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La pies es el órgano más grande de nuestro cuerpo y uno de los más importantes. Nos protege de factores externos como las bacterias, sustancias químicas y temperatura. Pero también tiene una función que va más allá del hecho que nuestro cuerpo funcione: nos da placer.
Antes que nada, tenemos que tocarnos
El primer paso cuando entramos en contacto con alguien es tocarnos. O al menos lo era antes de la pandemia. Dos besos, un apretón de manos o un abrazo nos acerca a alguien. De hecho, ha sido lo que más hemos echado de menos cuando hemos estado confinados. Poder hablar está muy bien, pero necesitamos tocarnos. Cuando estamos con alguien que nos gusta, un simple roce en las manos o en la cara nos pone la piel de gallina y nos encoge el estómago. Si ya empezamos con las caricias, las sensaciones son más intensas y nos estimulan y dan placer.
El órgano sexual más grande de nuestro cuerpo
A menudo asociamos sexo con genitales. Nuestras relaciones sexuales pasan siempre por este punto o, básicamente, se centran en este punto. Sobre todo si tenemos prisa y buscamos el placer rápido, el orgasmo fácil. Las caricias han quedado relegadas a los preliminares y a menudo son un trámite al que muchos no le ponen mucho entusiasmo. Pero en realidad son mucho más importantes que eso, son el maravilloso camino que nos lleva hacia el orgasmo. Este puede ser con penetración o sin, ya que incluso podemos conseguirlo solamente tocándonos, estimulas las diferentes zonas erógenas de nuestro cuerpo.
Un viaje sensorial
Disfrutar y hacer disfrutar sexualmente de la piel no es difícil, pero requiere paciencia. Si queremos que nuestro o nuestra amante se estremezca de placer, necesitamos ponerle cariño y no tener prisa.
Un truco es tapar los ojos de quien ha de recibir el masaje para que se concentre exclusivamente en los otros sentidos. Que se estire, se ponga cómodo/a y que de fondo suene una 'playlist' que ponga a tono. Podemos empezar acariciando la cabeza y seguir por la cara, haciendo pequeños círculos en las sienes y en la mandíbula. Son zonas donde se acumula mucho estrés y tensión. Después continuamos el masaje por el cuello, el pecho, el abdomen..., intercalando besos y palabras (cada uno que escoja la tipología de palabras que le vayan mejor para encender la situación).
También podemos ir saltando el orden del masaje haciendo que la sorpresa de no saber qué vendrá aumente la excitación. O también tocarlx con otras partes de nuestro cuerpo que no sean las manos. Y, como no, podemos utilizar accesorios que despierten sensaciones en la piel, como por ejemplo plumas o aparatos de masaje.
El masaje puede seguir hasta que nuestra pareja tenga un orgasmo o nos suplique que rematemos el tema de otra manera. Sea como sea, estimular la piel debería ayudarnos a disfrutar más del sexo, a conectar mucho más con nuestra pareja y quizá a tener uno de los mejores orgasmos de nuestra vida.