[title]
Clermont-Ferrand está en el corazón de Francia. Y más cerca sobre el mapa que en el mundo real. Porque para poner los pies en la capital del departamento de Puèi Domat, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, probablemente tendréis que hacer escala en Lyon o París (sí, pasando de largo), y todavía os quedarán tres horas en tren o bus. Pero merece la pena. Es una ciudad rodeada de volcanes –hay unos ochenta a su alrededor– y eso la marca hasta el punto de que las construcciones, como la catedral de Notre-Dame-de-Assomption, son de piedra negra.
Fue una ciudad gala importante, capital de los arvernos, y en la Place de Jaude tiene un monumento a Vercingetórix, el caudillo que logró unir a todos los galos para luchar contra Julio César. "He tomado las armas por la libertad de todos", reza el pie del monumento de Bartholdi (sí, el autor de la Estatua de la Libertad de Nueva York) que conmemora la victoria contra Julio César en Gergovia el año 52 antes de Cristo.
Escaparate de la diversidad musical europea
Hoy blande una bandera del Tour de Francia –porque la próxima semana pasa por la ciudad– y en la misma plaza está instalada la sede de la candidatura a la Capital Europea de la Cultura 2028. La población natal de Blaise Pascal y de los hermanos Michelin tiene un gran punto a favor: desde 2006 acoge el mayor escaparate de nuevas músicas europeas en el continente: el Europavox Festival.
Cada año, entre finales de junio y principios de julio, Clermont-Ferrand es, de facto, la capital de la música europea y el mejor lugar donde descubrir a nuevos artistas que van más allá del canon anglosajón (y latino, claro). El cartel combina una selección supercuidada de nuevos artistas con una calidad sorprendente, con cabezas de cartel que ayudan a dar visibilidad al resto. "Tienes que tener cabezas de cartel, las necesitas", dice el director artístico François Audigier, mientras corre de un escenario a otro con un teléfono móvil que echa fuego. El otro François (Missonnier, CEO del festival) es mucho más tranquilo, pero igual de entusiasta, ambos forman una extraña pareja.
Durante estos 17 años, han pasado por el escenario principal artistas como Manu Chao, Stromae, 2ManyDJ's, Herman Dune, Rachid Taha, Hives, Benjamin Biolay, Asian Dub Foundation, Neneh Cherry, Étienne de Crécy, Dominique A, The Last Shadow Puppets... que han ayudado a dar visibilidad a artistas más pequeños, como una Agnes Obel a la que han visto crecer, tal y como le gusta recordar a Audigier, o tantos otros artistas que se han seleccionado para formar parte de Europavox (Mujeres, Tokyo Sex Destruction, Violadores del Verso, Mourn y The Excitements han actuado en él), un proyecto cofinanciado por la Comisión Europea que también dispone de una plataforma de media y un campus educativo.
7 festivales en 7 ciudades
"Confiamos mucho en lo que nos dicen los programadores de las salas y los promotores, ellos saben cómo funcionan los grupos mejor que nadie", dice Audigier, que se entrevista siempre personalmente con los artistas antes de que pasen a formar parte del programa y de poder actuar en alguno de los siete festivales que organiza Europavox a lo largo del año en Bruselas, Bucarest, Vilnius, Bolonia, Clermont-Ferrand, Zagreb y Viena, una oportunidad inmensa para artistas que se están empezando a dar a conocer.
Durante el festival, además, algunos de los grupos graban tres canciones para ARTE, un contenido de la cadena francesa con un sonido y una realización exquisitos que pone al alcance de cualquiera con conexión a internet artistas que de otro modo serían difíciles de descubrir. Algunos ejemplos de este año: el rapero lituano Free Finga; los belgas Ada Oda (una propuesta muy original que recuerda a los Talking Heads si cantaran en... italiano); la cantautora folk islandesa Arny Margret; el dúo de jazz experimental danés Svaneborg Kardyb; o el personalísimo y energético rock alternativo de los rumanos Zimbru.
A la sombra de los árboles del Primero de Mayo
El festival tiene lugar a la sombra de los árboles de la plaza del Primero de Mayo y en La Coopérative de Mai, que cuenta con dos espléndidas salas interiores (y un vivero de artistas, La Pépinière): la sala grande se utiliza para las sesiones de ARTE, la pequeña, Le Club, acoge los conciertos más íntimos del festival. En total, actúan 37 artistas de dieciocho países diferentes repartidos en tres escenarios y reúne a 15.000 espectadores por día, 45.000 en total. El tamaño perfecto de festival sin aglomeraciones, con espacio de sobra para transitar, precios asequibles, horarios amables (de viernes a domingo, de 16 a 1 h) y agua gratis en las barras.
El mito del 'french touch' Pedro Winter hizo bailar al público hasta la extenuación
En el escenario grande, conciertos extraordinarios como el de -M-, que es una gran estrella en Francia y tiene un directo espectacular. Lo acompañaba Gail Ann Dorsey, la bajista de David Bowie durante los últimos veinte años de su carrera. El 'Life on Mars' que se marcó a medio concierto fue de piel de gallina. Otros, como Louise Attaque, demostraron lo conectados que están los franceses con su música. Pese a ser unos veteranos, los adolescentes corrían como locos a coger sitio y se sabían todas las letras. O el de Pedro Winter, un mito del 'french touch': fue el primer mánager de Daft Punk y el creador de Ed Banger, casa de artistas como Justice, que celebró su vigésimo aniversario con un 'greatest hits' que hizo bailar al público hasta la extenuación.
Y el mismo público que llenaba a rebosar los conciertos de los cabezas de cartel, se apresuraba para ver desde las primeras filas a artistas mucho más jóvenes como la noruega Skaar (impresionante, lo más parecido a ver a un directo de Taylor Swift a escasos metros de distancia), los propios Ada Oda (levantando los ánimos de los asistentes de principio a fin), los irlandeses Thumper (descargando una formidable tormenta eléctrica sobre los espectadores), la francesa de origen brasileño Bianca Costa (una especie de Bad Gyal que pasa el funk carioca por el filtro europeo), o la absolutamente brillante Zaho de Sagazan que, con 22 años y un primer álbum recién salido esta primavera, 'La symphonie des éclairs', nos hizo pensar que estábamos ante el próximo gran nombre de la canción francesa, con una presencia escénica imponente y un exquisito envoltorio electrónico.
Es probable que, a priori, la falta de nombres extremadamente conocidos os pueda echar atrás, pero la calidad de todo lo que se ha podido ver estos tres días de julio en Clermont-Ferrand, sumada a la amabilidad y la comodidad de entorno, permite afirmar que es uno de los mejores festivales de la actualidad. Solo que sintáis algo de curiosidad por lo que ocurre en nuestro continente y queráis ir más allá del llamado pop global que suena a todas horas, pasar un fin de semana largo y comer bien en la ciudad de los volcanes y de los hermanos Michelin es una magnífica opción.