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Hay generaciones que ya no pasearon por las Ramblas de Barcelona mientras oían piar a los pájaros enjaulados que estaban a la venta en más de una decena de puestos de pajareros. Las paradas bajaron la persiana para siempre en el 2009, pero, en lugar de desaparecer, se reinventaron y se convirtieron en puestos de venta de helados, dulces y recuerdos que dejaron atrás el pasado pajarero de estos quioscos. Ahora, después de meses de espera de la autorización judicial, el Ayuntamiento ha cerrado definitivamente esta mañana seis de las 11 paradas de la Rambla.
Según informa el consistorio, el juez ha dado el visto bueno para la recuperación forzosa de los establecimientos que acogían negocios que actualmente estaban en activo. En cuanto a las cinco paradas restantes, todavía están abiertas al público y desarrollan su actividad actual, ya que son de un mismo propietario y el consistorio no puede cerrarlas sin autorización judicial por parte de otro juzgado. Uno de esos locales que todavía permanece abierto recibe a los clientes con un gran cartel en la entrada donde se lee: "Alcalde, implícate y vela por el centenar de trabajadores; no lo dejes en manos de los juzgados y te laves las manos".
Sin embargo, las paradas que ya tienen la persiana bajada no se quedarán en medio de la Rambla, sino que desaparecerán para siempre cuando se lleve a cabo el derribo. Según indican fuentes municipales, se estudiará cuál podrá ser el momento más adecuado para hacerlo, según avancen de las obras de reforma del paseo.
Las mismas fuentes explican que las seis paradas se han cerrado sobre las 10 de la mañana de este miércoles 21 de agosto, un proceso que se ha alargado unas horas, ya que, en el momento que las paradas estaban abiertas y, por cerrarlas, han tenido que sacar el material de dentro. "La desaparición de las paradas de los antiguos pajareros de la Rambla es una decisión que viene de lejos y que responde al interés general", señala el Ayuntamiento, que recuerda que el proceso ha llegado hasta este punto después de las distintas resoluciones judiciales que, finalmente, les ha dado la razón.
Un proceso de meses
El cierre de los puestos es una iniciativa que no ha sido un proceso fácil, sino que el Ayuntamiento pidió –sin éxito– bajar la persiana voluntariamente a los propietarios de los establecimientos el pasado mes de julio. Ante la negativa, el consistorio puso en marcha el proyecto a través de la vía judicial para recuperar la titularidad de los puestos, un objetivo que ha logrado casi dos meses después. El Ayuntamiento ha recordado también que, en el Plan Especial de Ordenación de la Rambla que se aprobó en 2016, ya no se contemplaban los puestos.