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Antoni Gaudí no fue solo un arquitecto reconocidísimo, sino un cristiano con una profunda fe que lo acompañó en todos los edificios que diseñaba. El 10 de junio de 1926, Gaudí murió atropellado por un tranvía mientras se dirigía a la Sagrada Familia desde la iglesia de Sant Felip Neri. Su entierro fue uno de los más multitudinarios que ha visto Barcelona, con numerosas misas y homenajes de admiración y afecto. A raíz de su muerte, el historiador del arte Manel Trens i Ribas lo bautizó como “el arquitecto de Dios”, ya que había concebido la Sagrada Familia como una “Biblia de piedra”. Hoy, el Papa Francisco ha firmado un decreto que podría acabar convirtiéndolo en santo.

Gaudí ha sido declarado «venerable siervo de Dios» por el papa Francisco, tras aceptar los votos favorables de los Consultores Historiadores, Teólogos, Cardenales y Obispos miembros del Dicasterio de las Causas de los Santos de la Santa Sede. ¿Y qué significa eso? Ser nombrado «venerable» es el primer paso hacia la santificación y es un reconocimiento por haber vivido de acuerdo con las virtudes cristianas. El siguiente paso para acabar siendo considerado santo es la beatificación, que es la última etapa antes de la canonización.

Esta noticia tiene su origen a finales de 2023, cuando el Arzobispado de Barcelona se implicó en la nueva Asociación Canónica Pro Canonización de Antoni Gaudí y presentaron una petición a la Santa Sede para solicitar que Gaudí sea considerado Santo. Tras estudiar la petición con detalle, el Vaticano ha considerado que el contenido presentado permite declarar a Gaudí «Venerable», y se abre la puerta al reconocimiento de la santidad de nuestro arquitecto. En concreto, en el decreto publicado este lunes al mediodía, el Papa reconoce las “virtudes heroicas” de Gaudí.

Gaudí, un arquitecto de la fe
Gaudí es el arquetipo de la alianza entre el Evangelio y el Arte. Las reiteradas referencias a la naturaleza en su obra no son solo recursos estilísticos, sino que son un homenaje a la perfección de la creación Divina. Hay elementos religiosos en todas sus construcciones: evidentemente, están en la Sagrada Familia, pero también en edificios menos conocidos como la Casa Vicens o la Torre Bellesguard. Su legado es un ejemplo de la fusión entre el trabajo profesional y la fe. De hecho, el arquitecto repetía que su máxima era “servir a Dios a través de la arquitectura”.