[title]
Que cierren grandes casas de restauración es un drama, pero aún lo es más que plieguen velas los locales que nos ayudan en nuestra lucha cotidiana. Y hoy, por desgracia, toca anunciar que ha bajado la persiana definitivamente El Cuiner de Damasc: sin duda el mejor restaurante de kebab y falafel de Barcelona.
Situado en la calle Templers, tras el Ayuntamiento, su puerta de madera era una invitación acogedora a coger un buen 'dürum' -substancioso y con una salsa de yogur casera, relleno de mezcla de pavo y cordero, nada grasiento- o ir tirando con un buen falafel, de lo más sabroso y crujiente, o sentarse y rematarlo con un hummus impecable. A diferencia de muchos kebabs, este era tan acogedor que muchas veces te quedabas a comer, y la clientela era tan local -vecinos y funcionarios- como turística.
El carismático Salem, el cocinero que abrió este restaurante hace unos quince años, me cuenta que no se puede hablar de acoso inmobiliario: "Aquí se han juntado dos cosas: se me ha terminado el contrato del local y me ha llegado la edad de la jubilación. Contra eso no puedes hacer nada". ¿Puede que abre un nuevo local en otro lugar? "Se me hace muy difícil empezar desde cero. Ya he hecho mi camino y hasta aquí llego".
El amabilísimo sirio, un hostelero al que no he visto nunca sin una sonrisa en los labios, quiere aprovechar la ocasión para dar gracias a todos los que alguna vez se ha acercado a comer. Y yo agradezco a él su trabajo: en tres lustros de frecuentarlo, nunca, nunca, he tenido aquellas post-digestiones en 'technicolor' tan sospechosas y molestas de cuando comes en un kebab cualquiera. Su comida era de una calidad sencilla y a prueba de bombas.
NO TE LO PIERDAS: Los mejores tacos de Barcelona