la misma que en el Pötstot del Eixample, del chef Guillem Corral, y admite un cambio por temporada, pero es variada y constatamos que cualquier elección es una apuesta segura.
Los hits de la casa son las croquetas (de remolacha y queso, de ceps y trufa negra, y de espinacas a la catalana con un toque de curri), todas deliciosas; y la sobrasada vegana (la sabrossada), que tiene un regusto dulzón que recuerda a la miel que a veces se le pone encima. Pero hay mucho más: el canelón trufado es perfecto, tanto por sabor como por sus distintas texturas; el puerro confitado, fresco y gustoso; el arroz D.O. del Delta del Ebro con setas de temporada, al dente y con la potencia y el punto justo del socarrat.

Gente de aquí, cocina de aquí
"También se pide mucho la lasaña" (de verduras con queso de anacardos), cuenta Forés. Todo lo hacen ellos, también las hamburguesas (de alubias rojas y calabaza o de tofu ahumado) y los postres. "Para asegurarnos de que no hay contaminación cruzada no puede entrar nada de fuera, alguna vez alguien ha querido traer una tarta y hemos tenido que decir que no, nos sabe mal, pero no nos podemos arriesgar", dice. Los celíacos, por tanto, pueden estar tranquilos y, además, encantados de tener tanta variedad de sabores: apuntad dulces como el cheesecake, muy suave, o el flan de coco y mango, fresquísimo.
"Somos gente de aquí que quiere hacer cocina de aquí", dice Forés refiriéndose a la cocina mediterránea. En Pötstot no encontraréis fusiones raras, pero sí un repertorio de platos deliciosos que puede comer todo el mundo, ya sea la pareja vegana, la prima celíaca o los parientes omnívoros, que no se lo van a creer. Imprescindible dejar los prejuicios fuera para darse cuenta de lo sabrosa y vibrante que puede llegar a ser una cocina saludable, inclusiva y respetuosa con los animales y con el planeta.

