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Hay una norma no escrita en las Michelin que corría entre periodistas ("en la ciudad donde se hace la gala nunca se da la tercera estrella) que ha saltado por los aires: Disfrutar de Mateu Casañas, Oriol Castro y Eduard Xatruch ha conseguido su tercera estrella Michelin, cinco meses después de que el establecimiento fuera erigido como el segundo mejor restaurante del mundo por el ranking 'The World's 50 best restaurants'.
La sensación entre la prensa ha sido de justicia: desde el 2012 que Disfrutar picaba piedra y se superaba año tras año como para no entrar en la selecta élite mundial de los triestrellados (y convierte a Barcelona en un prodigio de la cocina de lujo: ya dispone de ¡cuatro!, restaurantes con tres estrellas: Ábac, Lasarte, Cocina Hermanos Torres y ahora Disfrutar). Lo primero que ha dicho Eduard Xatruch, minutos después de recibir el premio, es que "cuesta tanto llegar hasta aquí que todavía no hemos ni asimilado todo lo ocurrido". Mateu Casañas ya venía mentalizado de casa: "Siempre te pones una coraza para trabajar con contención. ¿Si no nos la hubieran dado? No pasa nada, este trabajo va de vivir al día y tener los pies en el suelo".
Cuesta tanto llegar hasta aquí que no hemos asimilado lo ocurrido
Ahora bien, aquí se acaba la fiesta para Cataluña (que no para Barcelona): las dos únicas nuevas estrellas de Cataluña están en Barcelona: Suto, abierto en 2019, y Quirat de Víctor Torres, de éxito meteórico: abrió en el 2022. Algo que contrasta con la eclosión de nuevos restaurantes de una estrella en Madrid (cinco: CEBO, Desde 1911, El Club Allard, OSA, Santerra y Toki) y en Jaén, que recibirá el 2024 con nada menos que con tres nuevos restaurantes Michelin, uno más que Cataluña. La guía francesa ha premiado la cocina urbana de la capital por encima de la variedad del 'terroir' catalán.
¿Urbana? Por supuesto. En contraposición a la sinfonía de acción espectacular que es Disfrutar, el otro gran triunfador de Barcelona ha sido Suto, un diminuto restaurante japonés 'omakase' de siete plazas, con un equipo de tres personas, capitaneadas por el chef Yoshikazu Suto, y en el que la tía del chef hace la cerámica de la vajilla en Japón. "Estoy tan contento que mañana ya puedo morirme", exclamó cuando le he preguntado por el estado de ánimo.
Mejor que no se muera: sobre todo porque será padre el viernes y el jueves él y Carolina Alarcón, sumiller y jefe de sala, deben abrir el restaurante y ponerse a trabajar! ("debemos ser la única estrella Michelin que abre para dar servicio con un equipo de dos personas", ríe Yoshikazu). Suto se inauguró en el 2019 en un antiguo bar de barrio de Sants, y la idea del proyecto se fraguó cuando el chef y la sumiller se conocieron trabajando... en Disfrutar.
Esta elección rompe el tópico de que Michelin solo premia lugares suntuosos: "¡Algunos clientes dicen que estamos en la calle más chunga de Sants!", ironiza el chef. Hombre, Violant de Hungria no es la cima del glamour, pero ahora una calle de barrio tiene una Michelin (puerta con puerta del veterano club gótico Undead Dark Club, por cierto).
El otro varapalo de la Michelin en Catalunya ha sido arrancar una de las dos estrellas de Jordi Cruz en Angle. También se queda sin la estrella que ostentaba el establecimiento La Cocina de San Simón, en Tossa de Mar (Selva). Ahora bien, premios menores ha habido: El Emporium de Castelló d'Empúries, de los cocineros Màrius y Joan Jordà, ha recibido una estrella verde que acredita los esfuerzos en pro de la sostenibilidad, la misma distinción que ha recibido L 'Algadir del Delta, de Joan Capilla, en Amposta.
La gala celebrada este año en la capital catalana ha contado con Andreu Buenafuente como maestro de ceremonias y ha incorporado a figurantes vestidos con inspiración del arte de Joan Miró o la arquitectura de Antoni Gaudí. El acto también ha servido para recordar a Daniel Redondo, jefe de cocina del Celler de Can Roca que falleció hace unos días en un accidente de tráfico.
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