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Barcelona posee muchas características que la convierten en una de las ciudades preferidas de los turistas internacionales. La comida, la arquitectura, el buen tiempo... y las tiendas. El turismo de compras es uno de los que más destaca en Barcelona, pero son las compras de lujo las que cada vez cobran mayor relevancia en la ciudad. Aunque el pasado año las ventas de lujo aumentaron, este verano se prevé que estas crezcan un 10% más respecto al año anterior. Este crecimiento ha hecho que también lo hagan los robos, como el último por alunizaje en la tienda de Chanel, aunque no es lo habitual. A pesar de que hay varios puntos donde poder adquirir productos de este tipo, en Paseo de Gracia es donde se concentran la mayoría de las tiendas de lujo, convirtiéndolo en el eje comercial más exclusivo (y más caro) de Barcelona y de todo el Estado.
El crecimiento del turismo de lujo se debe, sobre todo, al aumento de los turistas estadounidenses, que son unos de los que más compras hacen durante la estancia de vacaciones en Barcelona. Además, a diferencia de los años anteriores, la diferencia entre el euro y el dólar ha disminuido casi llegando a la paridad entre ambas monedas en 2023. Europa siempre ha sido un continente que ha atraído la atención de Estados Unidos, pero más allá de ciudades como Londres o París, los estadounidenses buscan otras opciones y Barcelona se ha posicionado entre una de las principales. Aparte de los estadounidenses, el turismo asiático sigue en la primera posición del ranking si hablamos de compras de lujo, con marcas como Chanel o Louis Vuitton como favoritas.
Un fenómeno que surgió tras la pandemia y que también ha potenciado el turismo de lujo han sido las colas en la puerta de este tipo de tiendas. Los espectaculares escaparates de Paseo de Gracia siempre han llamado la atención de todo el mundo que pasaba por delante, pero ahora ya no solo pasan de largo, sino que muchos curiosos hacen cola en la puerta para entrar a ver las piezas de la marca. Al ver que tanto cotillas como compradores esperaban fuera para entrar, las tiendas utilizaron este fenómeno tanto para controlar el aforo como para reclamo para más gente, que siente curiosidad por entrar al ver la acumulación de personas.