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Algunas playas catalanas podrían empezar a desaparecer en los próximos diez años, según Greenpeace

El último informe de la organización señala la contaminación, las barreras artificiales y el turismo masivo como algunos culpables

Laia Jordà Sánchez
Redactora
Barceloneta Beach
Photograph: Shutterstock
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Ya hace años que la crisis climática se ha convertido en una amenaza para la vida, tanto humana como vegetal y animal. Los bruscos cambios de temperatura, la subida del nivel del mar y el empeoramiento de la calidad del aire afectan a todos los que vivimos en el planeta. En nuestro día a día podemos vivir ya algunas de las consecuencias del cambio climático y, si seguimos así, con los años empeorará. Y no solo lo decimos nosotros, sino que Greenpeace, una de las organizaciones ecologistas más conocidas del mundo, acaba de publicar un artículo que asegura que algunas de las playas de Cataluña podrían empezar a desaparecer en los próximos diez años.

Es cierto que no existe ninguna región costera que no esté amenazada por los riesgos que comporta el exceso de urbanización y de infraestructuras, la contaminación, las barreras artificiales y los desvíos de las camas fluviales, entre otros, pero la costa catalana es una de las más expuestas a estos riesgos. Estas actuaciones han provocado el retroceso y pérdida de las playas, y, con ellas, su función de barrera protectora, lo que supone un riesgo para millones de personas residentes en el litoral. Pese a que la situación es grave en todo el territorio, la costa del Maresme es una de las que está en estado más crítico, donde las playas casi desaparecen en invierno. De todos los casos que existen, el de la playa de Montgat es el peor, donde ha desaparecido el 90% de la arena.

Montgat
Foto: Shutterstock/Montgat

Si bajamos hacia el Delta del Ebro, la situación no mejora. La erosión y la subsidencia (hundimiento del suelo) ya causaban daños, pero ahora, los temporales y la subida del nivel del mar hacen desaparecer las playas kilométricas; en los últimos 15 años, ha desaparecido 1,5 km de costa. Este fenómeno no solo afecta a la estética del paisaje, sino también a las actividades que se desarrollan; los viveros de mejillones han pasado de producir 10 a 3 millones de toneladas. Greenpeace advierte que "este ecosistema no va a sobrevivir si no conseguimos que los sedimentos atrapados río arriba bajen hacia el Delta".

Al informe de Greenpeace se suman también las estimaciones de la NASA, que asegura que, hasta 2030, la costa catalana sufrirá "impactos muy graves" y que, concretamente la de Barcelona, ​​podría retroceder hasta 70 metros a finales de siglo. Algunos de los municipios con mayor riesgo son: Empuriabrava, Sant Pere Pescador, Sant Martí d'Empúries, L'Estartit, Mas Pinell y Torroella de Montgrí, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, Lloret de Mar, Blanes, en Girona; Mataró, Premià de Mar, Alella de Mar, Sant Adrià de Besòs, La Barceloneta, delta del Llobregat, Garraf y Vilanova y la Geltrú, en la provincia de Barcelona; y Calafell, Coma-ruga, Torredembarra, Cambrils, L'Ametlla de Mar y el delta del Ebro, en Tarragona.

¿Qué soluciones existen?

Según Greenpeace, las soluciones que se han aplicado hasta ahora, como las regeneraciones artificiales de playas y la reconstrucción de paseos marítimos, ya no sirven. Sin embargo, la organización asegura que si logramos una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero, podríamos evitar el 40 % del retroceso de las playas de todo el mundo. Sin embargo, existen otras alternativas a escala local que deben aplicarse según las características de cada tramo litoral en las que deben participar tanto las administraciones como la ciudadanía.

¿Cuáles son, pues, estas soluciones? La primera es aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y normativas de adaptación y de protección de la costa, así como introducir las previsiones sobre el cambio climático en la planificación urbanística y conservar y facilitar la expansión de las marismas y de las marismas hacia el interior. El turismo masivo también debería frenarse con medidas como la limitación de vuelos y cruceros, evitando la construcción de barreras artificiales, como los paseos marítimos. Por último, Greenpeace recomienda también revisar los lindes (la delimitación) que determinan el dominio público marítimo-terrestre y recuperar las áreas inundables.

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