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Greg Graffin no tiene una voz especialmente potente ni con demasiada variedad tonal: pero tampoco la necesita. Todas las primeras filas se saben de pe a pa cada sílaba de las canciones de Bad Religion, y el histórico Graffin es quien las cantó desde su primer disco. De eso hace ya más de 40 años.
El mito del punk-rock californiano salió a tocar encajonado entre las superproducciones de Depeche Mode y Kendrick Lamar, y la austeridad de su puesta en escena –un telón de fondo con el nombre y tira millas– nos recordó lo que decía Lou Reed: "No puedes superar a dos guitarras, un bajo y una batería".
¿Decíamos que Graffin no tiene demasiada voz? Pero sí toda la convicción del mundo a la hora de recitar himnos llenos de melodía, ideología y velocidad, como 'American Jesus', con el que salieron a matar en un concierto en el que servidor vio –y vivió– las primeras escenas de pogo y mosh pit del festival. Aún mantienen ese carácter de folk político acelerado que hace que cantes las consignas como si te fuera la vida.
Los californianos inventaron una derivación del punk más vigente que nunca
Que es lo más normal del mundo, porque los californianos fueron, como quien dice, los inventores del hardcore melódico y, por tanto, también del ritual de surfear olas de gente (los que lo practicaron superando la barrera acabaron rápido en manos de seguridad, por cierto). Con 17 discos de estudio rellenos de clásicos, la banda planteó un concierto con un repertorio bastante renovado respecto al de hace un año en el Poble Espanyol, pero con los mismos puntos álgidos: la contagiosa 'Come join us', la socarrona 'Fuck you' y sobre todo 'Fuck Armaggeddon this is hell', un 'me la pela' adolescente de 1982 que aún hoy suena desafiante y llena de testosterona.
Y prestar atención a cómo toca la guitarra Brian Baker –miembro fundador de Minor Threat y Samhain, pero también de Junkyard, ¡banda de cock-rock que hacía la competencia en los Guns'n'Roses de finales de los 80!– es contemplar la mano derecha de un tipo que sin virtuosismos ha sabido inyectar musicalidad y chicha a un género, el punk-rock melódico, más presente que nunca en monopatines, bandas jóvenes y festivales.
Hace toda una vida, un chaval se subió al escenario del Doctor Music para decirle "gordo, calvo y vendido" a Graffin. 26 años después, constatamos que solo acertó en lo del pelo.
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