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"Tengo muchos recuerdos de mi madre cocinando en casa. Siempre narraba en voz alta lo que hacía en los fogones y yo me fijaba. Era su manera de tenerme entretenido mientras me controlaba. Probablemente, mi autodidactismo culinario empezó allí." Joan Martínez pasó su infancia y adolescencia en Santa Eulàlia, en L'Hospitalet, igual que los hermanos Adrià. "Nuestras familias se conocían mucho, éramos amigos del barrio, en aquella época en la que los niños aún jugaban con chapas en la calle". De hecho, fue Albert quien le convenció de dejar su trabajo en una empresa de transportes para abrir en el 2006 y en la calle Tamarit, la mítica y fundacional Inòpia, ese bar de tapas clásicas hechas con ingredientes premium y técnicas modernas, ese gastrobar precursor que enamoró a los barceloneses e hizo que John y Karen de Wyoming estuvieran dispuestos a atravesar un océano para devorarlas.
El tándem Martínez-Adrià duró cuatro años. Albert dejó el proyecto para abrir el Tickets y Joan se quedó el local para transformarlo en Lolita Taperia. Otros once años de éxitos, barra y mesas llenas hasta que la vida le pidió un cambio y lo traspasó. "Después, estuve un tiempo en el Osmosis y en el Cova Santa de Ibiza. Cuando volví a Barcelona, me junté con mis tres socios actuales y en abril abrimos el Aüc. Lo quisimos hacer a poco a poco, sin presiones, sin revuelo y ganándonos la confianza de los vecinos".
"Quisimos abrir el Aüc poco a poco, sin presiones, sin revuelo y ganándonos la confianza de los vecinos"
En realidad, lo que los cuatro tenían en mente era hacer una especie de bar-fast food especializado en macarrones y dirigido a un público joven y local. "Como queríamos alejarnos del circuito turístico, nos pareció una buena idea establecernos en El Putxet. Enseguida vimos que el barrio, las características del espacio del bar y la clientela nos dictarían lo que teníamos que hacer, y no a la inversa, y así ha sido". ¿Bar-fast food? No, casa catalana de comidas de tapa 'currada' y platos de cuchara. ¿Macarrones? Sí, de carne picada, de salchicha y costilla y a la carbonara. ¿Público joven? No, de treinta y largos para arriba. ¿Público local? Sí, 'putxetencs' de pro. "Nada que ver con la clientela extranjera que tenía en el Lolita. La carta de aquí está escrita en catalán y, de momento, no me hace falta traducirla al inglés".
En Aüc, aparte de Joan, encontraréis a Eloy Bayarri (Coure), Santhosh Kumar (Dos Palillos) y Mónica Gilède (Lolita Taperia), un equipo cohesionado y con empuje. Y en la carta, aparte de los macarrones, veréis cinco tapas clásicas, cuatro ensaladas y bocadillos, seis opciones de chup-chup y tres postres. Al igual que John y Karen de Wyoming, pero sin tener que atravesar un océano, nosotros devoramos la rusa con ventresca confitada en casa y acompañada de una mayonesa con destellos de naranja. Clavan platos aparentemente sencillos como las patatas gallegas fritas con salsa brava y alioli o los calamares a la romana que casi se deshacen en la boca, tiernísimos y de rebozado fino. La delicadeza continúa con la berenjena ahumada con dashi y aromatizada con menta y se consolida con la merluza en salsa verde, cuya textura nos recuerda a la de las cocochas. Hablando de recuerdos, las albóndigas con sepia nos teletransportaron a la cazuela de la abuela.
Para hablar de los postres nos quedamos en el pasado. El flan de chocolate, sin huevo ni lactosa, es una especie de Danet casero excelso y, de la misma manera que mamá siempre tenía un cuenco lleno de frutas de temporada sobre la mesa, en el Aüc siempre hay opción 'frutera'. "A menudo nos olvidamos de que somos un país productor de fruta, que es un producto maravilloso que se defiende solo, pero que con poquita cosa que le hagas se puede elevar muchísimo". Nos lo demuestra con los higos cuello de dama, yogur griego, piel de naranja y canela.
Clavan platos aparentemente sencillos como los calamares a la romana
Para beber; cervezas, vinos mayoritariamente catalanes, españoles y algún francés, unas cuantas botellas de intervención mínima y siete por copas, cavas, cócteles clásicos y alguno con acento mexicano. El local; muy acogedor, vidrieras, barra, mesas elevadas y bajas, cocina semiabierta y terraza. La cuenta; calculad entre 30 y 40 euros por persona. "En resumen, Aüc es el bar que a mis tres socios y a mí nos gustaría ir como clientes. Queremos que la clientela venga con apetito y ganas de pasárselo bien. El objetivo es elaborar platos sencillos, pero muy bien hechos”. Lo consiguen de sobras.
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