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A un mes de su apertura, el GoXO de Dabiz Muñoz se ha consolidado como una categoría aparte en la ciudad: un restaurante de alta cocina y plato disfrutones llenos de jugo, que se sirven a ritmo de 'fast-food'. Un jueves cualquiera, hay una pequeña multitud haciendo cola a las puertas del hotel NH Constanza. Y un volumen musical digno de una discoteca a las tres de la mañana.
El espacio es tan amplio y cómodo como frío. No se puede decir que sea impersonal, más bien parece un escenario de película de Windig Refn: cuero negro y rojo, madera negra y neones. No hay reserva que valga: haces cola y si hay espacio comes. Si no, te lo puedes llevar a casa (o a un banco del parque). Pedir es tan sencillo como escoger de una pizarra con una carta corta, pagar, llevarte el ticket y esperar a que tu número salga en una pizarra. Te levantas, recoges la comida en la barra y regresas a la mesa con una bandeja enorme, con cubiertos y platos.
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La rapidez es digna de 'fast-food': la cola es respetable, pero entre que pides y pagas y tienes la comida en la mesa en diez minutos. A diferencia de un 'fast-food', en caja te informan al detalle de la elaboración e ingredientes de cada plato (si lo pides).
Quien haya comido en DiverXO sabrá el restaurante basa su carisma tremendo en los impactos de los sabores y en la espectacularidad de los emplatados. DiverXO es un impacto dosificado en tres horas y pico. En GoXO el tortazo es directo y rápido, pero sigue siendo impactante. La parafernalia mínima, las raciones generosas, el llevarte a la mesa una bandeja rebosante de comida y la electrónica a toda castaña... Reconoces un restaurante de Dabiz Muñoz al instante, aunque como yo haga seis años que comiste en DiverXO.
Como explica el jefe de cocina de GoXO, Pablo Alguré: "Son platos para gochear fuertemente y para pasarlo bien. ¡Medio kilo de lasaña! Cantidades grandes, con mucha potencia de sabores: dulce, ahumado, picante... Intentamos que la gente coma con nuestros cócteles, que maridan bien para refrescar algo tan fuerte".
Servidor, que es de buen comer, se apalancó el cocido Hong-Kong Madrid y los tacos de costillas ahumadas. He aquí mi bandeja.
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El cocido, excelente: dumplings de gallina con garbanzos deshidratados crujientes y patata morada. Les echas un caldo de jamón y gallina hecho a fuego lento, y con un alioli ajo negro mediante remueves y ajustas el picante. El resultado es un plato de cuchara espectacular, lleno de sabores cálidos y reconfortantes.
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Los tacos de costillas también son tamaño XXL: un plato pensado para dos personas. Casi un costillar entero, hecho a baja temperatura y con una salsa de 'cochinita pibil', aliñado con pico de gallo con piña, ensalada y salsa. La cocción de la costilla es tremenda: con cubiertos y un mínimo esfuerzo la carne se separa. Sin embargo, el exceso de salsa y toque ahumado ahogan el sabor de la carne: hay que tener en cuenta que el uso de la salsa es el juego de GoXO. Aquí cada cual decide su nivel de encerdamiento.
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Acudamos al tópico de la experiencia: GoXO lo es, sin duda. Un restaurante de neón, en la que el comensal vive su ágape en una especie de plató de 'selfies' y 'photocall'. Y show aparte, lo importante es acceder a la cocina del chef más cotizado del mundo por un precio entre 30 y 40 euros. Un consejo: dosificad las fotos e id rápido al papeo. Las salsas y los cocidos son un asunto que se disfruta caliente.
GoXO. Carrer de Déu i Mata, 69-98. Cada día de 13-15 a 16 y de 20.15 a 23 h.