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Mucho ha llovido desde que el 'Loser' de ese chico desgarbado de Los Ángeles se convirtiera en 1993 en uno de los himnos de la generación X, que cantaba con orgullo el derecho a ser un perdedor, a no querer triunfar. En el caso de Beck, sin embargo, su carrera se quedó muy lejos del fracaso. Disco tras disco fue construyendo una discografía que ha explorado todo tipo de géneros –del folk al hip-hop, del funk a la electrónica– y que cuenta, hasta el momento, con 14 álbumes: el último es de 2019, 'Hyperspace', producido por Pharrel Williams.
El show que presentó el viernes en el escenario Pull and Bear del Primavera Sound –explicó que estrenaba gira y banda en Barcelona– fue una celebración de esa trayectoria. Y lo hizo a toda máquina: con una retahíla de temas que se sucedían a toda velocidad en una fiesta psicodélica en la que brillaron 'Devils haircut', 'Wow' y 'Hollywood freaks'.
También hubo lugar para las piezas más atmosféricas como 'Chemtrails' y 'Morning', el folk de 'Lost cause' –hizo un homenaje a Willie Nelson en uno de los visuales en los que aparecía en una antigua mina– y, sobre todo, la versión en solitario, sólo acompañado por su guitarra acústica, de 'Everybody's got to learn sometime', que interpretó después de aludir a la pandemia.
Como guinda del espectáculo, el güero enfiló 'Loser', 'One foot in the grave' y 'Where it's at' para que nadie, en sus cabales, pudiera decir que aquel no había sido un gran directo.