[title]
Decían de Lola Flores: "Ni canta ni baila, ¡no se la pierdan!", dicho que se ha recuperado para explicar otros fenómenos actuales como C. Tangana. No es el caso de Dua Lipa, quien no solo canta y baila, sino que lo hace divinamente. Tengo una amiga que dice de la cantante que es una reina. Después de verla en el show del Primavera Sound, la corregiría por decirle que no, que es una diosa. Y es una exageración, claro, porque si Dua tuviera poderes superiores, en la Tierra triunfaría el buen rollo y el mundo sería una inmensa pista de baile en la que solo sonaría música celestial: como el que vivimos en el jueves del segundo fin de semana de Primavera (pero, quizá con algo menos de gente).
La cantante británica de origen albanés, que ya había presentado su show un par de semanas antes en el Palau Sant Jordi, desató un show impecable en una explanada del Fòrum llena a reventar. El engranaje de su espectáculo –con banda de músicos, coristas y una nutrida 'troupe' de bailarines–, es tan perfecto como la ingeniería de un reloj suizo: afinado hasta el último detalle, como los movimientos de la misma Dua. Todo orquestado para hacer lucir aún más los deslumbrantes hits de Dua.
Todo empezó con 'Physical', y de eso fue la noche: de bailar como si no tuviéramos otra opción los temas de sus dos álbumes publicados hasta ahora, que reúnen canciones que suenan a clásicos y al mismo tiempo rabiosamente modernas. Por estas cosas de los festivales, que tienen muchos inconvenientes, pero también te hacen regalos inesperados, Angèle –actúa el sábado en el PS– apareció en el escenario para cantar su dúo en 'Fever'. Una maravilla.
Tras su cover de 'Cold heart' –en el que hizo ondear una bandera LGBTI+–, llegó la traca final: de 'Future nostalgia' pasó a 'Levitating' y el público ya no tocó tierra hasta un buen rato después de que acabara 'Don't start now', con el que puso punto y final a un show que confirma por qué Dua corona al Olimpo del pop actual.