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El pop afable y épico de Coldplay ha deslumbrado a los 50.000 asistentes al primer concierto de los cuatro que los británicos llevarán a cabo en el recinto con mayor capacidad de la ciudad. Nadie antes había logrado llenar cuatro estadios olímpicos de Barcelona en noches consecutivas, y pocos hubieran apostado porque sería precisamente esta banda de aspecto y carácter impoluto quien lo conseguiría cuando publicó su primer álbum, 'Parachutes'. Entonces muchos vieron en ellos a los nuevos mesías del indie cuando finalmente se han convertido en los nuevos reyes de los estadios.
Entre ese primer disco hasta el 'Music of the spheres', que les ha llevado a una gira mastodóntica que comenzó en marzo del 2022 en Costa Rica y terminará en noviembre del 2023 en Indonesia, han pasado dos décadas. Es muy probable que en el camino hayan perdido a los seguidores primigenios, pero a cambio de convertirse en una de las bandas más masivas del planeta. La fórmula de melodías ampulosas, coros épicos y un mensaje reconfortante, junto con un sentido exuberante del espectáculo, ha cuajado en un público que también incluye a las generaciones más jóvenes. No es poco.
Tras las actuaciones de las Hinds y los escoceses Chvrches –los teloneros en esta primera fecha (en las dos últimas Ona Mafalda sustituirá a la banda madrileña)–, la atención se ha concentrado en los videowalls circulares donde se proyectaban vídeos de merchandising del grupo, que se alternaban con los proyectos ecológicos (desde la reforestación en Yellowstone hasta la rehabilitación de vida silvestre en Zimbabue) que financian parcialmente las entradas, mensajes que animaban a utilizar las bicis disponibles para recargar la energía que se utilizará en el C-stage del próximo concierto y un ranking de los países que devuelven más las pulseras que se entregan a la entrada del recinto para que el público interactúe en el concierto (por si os lo preguntabais, de momento gana Buenos Aires).
La gente tenía ganas de mambo, porque justo antes de que empezara el show se ha improvisado una ola que ha dado varias vueltas al estadio, demostrando, tal vez, que la participación analógica y espontánea todavía sigue teniendo su gracia. Había nervios para ver el inicio, pero el público aún ha tenido que esperar un poco más, cuando, poco después de las 21.30, un chico y una chica han presentado a la banda y han anunciado un cortometraje que explica cómo y por qué han logrado que 'Music of the spheres' sea una gira sostenible y en qué proyectos ecológicos participa (ni una palabra escrita o dicha en catalán, sea dicho de paso).
Todo es a gran escala, en Coldplay, incluso el concepto del show, organizado en cuatro actos: planetas, lunas, estrellas y casa. El pistoletazo de salida lo ha dado 'High power' y en los primeros compases ya se ha visto para qué sirven las pulseras, que han convertido el estadio en un mar de lentejuelas de colores. No han tardado en aparecer tampoco las fuentes de confeti, los globos gigantes para que el público juegue con ellos, las llamaradas de fuego y luces láser.
Chris Martin es el yerno ideal y un maestro de ceremonias hipermotivado que goza comunicándose con la audiencia: ha hecho cantar y bailar al público (al que se ha dirigido en un español bastante apañado), ha subido a una chica por dedicarle una canción a su madre, y ha pedido, entre otras cosas, que el público levantara "las manos bonitas hacia el cielo".
Tras bajar las revoluciones con 'The scientist', los ingleses han desatado la euforia con 'Viva la vida'. En 'Yellow' lo han teñido todo de amarillo, se han puesto en plan rockero en 'People of the pride' y han montado una disco con el tramo que ha ido de 'The lightclub' a 'My universe', el tema que comparten con BTS. ¿Faltaba algo? Fuegos artificiales, con los que han acompañado 'Sky full of stars'.
Fuera de carta ha llegado un homenaje improvisado a Tina Turner, fallecida hoy y a quien Chris Martin ya había dedicado el concierto en la primera parte del show, con una versión de 'Proud Mary', así como la actuación de varios miembros de los Gipsy Kings, que sin leds ni confeti han hecho resonar esos dos pedazo de himnos que son 'Bamboleo' y 'Volare'. La traca final ha venido con BiUtyful al estilo 'Everything, everywhere all at once': fuegos artificiales, confeti, pulseras iluminadas, un cartel que animaba a 'Believe in love' e incluso una 'luni 'haciendo los coros a Chris Martin.
Entre la experiencia inmersiva, la sesión de 'mindfulness' y el espectáculo de masas de toda la vida, lo cierto es que la banda ofrece un show diseñado y ejecutado al milímetro para que todo el mundo que haya pagado la entrada pase una noche fantástica. Y me aventuraría a decir que ningún fan del grupo ha salido decepcionado hoy, sino con un buen subidón colectivo de Coldplay.