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Es un secreto a la vista: en la Gran Vía, justo al lado del icónico cartel de la casa de subastas Lamas Bolaño, está el Bar Bocatini (con un no menos icónico cartel). Su sempiterna marquesina anuncia "Platos a la carta - Bocadillos Especiales". Y habrás pasado por allí miles de veces sin haberle hecho demasiado caso: el efecto vintage de su aspecto – la pura estampa del bar normal en una arteria circulatoria en la que solo existen restaurantes enormes enfocados al turismo– lo hace invisible.
Y este es el pequeño milagro: el Bocatini (Gran Via 610, entre Rambla de Catalunya y Balmes) es un bar de barrio en un lugar en el que no existe el barrio. Con precios de barrio y una calidad notable. Y una oferta casi inédita en la zona: el plato combinado a la carta. Eso significa que a partir de una base que escoges –butifarra, lacón a la gallega, calamares a la andaluza, chistorra...– le añades dos guarniciones –judias verdes con jamón, tortillas variadas, croquetas de ibérico, ensaladilla rusa, rovellones a la plancha...– y acabas comiendo bien y rápido por entre 8 y diez euros.
La calidad es buena y saben lo que hacen. Butifarras y salchichas son de Calaf, la chistorra es de Navarra de la de verdad, y los calamares a la andaluza y el pescado del día son frescos. La plancha del bar está impoluta, y cada mañana Asunción Alonso prepara las guarniciones (la ensaladilla rusa está para chuparse los dedos, y las tortillas de patatas y verduras, también). Este es el negocio de la familia Aragón-Alonso: "Es un negocio familiar: somos mi mujer, mi hijo Cristian y yo", explica Javier Aragón.
Aragó se enorgullece de algo que, por humilde y digno, parece pasado de moda: "Servicio atento y rápido, limpieza al máximo. Esto es un bar de toda la vida, no está pensado para el turista". La clientela, trabajadores de la zona, se sienta en las barras de madera de un local impoluto con la familiaridad de hacerlo en la mesilla del salón de casa.
Aragón empezó en la hostelería a los 14 años, y tiene 50 años de experiencia. Navarrés él, Asunción de Zamora, abrieron el Bocatini en el 2005 después de cerrar el Cau de Sarrià en ese mismo año. Está abierto de lunes a viernes de 6.45 a 18 h, y por la mañana podéis desayunar los "bocadillos especiales": sustanciosos y con un amplio repertorio de vieja escuela, como por ejemplo lomo con pimientos y queso, o flautas con embutidos ibéricos a 2'30 €,
Aquí no hay nuevas tendencias, no hay gurmetización de nada (porque la base de trabajo es buena). Tan solo hay un bar como los de antes, muy bien llevado (y no un homenaje a la caña bien tirada en clave de metabar). La buena noticia es que acaban de renovar el contrato de arrendamiento para diez años más, o sea que en la Gran Via queda Bocatini para rato.
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