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El misterio se ha resuelto. Aunque muchos curiosos seguro que mirabais por los agujeritos de la valla qué estaba pasando en la plaza de Sant Jaume en los últimos días.
El pesebre de 2018 tiene todos los elementos del nacimiento clásico, pero presentados de una forma totalmente diferente. El autor es Sebastià Brosa, escenógrafo e ilustrador, que ha querido compartir con todos los barceloneses y visitantes el alma de su Navidad. "Si pienso en la Navidad, pienso en las reuniones familiares, cenas y comidas con una larga sobremesa y el baile de sillas. Sillas que faltan, que se han de llevar, que son todas diferentes". Esto es exactamente lo que encontraréis, una gran mesa cubierta por un mantel de musgo, candelabros, platos y copas y donde los invitados –los personajes del belén de toda la vida– se han fusionado con las sillas. Unas sillas enormes para que también los mayores nos sintamos pequeños, como si fuéramos niños. Están pensadas para ser tocadas e incluso subirnos en ellas, ¡pero hay que ser cívico y respetuoso!
Así son los invitados que encontraréis alrededor de la mesa. El Niño Jesús está representado con una trona y, por tanto, es la silla más alta de todas. Lo identificaréis también por la aureola y el babero con su nombre. Cerca están sus padres. San José, como buen carpintero, es una silla rústica, tradicional y que todavía se está construyendo. Uno de los brazos se ha fusionado con un martillo y dos de las patas son de tronco. A la Virgen María la reconoceréis por la capa azul y el velo con florecillas sobre una silla redondita, de estilo de café francés.
Los Reyes Magos siempre van juntos, y Sebastià Brosa los ha representado en una única silla con tres cabezas, sin identificar quién es cada rey y con muchas patas, como si estuvieran encima de los camellos.
En todo buen pesebre no pueden faltar los animales. Aquí Sebastià se ha tomado algunas licencias que, personalmente, me parecen muy acertadas. La mula se ha sustituido por una vaca, caracterizada con una típica silla de cocina con pelo de vaca de peluche y con pezuñas. El asno es una jovencita con una larga crin que recuerda una cresta punk y con orejas de piel y tachuelas. Y no puede faltar la pastorcilla, que es un balancín de madera con un cojín de borreguito y que va acompañada de una silla pequeña –bueno, una a nuestra escala– que recuerda un pequeño cordero.
Tampoco falta el ángel, representado en una silla noble, semejante a un trono, tapizado con terciopelo rojo y unas alas muy grandes. ¡Ni el caganer! Con una gran barretina, pipa y un agujero en el asiento de la silla. Ya sabéis para que...
De todas las piezas de este belén, hay un elemento nuevo, es una silla con tirantes y corbata, con raíces en las patas que se agarran al suelo. Es la figura del abuelo. "En todos los recuerdos de Navidad, es el abuelo quien nos reúne, vamos todos a su casa. E incluso cuando no están, los recordamos", nos cuenta Brosa.
En los platos no hay comida, hay nidos de paja con ventanillas que esconden mensajes que conforman el poema 'Un desig', de Montse Ginesta.
Ahora que ha sabéis su significado sois libres de transitar por él, disfrutarlo y, ya se sabe, ¡también de criticarlo!
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