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¿Hasta dónde llegan las 'fake news'? Uno puede jugar con la ambigüedad del titular y lo goloso del 'clickbait'. Pero el límite es que la fuente central de la noticia te diga una cosa, y publicar exactamente lo contrario, para ver si se rascan unos cuantos clics que engorden la curva de usuarios únicos.
Es el caso de una noticia de informativos Telecinco del pasado 12 de septiembre. Véase el titular y la entradilla: "Establecimientos centenarios del Barrio Gótico de Barcelona echan el cierre ante la ausencia de clientes. Es el caso del restaurante Los Caracoles, con varios trabajadores en ERTE". Copia-pega textual.
En un alarde de periodismo de investigación de alta precisión y esfuerzo –esto es, agarrar el teléfono y llamar a Los Caracoles– hablo con Ramon Bofarull. El copropietario de Los Caracoles –la quinta generación de un restaurante abierto en 1835– desmiente categóricamente el titular: "¡Estamos abiertos y no tenemos intención de cerrar! Reabrimos a finales de agosto y llevamos tres semanas trabajando. Es complicado: tenemos una sala cerrada y a 50 trabajadores en ERTE. Estamos cinco, con toda la familia llevando el restaurante. Pero estamos abiertos. Por favor: publicad que seguimos abiertos y no tenemos ninguna intención de cerrar". En Escudellers el icónico espeto de pollos –el primero pollo a l'ast de la ciudad– sigue girando.
El falso cierre de Los Caracoles –¡vaya subidón debe ser, 'matar' a un restaurante de 185 años y en el que ha comido desde Ernest Borgnine a Lenny Kravitz!– lo atribuye Bofarull a "nuestra inclusión en un reportaje sesgado de Telecinco que habla de lugares emblemáticos del Gótico y las dificultades que pasan". Dice estar en el polo opuesto del cierre: "Estamos al pie del cañón y queremos tirar esto adelante. La gente empieza a venir, come bien y sale contenta y reconfortada".
Amigos y clientela les han llamado, a raíz de la falsa noticia. El restaurador corrobora un hecho que es puro sentido común: "Si los medios estáis todo el día con la moviola de que el centro de la ciudad es un desierto y no hay nadie, nos vamos a hundir todavía más. Lo que tienen que hacer es fomentar que el barcelonés se mueva por sitios de la ciudad a los que ya no iba. Y es una pena, porque aquí siempre se ha comido muy bien, hay un buen ambiente y siempre hemos tenido público extranjero y local".